𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐈

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Los chicos siguen concentrados en el auto de Ron, duramos hasta tarde allí hablando con el mecánico acerca de un par de cuestiones del motor que francamente no entiendo al principio pero solamente es cuestión de prestarle atención a lo que el mecánico dice.

-Lo que tiene ese Pontiac es un problema de transmisión -el mecánico sale de debajo del auto mientras nosotros tres estamos observando el motor del auto, el mecánico comienza a limpiarse las manos con un trapo. El olor a aceite es penetrante-, lo que sucede es que no entran bien los cambios y hay que forzar un poco para que entren en marcha normal, sobre todo en reversa y hasta se siente un chillido de la caja, produciendo un segundo problema en el embrague.

-Ese chillido es bastante molesto -Ron concuerda inmediatamente.

Me hace recordar un problema que tuvo Marianne un par de semanas antes de mi escapada, el punto es que ocurría exactamente lo mismo en su viejo Gran Torino, Marianne finalmente se dio cuenta una de la pocas veces que fue a dejarme en el trabajo por la mañana. Recuerdo ese mismo chillido y la palanca de cambios tiesa. Ahí entiendo inmediatamente, ya que aquella vez la acompañé al mecánico y el señor le explicó una técnica.

Los otros tres chicos se están debatiendo para ver cómo hacer para conseguir un par de piezas, Ron planea ir con sus papás a pedirles dinero.

-Ron, puedes aplicar la técnica de doble-embrague, se trata bombear el embrague dos veces antes de tratar de engranar la reversa o la marcha que quieras, te durará un rato más hasta que consigas el dinero -los tres chicos se callan y me observan en silencio.

-¿Y tú cómo vergas sabes de eso?

-No soy estúpida, Ron. Un problema de transmisión no es nada del otro mundo, gilipollas. Ahora, si gustan, ¿podemos volver al condenado piso? Ya me cansé de estar acá en el calorón.

-Yo subiré contigo, Jane -habla Dave.

-¿Eh, y por qué ustedes dos solos, picarones? -Lars alza una ceja acusadoramente.

-Cállate, enano.

-Además, ¿por qué tardaron tanto en bajar?

-Jódete, Lars. Lo que pasa es que el elevador se atoró -responde Dave con tremenda confianza y me lanza una mirada despistada, siento mis mejillas ruborizarse.

-¿Y desde cuándo te interesa? No son tus asuntos, gnomo.

-Mejor ya lárguense, cochinos.

Al entrar al departamento, afuera empieza a oscursecerse.

Subimos sin decir palabra, ya que, al menos yo; no siento que sea necesario.

-Hola, James -hablo sin emociones al entrar al departamento y verle salir de la ducha solamente con una toalla enredada a la cadera. Supongo que Leah ya se ha ido.

-Hey, nena -se acerca para besarme la frente y repentinamente siento repulsión.

-¿Sabes algo, James? Prefiero dormir en el sofá de ahora en adelante.

-¿Bromeas? -se detiene en seco, el colorado nos observa desde el comedor-. No aguantarás el calor aquí.

-No me importa, James -bajo la mirada-. No quiero entrar a ese cuarto.

Abre los ojos con sorpresa como si se preguntase por dentro si ya los descubrí.

-¿Está todo bien?

-Ajá... No te preocupes por mí... Al cabo, sólo somos novios, ¿no?

James vuelve al cuarto silenciosamente, escéptico a lo que le acabo de decir. Me siento a lado de Mustaine. James se nos une en breve, busca algo para cenar.

-Aún no te lo hemos dicho, ¿verdad, Haze? -comienza Dave para aliviar un poco la tensión en la cocina. Me saca de mis pensamientos que básicamente se concentran en mí, teniendo a estos dos geniales chicos a mi disposición, pero sintiéndome increíblemente sola y perdida.

-¿Qué cosa? -rendido y fastidiado por el macarrón que es lo único habiente en el frigorífico, James se sienta frente a nosotros con ambas manos vacías. Intercambian miradas y sonríen al instante.

-Estamos viendo la oportunidad de grabar un par de canciones para entregárselas a un amigo de Lars que maneja una compañía punk, Kenny Kane, ¿te acuerdas de él? -contesta James.

Al parecer, en junio, la primer versión de «Metal Massacre» -un recopilatorio de bandas underground sin disquera- apareció con «Hit the Lights» de nadie más ni nadie menos que Metallica -y otras nueve canciones de diferentes bandas-.

-Ah, sí... Lo recuerdo, pero, Metallica no es punk rock, eso está claro... ¿no creen que diga algo al respecto?

-Bueno, eso es cierto, pero, ¿qué tal si le agrada? Total, apenas entre julio comenzaremos a grabar -Dave se encoge de hombros.

-¿Y las canciones? ¿Ya las tienen hechas?

-Vamos, Jane. Llevamos algunas canciones, nos encargamos de eso. Además estamos a mediados de junio, no hay tanta prisa.

-Eso dicen ahora... Chicos, no me siento muy bien. Voy a recostarme.

Wow, las cosas con Metallica avanzan demasiado rápido, y me enorgullezco de los cuatro. Se han estado esforzando muchísimo en realidad. Lars y Ron llegan poco tiempo después, justo a tiempo para alistar sus instrumentos ya que tienen una presentación en «The Troubadour» y por primera vez me encuentro en la incapacidad de acompañarlos, me siento muy débil.

Los chicos no tardan mucho en irse. Duermo cortos lapsos de diez o veinte minutos y luego llegan los constantes mareos como olas arrastrándome y revolviéndome el estómago.

En la madrugada, me levanto por un vaso de agua, pudiendo apenas sostenerme en mis propios pies. Mi mano tiembla, mis oídos se estremecen con un aturdente pitido. Pierdo el equilibrio yendo hacia atrás con pasos involuntarios y despistados, mi mano deja ir el cristalino vaso el cual aterriza en el piso destruyéndose en pedazos grandes y pequeños justo a mi lado. Me agacho para recoger los cristales, agarro uno en particular que está bastante afilado y corto mi mano. Al ver la sangre me pongo peor, y pronto caigo junto con el vaso en el medio de la cocina.

De pronto todo se oscurece.

-¡Chicos, no jodan, es Jane! -oigo una voz, que pareciera una llamada entrecortada, como si estuviera a millones de kilómetros de distancia. No sé cuánto tiempo ha pasado.

-¿¡Pero qué carajos pasó!? ¡Estaba bien en la tarde! -oigo otra preocupada voz alejándose cada vez más y más

Siento cómo me elevan del piso como si yo fuese una pluma, un par de brazos están a mi alrededor, de ahí vuelvo a perderme entre aquí y allá.

...

"No lo entienden, chicos. Ella no resiste como ustedes. Jane necesita comer adecuadamente, cosa que no ha estado haciendo últimamente. Pesa mucho menos de lo que debería, ¿me entienden? Esto es algo serio."

Las palabras vuelan en un remolino lejos de mí, el tiempo parece retorcerse con dolor esquizofrenicamente.

-¿D-Dónde estoy? -abro los ojos lentamente e incluso la luz más tenue me ciega. Él está sentado en una pequeña sillita a mi lado, mueve la pierna constantemente como si trajera un tic o algo, pasea la mirada por todo el cuarto y finalmente me observa a mí y suspira con alivio.

-¡Jane, despertaste!

𝓢𝓪𝓭 𝓰𝓲𝓻𝓵  //  𝓓𝓪𝓿𝓮   𝓜𝓾𝓼𝓽𝓪𝓲𝓷𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora