5. Princesita

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Temblaba, estaba asustada aún, muy asustada por lo sucedido con esos lobos, pero mi mano ya no dolía. Ahora lo único que ocupaba mi mente era cómo joder le diríamos a mi tío que Jackson tuvo que morderme, se notaba en su rostro que estaba preocupado por las consecuencias, pero él hizo lo que tenía que hacer, de no haberse arriesgado... me temo que en estos momentos estaría pasando un no grato momento con dos lobos indisciplinados.

– Ya estamos llegando, tenemos que ir a pie desde ahora. Rápido.

La molestia en su ropa deportiva, específicamente en sus short deportivos llamaba mi atención ¿Estaba excitado?

Yo que lo veo tan molesto... no comprendo.

– ¿Qué te pasa? Hablaré yo con mi tío, no dirá nada, lo haré entrar en razón.

– No tienes ni la menor idea de lo que estás diciendo, ambos van a odiarme, ni siquiera pude evitar lanzarme sobre ti durante 48 horas, soy una mierda como Alfa.

– Si no hubieras tomado esa decisión me habrían llevado y ahí sí que lo pasaría fatal.

Caminando a grandes zancadas tras de él, Jackson no soltaba mi mano y casi no podía seguirle el ritmo.

– Lo sé, pero quizás no debí llevarte al bosque, fui un maldito idiota.

– Mi tío sabía que me llevarías, se lo comenté anoche, a él le pareció bien, me dijo que te obedeciera en todo, así que no te dirá nada, en serio.

Detuvo su caminar, choqué con su espalda y levanté la cabeza para mirarle, sus ojos eran de un amarillo brillante y los colmillos levemente crecidos.

– Cierra la boca un rato, necesito pensar, estamos a un par de metros para llegar, podríamos llegar en auto pero necesito pensar en qué joder voy a decir, si no te callas me veré obligado a utilizar medidas más persuasivas ¿Entendido?

– ¿A qué tipo de medidas te refieres?

Bien... yo no estaba nada de feliz con esto, me preocupaba su mal humor, yo no sabía que tan bien controlaba su temperamento, no lo conocía.

– Algo como esto.

Sujetando mi rostro depositó sus labios sobre los míos moviéndolos con avidez, obligándome a retroceder, pegó mi espalda al árbol más cercano acariciando mi cadera sin censura, levantó levemente mi camiseta acariciando mis pechos sobre el top deportivo.

– Vaya... me gustan las medidas persuasivas – depositando húmedos besos en su cuello– no hay que detenerse, aún me siento muy parlanchina.

– Tenemos que llegar con mi padre y tu tío primero – sin dejar de acariciar mi cuerpo dejándose besar– Dios... ¿Sientes eso?

– ¿La excitación? ¿Las ganas de no quitarte las manos de encima?

– Exactamente – rozando su entrepierna con mi cuerpo– Estoy muy duro y todo lo que quiero es llegar a mi casa y follar hasta que me aburra, porque te juro castaña que no nos vamos a cansar.

Separé mi rostro de su cuello mirándole.

– ¿Por qué en tu casa?

– Porque está más cerca y ahora mismo necesito utilizar todo mi autocontrol, más tarde... ya veremos.

Sujetando mi mano arrastrándome nuevamente hasta llegar a la casa, golpeó fuerte la puerta sobresaltándome.

– Papá ¿Está Sam contigo?

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