𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈

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Sé que es cuestión de tiempo para que Marianne comience a buscarme como la loca controladora y desquiciada que es. Es un jueves por la tarde y lo único que puedo hacer es llevar mi trasero al bar donde se encuentra Lucy. Camino por las aceras cabizbaja, mis manos van metidas en los bolsillos de mi sudadera negra. Hace rato le pedí a un extraño un cigarro, voy fumándomelo. El sol comienza a decaer cuando llego a la dirección del local; el cual se encuentra cerrado aún. Presumo de tener el suficiente sentido común como para saber que abren sus puertas hasta entrada la noche. Me siento en la acera mientras los carros pasan, la gente va y viene. De pronto la calle comienza a llenarse, el bar está a punto de abrir. Sigo sentada en el mismo lugar cuando por fin las luces salen de esa construcción simple e insípida.

En la puerta principal hay una cartulina que indica que el jefe necesita un ayudante de bar-man... ¿Qué cojones es eso?

Apenas quepo entre el mar de gente que hay dentro del local, no cabe ni un alma más. Me dirigo hacia la barra mientras busco con la mirada a Lucy. Me siento frente a ella y dejo mi mochila de lado. La música suena fuerte, una banda que no conozco está follándose los oídos de todos los presentes con riffs obsenos.

-¡Jane! Qué raro verte en jueves. ¿Pasó algo? -habla un poco fuerte para así yo poder escucharle bien. Ella sabe todo el asunto de Marianne, siempre es comprensiva y siempre escucha mis quejas.

-Renuncié a mi trabajo, Lucy. Eso pasó -la quijada casi se le cae cuando escucha palabras.

-¿John, puedes cubrirme un rato? Me encargaron revisar el inventario -su compañero de trabajo asiente y se pone en el lugar de Lucy, ella me toma de la mano y vamos a la bodega donde hay cientos y cientos de botellas de distintos tipos de alcohol.

-¿Qué jodidos te pasa por la cabeza, Mary Jane Haze? -me reprende tal como un adulto cuerdo haría, pero a Marianne le explotaría la cabeza entre regaños e insultos.

-Hice algo que no debía haber hecho, iban a descansarme una semana y preferí irme. Eso fue todo. Sólo traigo como ciento cincuenta dólares.

-¿Qué carajos piensas hacer? Hasta un motel barato te sale más caro que eso.

-Pensaba en quedarme contigo por un rato, quizás hasta conseguirme un trabajo aquí. ¿Qué te parece eso? -me sobo la nuca con la mano izquierda, me siento nerviosa y ella solamente me mira dudosa.

-No es que no quiera que te quedes en mi departamento, pero, ¿por qué mejor no vuelves con Marianne y te aguantas el regaño?

-Por que estoy harta de ella. H-A-R-T-A.

-¿No piensas volver con ella?

-Nop, nunca, nein.

-¿Acaso estás drogada? -me toma de los hombros y me estruja con ganas.

-Tranquilízate, Lucy. En un par de semanas cumpliré veintuno y podré hacer conmigo misma lo que yo quiera. Marianne lo sabía y lo único que hizo fue apretarme más la cuerda alrededor del cuello -me quito sus manos de encima y ruego por que Lucy me acepte en su departamento y aunque sé que miento acerca de mi edad no tengo mucho qué perder-. Anda, dí que me dejarás quedarme contigo.

-Bueno, pero de una vez te aviso que mi departamento es una reverenda mierda, además, no vivo sola. Espera... ¿Cómo haces para entrar a este bar?

-Eh, credencial falsa, un amigo me ayudó... Da igual, ya aceptaste, estás oficialmente jodida -comienzo a saltar de la alegría para finalmente abrazarle.

-Quítate, maricona, que tengo que ir a trabajar. A propósito, el dueño me dijo ayer cuando cerrábamos que está buscando un asistente de bar-man, ¿te gustaría conseguirte empleo ya?

𝓢𝓪𝓭 𝓰𝓲𝓻𝓵  //  𝓓𝓪𝓿𝓮   𝓜𝓾𝓼𝓽𝓪𝓲𝓷𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora