Algodones

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No había mucho que pensar para saber que la pareja era un poco infantil.
Si bien JongDae ya estaba por finalizar su carrera y ChanYeol ya tenía un trabajo estable, muy reconocido, ambos eran unos niños en cuerpos de adultos. O eso pensaban muchos en esos momentos.

— ¡Kim JongDae, no más azúcar para ti!

— ¡Pero si no he comido!

— ¡Te haz comido seis algodones de azúcar y tres manzanas confitadas!

En la empresa de ChanYeol solían realizar una fiesta por el aniversario de la compañía, esta vez fue en un parque temático en donde empleados podían ir con su familia a disfrutar de las atracciones, payasos y dulces, muchos dulces.
Habían niños y niñas corriendo detrás de burbujas, otros saliendo mareados de alguna atracción con muchas vueltas y otros simplemente iban de la mano con su madre o padre comiendo algo porque no le llamaban atención las atracciones.

La pareja no llevaba ni dos horas en el parque y JongDae ya había arrastrado a su novio por los puestos de dulces, ¡era su única oportunidad de disfrutar gratis! Claro que lo iba a aprovechar. Pero todo se salió de control al cuarto algodón en menos de una hora, JongDae tenía mucha energía y parecía un pequeño más y ChanYeol no podía con la energía de su novio.

— ¡No Kim, no más dulces!

— ¡ChanYeol! — Y claro, JongDae se sentó en el suelo a hacer maña. Brazos cruzados, piernas abiertas y un lindo mohín adornada sus labios.

Tampoco era la primera vez que la pareja hacía una escena así en alguna fiesta de la empresa. En una ocasión los habían invitado a una fiesta mucho más elegante. Esa noche JongDae se embriago como nunca y estuvo a poco de desnudar a ChanYeol y hacerle una mamada en medio de la pista de baile porque según el menor su novio se veía super ardiente con traje a la medida y con alcohol corriendo por las venas. ChanYeol y JongDae recién tenían un año de relación, fue el momento más vergonzoso  para el contador pero no fue el único, con JongDae de novio se podía esperar de todo.

Volviendo a la rabieta, la pareja tenía un círculo de espectadores rodeandolos. Algunos con celulares y otros chismeando entre ellos por el "escandolo" del año, después estarían en boca de todos por una o dos semanas y volverían a la normalidad, aunque sus colegas después molestaban a ChanYeol con los videos que tenían de Dae.

— Amor, esta vez no te cumpliré el capricho. Te levantas y nos iremos, ahora.

Un silencio se formó en el lugar, era como si todo se hubiera detenido solamente porque ChanYeol no iba a complacer a Dae. Los murmullos entre colegas se acabaron, el chisme estaba más interesante y no era bueno perderse ningún detalle.

— Te vas a arrepentir de decir eso, Park ChanYeol. — JongDae estaba indignado, muy indignado. Normalmente su novio le seguía la jugarreta ¿¡por qué no era capaz de seguir!?

— Veo veo a un niño malcriado, no a un profesor de matemáticas.

— ¡Aún no soy profesor, idiota!

— Claro, te espero en el auto.

Seguían siendo el centro de atención y la tensión reinó al ver como el contador se daba vuelta y si más caminaba a la salida del parque. La bomba iba a explotar. Y por bomba nos referimos al futuro profesor.

Disfrutando de la distracción de Park, Kim se levantó, sacudió su ropa y se dirigió al puesto de algodón, el mismo que su novio no le dejó acercarse. Pidió permiso al señor mayor que estaba atendiendo y tomó los diez algodones entre sus manos, avanzó hasta el mayor y sin más aplastó los hilos dulces contra el cabello de su amado contador.

— ¡Eres un chico malo, Park ChanYeol! — Gritó y hundió sus dedos en el cabello y ropa. Ahora ChanYeol era una mezcla de ropa negra con detalles rosados. Había que agradecer que los algodones venía con una varita de papel.

Las risas y flash inundaron el lugar, Park sabía que su video iba a aparecer en algún video a finales de año, como cada año desde que llevaba en la empresa.

Se giró para ver a su profesor y no lo dejó escapar porque rápidamente lo tomó de la cintura, acercó sus rostros y dejó una mordida en su labio inferior.

— Eres un niño mimado, Kim.

— Y tú una bola de azúcar, Park.

— Y pronto tú también. — El pequeño profesor fue tomado en brazos por el más alto y caminó hasta el carrito de dulces.

— Con el cabello no, Park ChanYeol.

— Callate y disfruta, algodon Dae. — Con todo el espectáculo que habían dado la máquina de algodón tenía acumulado una gran cantidad de hilos rosas, el mismo señor detubo la máquina y dejó que los más jóvenes siguieran jugueteando, al final, a él igual le pagaban.
ChanYeol dejó al menor y lo sostuvo con toda su fuerza por la cintura con un brazo y con su mano libre tomó un puñado de algodón e hizo exactamente lo mismo que su novio.

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— ¿Sabias que eres un completo idiota?

— Jong, todo fue tu culpa, ¡tú empezaste!

— ¡Channie, tengo algodón en los oídos por tu culpa!

Después de su gran escena ambos habían vuelto al departamento lleno de algodón, en especial el menor.
Se habían dado su buen baño juntos y ahora estaban en la cama, limpiando sus cuerpos para dormir una siesta completamente limpios y dulces.

— Algún día no deberíamos hacer escenas así en público, podríamos hacer que tus compañeros apuesten y nos haríamos millonarios.

— Aún no se te baja el azúcar, amor. Ven, debemos agotar tu energía.

La cama se volvió un lío de sábanas, toallas y ropa tiradas por todo lados, ChanYeol encontró que la mejor forma de agotar a su novio era hacerle el amor más brusco y estaba casi seguro que escuchó la cama golpear contra la pared.

— Aún tienes sabor a azúcar. — ChanYeol rozó sus labios por la mandíbula, dando una leve mordida en el mentón alzando el rostro para ver directo a los ojos al profesor jadeante.

— Te amo Chan.

— Y yo a ti, Dae.

La pareja se acomodó sobre el desorden de tela y acurrucados se durmieron, sin importar el sudor, los fluidos o el olor a azúcar aún rondando. No iba a ser la última vez que estuvieran así.

Veo veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora