014| Viaje

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—El don que tengo es de cambiar los estados de ánimos— sonrió—, puedo cambiarte al estado que mejor me convenga

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—El don que tengo es de cambiar los estados de ánimos— sonrió—, puedo cambiarte al estado que mejor me convenga.

Me miró por unos cuantos segundos.

—Lo utilizo mucho cuando voy de compras con ellos—señaló a su esposo y a su hijo— ahora linda, dime cómo te has sentido— tomó mi mano.

—Eeh, bien... O eso creo— dije no muy convencida con el comportamiento de Leila.

Al mirarla pude notar en sus ojos un pequeño cambio de color, pasaron de avellana a lilas en un milisegundo y luego a su color natural, parecía más bien un resplandor, un brillo, muy mínimo, que a larga distancia era imposible de notar.

De repente me comencé a sentir alegre, tanto que sentía que podía cantar y bailar por todos lados y volverlo un gran musical.

Todo era realmente hermoso, y la sonrisa que tenía no era normal.

—¿Y como te sientes ahora, linda?

—¡Horrible!—digo sonriendo.

Los tres vampiros se miraron extrañados.

—¿Horrible?—preguntó  Leila confundida.

—¡Si!—exclamo alegre—, me siento muy feliz—di pequeños saltos.

Caminé hasta Askary y me abalance sobre él.

—¡Vamos! Deja de ser tan gruñón, ¡sonríe!— coloqué mis dedos en las comisuras de su labios y le hice una sonrisa— ¡Así te ves hasta más guapo!

Me sentía demasiada alegre.

—¡Querida!, Ven un momento— la madre de Askary tomó mi mano.

De pronto ya no me sentía feliz, está vez mi humor había cambiado a uno poco amigable.

—¡No me toque!— me solté de su agarre—. !¿Que le hace creer que puede tocarme?!

Ya mi humor había cambiado de nuevo.

Caminé hasta Leila y la tomé de sus pequeñas manos.

—Disculpeme, no fue mi intención tratarla así— comencé a sollozar—, ¡soy una tonta, lo peor del mundo, soy una escoria!

Me tiré en el suelo llorando, me sentía como si estaba pasando por la menstruación, tan cambiante y agobiada de todo.

—No linda no digas eso— comenzó a reír—, eres una niña muy dulce.

—¡No!, Yo…yo… ¡me siento tan mal!— no paraba de llorar y gritar.

—Madre, para ya— intervino su hijo— dejala asimilar los cambios.

—¡los cambios! ¡¿Te refieres al ser una mierda de persona?! ¡Es eso!—me levanté.

Al acercarme nuevamente  a Askary ya no me sentía feliz, enojada o triste, más bien la tranquilidad reinaba en todo mi cuerpo, estaba como antes, pero un poco más serena.

Oscuridad Total ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora