12. los anillos de madera.

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Verlo emocionado al tallar su obra de arte de la niñez, no pude evitar sentir un poco de amor, esperaba de todo corazón que no lo oliera... ¿Cómo podía evitar sentir este tipo de sentimientos? Jackson era un chico dulce, eso lo confirmaba cada grabación que vimos juntos, pegados uno junto al otro, cubiertos por una extensa manta a pesar de no sentir frío, era una excusa para no tener que separarnos.

– ¡Están listos! – levantándolos para observarlos a la luz– ahora si nos quedarán buenos.

– ¿Qué esperas moreno? Pónmelo.

Acercando mi mano izquierda a él.

– Sabes... Lo que significa ¿Cierto?

El anillo estaba a escasos centímetros de mí, él solo quería estar seguro, Jackson tenía muy claro lo que sentía por mí.

– Significa que acepto el compromiso de casarnos cuando cumpla la edad, lo sé, no voy a negarme a las posibilidades, cuando acabe el calor, te daré una respuesta definitiva sobre esto.

– ¿Tu respuesta momentánea es...?

¿No le quedó claro?

– ¡Que sí idiota! ¿Qué más iba a decir? Tú, tu aroma, tu cuerpo, tus caricias, tus actitudes... todo me hace querer quedarme aquí y no marcharme nunca, no sentí los efectos del calor hasta que te tuve frente a mí en un espacio cerrado, fue la primera vez que me conecté con mi lobo, ambos estamos de acuerdo con que somos lo que queremos en nuestra vida.

– Si puedo hacer que mantengas ese pensamiento sobre mí me harás el hombre más feliz del mundo – deslizando el anillo por mi dedo– entonces Becca Mitchel, de momento estamos comprometidos.

– De momento me haces la mujer más feliz de la manada –Tomando el anillo que quedaba en la caja– Así que... Jackson Hale – Deslizando el anillo por su dedo– tendremos mucho que contar en el almuerzo de hoy, recuerdo todo, absolutamente todo.

– ¿Todo todo?

Emocionado.

– Así es – sonreí– DIDI se pondrá feliz por la noticia, le preguntaré a Derek si me deja esmaltarle las uñas otra vez.

– Mis hermanos estarán muy felices por eso – abrazándome con delicadeza– estaban muy desilusionados cuando Sam les dijo que no podían ser las cosas como cuando niños, que debían comenzar de cero.

– No más actuaciones, recuerdo muy bien que los diferenciaba por sus aromas, un desconocido diría que son iguales, pero el de Dominique es ligeramente más fuerte, lobos o humanos, podré reconocerlos ahora – subiendo a su regazo, colocando cada una de mis piernas a sus costados– ¿Qué dices si vamos al postre antes del desayuno?

– ¿Segura? ¿Te sientes bien para el sexo?

Acariciando mi espalda terminando en mi trasero.

– Mentalmente me siento recargada, físico... me duele un poco – Mordisqueando su cuello– nada que no pueda soportar ¿Qué dices?

Deslizó su mano dentro de mi tanga acariciando mi sexo.

– Ya me tienes duro y necesitado – frotándose contra mí– jamás le diría que no a mi prometida.

– Mmm... que bien suena eso...

Mis caninos crecieron sin sobresalir de mi boca, estaba excitada, pero al menos ya podía controlar su tamaño.

– Aquí... en la sala... hay que terminar de hacer memorable este momento.

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