𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕𝐈

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-Eh, Jane, despierta...

-¿Q-Qué pasa? -mi vista es borrosa y al pasar unos dos segundos se aclara lentamente.

-Vamos con los chicos por algo de comer, ¿te parece? -es Leah quien me despierta... Está utilizando una remera de James.

-Está bien, pero, ¿esa camisa no es de James? -entrecierro los ojos fijándome en la prenda-. Además, ¿qué coño haces aquí? ¿Y las otras?

-Mira, Jane, salgamos de aquí antes de que James se entere de que dormiste en el cuarto de Dave y se cabree como jamás en su vida -aparta la mirada y se aleja de mí. No tardo mucho en reincoporarme, me siento bastante mareada.

-¿Ah, sí? ¿Y dónde carajos dormiste tú? -me observa en silencio- No creas que no lo sé, Leah. Tengo noción de todo.

-Ahm, no sé a qué te refieres.

-Claro que lo sabes -susurro para que nadie más nos oiga-. Pero quiero que seas consciente de que yo soy su novia... Y tú una simple puta -le escupo las palabras a la cara, sostengo mis tenis en las manos y salgo de la habitación abruptamente.

-Joder, Lars, ya te dije que no quiero ese puto disco de Simon & Garfunker -están todos sentados en la cocina, Ron lanza el LP al centro de la mesa después de haberlo estado observando un rato y se cruza de brazos.

-Anda, Ron. Necesito el dinero -hace pucheros y toma el disco nuevamente entre manos-. ¡En la tienda de la avenida tercera está en veinte verdes, yo te lo vendo por diez y está jodidamente nuevo!

-¡Hombre, lo consideraría si me gustara su puñetera música!, ¡además, quieres venderlo porque ayer que lo pusiste en la fiesta todo mundo se largó! -Dave lanza sonoras y melódicas carcajadas al oír tal acusación.

-Jódete, McGovney -pone el LP sobre la barra debajo de un plato plano vacío-. ¡Eh, Mary Jane Haze ha vuelto de la muerte! -recita mientras eleva los brazos hacia el cielo-. ¡Aleluya!

-Déjate de chorradas, Ulrich, que no me he puesto tan mal.

-¿Segura? ¿Y qué pasó con ese Dan anoche? -James se levanta y me enfrenta con el entrecejo arrugado.

-No eres mi jodida tía como para ponerte a decirme qué puedo hacer y qué no.

-Nena, el LSD no fue el problema, encontramos a Dan en el cuarto de Dave tratando de desnudarte mientras estabas desmayada.

-¡Joder, no recuerdo eso! -pretendo estar sorprendida y cubro mi boca con ambas manos- ¿Y tú qué hiciste? -lo apunto con la barbilla dejando de lado ese tono inocente.

-Yo...

-James no hizo un carajo. Acéptalo, Hetfield, no eres el exacto tipo de peleador.

-Cierra la puta boca, Mustaine.

-Yo te lo quité de encima, Jane -me guiña un ojo y sonríe.

-Gracias... Otra pequeña cosita, ¿qué mierdas hace Leah aquí? -me cruzo de brazos mientras observo a James. Todos intercambian miradas y Lars exclama:

-¡Venga, traigo un putero de hambre! ¿Nos vamos a almorzar ya? -se levanta como un rayo de la silla y corre a la sala. Bravo, Lars, tú sí sabes despistar.

-Ella vino a la fiesta, se pasó un poco con el alcohol y no había manera de que volviera a su casa -planea hábilmente el jodido mentiroso de James.

-¿Se supone que vino sola? Qué curioso, porque no recuerdo haberle comentado nada acerca de la fiesta... ¿Y por qué mierdas trae una camisa tuya? -James mira en todas direcciones, no sabiendo exactamente qué decir.

-¿Y qué hacías tú en el cuarto de Mustaine?

-Encontré un par de cerdos fornicando en tu colchón -está bien, quizá no sea cierto pero tampoco puedo asegurar que sea mentira. Dave y Ron nos miran en silencio, se ven algo incómodos.

-Jane, lo importante es que confíes en mí -él avanza y yo retrocedo.

-Lo importante es que te vayas a la mierda -me doy la vuelta y lo dejo hablando solo. Es lo que se merece el muy cabrón.

Al poco rato Leah sale del cuarto -cuando se convenció de que ya no se hablaba más del tema, de seguro- y fuimos los seis a comer. Éramos seis cabrones en la pecera de la mamá de Lars, azándonos como carne a la parrilla, en silencio. Deberían haber visto la cara de excitación de Ron cuando Leah se sentó encima de él debido a que no quedaban más asientos.

Llegamos a un pequeño restaurante, desde la fachada nos dimos cuenta de que no era nada especial ni elegante, pero sería la mejor comida que tendríamos desde hace semanas. Almorzamos con tranquilidad, conversando y por un momento olvidándonos de todos los retos por los que la banda estaba pasando. Olvidándonos de todas las peleas.

-¡Esa fue la mejor comida que he tenido en años! -habla Lars por todos nosotros al salir el pequeño local.

-Pero, Lars... Te la vives yendo a comer con tus padres -le recuerda Ron un poco confundido-... Y jamás nos invitas.

-No quiero que ellos conozcan a los drogones de mis amigos -dice entre burlas.

-Más bien no quieres que se enteren de que su hijo es un drogón -Dave le da un puñetazo juguetón en el brazo mientras el enano abre la puerta y nos deja entrar en el auto.

-Cállese, zanahoria -le amenaza con devolverle el puñetazo pero en vez de eso lo empuja dentro del auto, acto seguido entra y enciende el motor una vez que todos ya estamos dentro.

-El punto es que vas y tragas allá y a nosotros ni nos invitas -habla James desde el asiento del copiloto.

-Estoy haciéndoles un favor, de verdad, la comida que cocina mi mamá sabe a puro cartón.

-De perdida te llena el estómago, puto -le doy un bachón desde el asiento de detrás y todos ríen.

Volvemos al piso, en un par de horas los chicos tendrán una reunión con Kenny, donde discutirán un par de cuestiones acerca de las cintas a grabar el próximo mes. Leah finalmente, un par de horas después, se va con las chicas. Me he pensado en ir con ella, pero no lo creo buena idea.

-Mustaine -le susurro al entrar de imprevisto a su cuarto, él eleva la mirada y cierro la puerta detrás de mí.

-Hey. ¿Qué pasa?

-¿Podemos hablar? Ayer las cosas no fueron bien y-y yo n-no quie...--

-Todo está bien, Jane. ¿No lo recuerdas? -así es, al estar nerviosa tiendo a hablar y tartamudear ligeramente.

-Eh... ¿Qué cosa?

-Ayer, estando jodidamente viajada, llegaste y me dijiste que me extrañabas y que no querías que estuviera enojado contigo.

-Y quizás eso sea cierto.

-Todo está bien, nena -me acaricia la mejilla derecha con su pulgar derecho y sonríe de lado.

-Pensé que no volverías a hablarme.

-¿Cómo no podría cuando me enloqueces tanto?

-Has de estar drogado, Mustaine.

-Tú eres la culpable.

Me planta un beso, sus labios saben a tabaco.

𝓢𝓪𝓭 𝓰𝓲𝓻𝓵  //  𝓓𝓪𝓿𝓮   𝓜𝓾𝓼𝓽𝓪𝓲𝓷𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora