Capitulo-.22

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Y, en contra de sí mismo, continuó observándola mientras una emoción dormida en él comenzaba a revivir.

Entonces, ____ bajó los ojos, miró a su alrededor y luego a él... y volvió la cabeza; y con ese gesto, el momento se disipó.

-¿Puedes imaginar esta casa convertida en hotel? -preguntó Zayn.

-La verdad es que no -respondió ella despacio-. Es una casa grandiosa -_____ arrugó el ceño-. ¿Quién vivía aquí?

-Una viuda muy mayor. Había sido la esposa del propietario de la casa y habían vivido juntos aquí durante cincuenta años. Un sobrino la heredó, pero quiso venderla.

-¿Cincuenta años? -repitió _____.

Un matrimonio muy duradero. El corazón se le encogió. ¡ Qué suerte vivir en una casa tan hermosa durante tanto tiempo! Y a su mente acudió la fantasía que la había atormentado el día que se había paseado por la casa. La fantasía en la que se veía a sí misma y a Zayn allí...

Pero el paraíso no era para ella, ni con Zayn ni sin él. Para evitar esos traidores pensamientos, se obligó a añadir:

-Estoy segura de que podría reformarse para transformarla en hotel.

-La reforma tiene que hacerse con mucho cuidado, respetando los detalles de la época en que fue construida -contestó Zayn mientras pensaba en lo que habría que hacer-. El arquitecto que se va a encargar del proyecto había quedado conmigo esta tarde, pero unos asuntos le han retenido y no va a venir hasta mañana. Por lo tanto, voy a pasar la noche en el hotel del pueblo. Tú estás ocupando la única parte habitable de la casa.

____ estaba sorprendida.

-Ah -fue lo único que consiguió decir. El desaliento se apoderó de ella junto a otras emociones más complejas, más preocupantes.

Zayn se puso a abrir las puertas que daban al vestíbulo y a asomarse al interior, pero ella no le siguió de inmediato, sólo cuando él se adentró en el vestíbulo, pasada la escalera. Un momento después, se arrepintió de no haberse quedado donde estaba. Zayn abrió la puerta de la sala de música. El piano de cola apareció a la vista instantáneamente.

Zayn se volvió para mirarla.

-Vaya, justo lo que a ti te gusta. No está afinado, ¿verdad?

-No tengo ni idea -respondió ella con voz tensa.

Zayn arqueó una ceja.

-¿Cómo es posible que no lo hayas tocado?

-Ya no toco el piano -contestó _____, y apretó los labios con fuerza.

Zayn arrugó al ceño antes de comentar:

-Vaya, y eso que te las dabas de dedicada estudiante -comentó él burlonamente.

_____ sintió un nudo en la garganta. Separarse de su piano le había causado más angustia que vender la casa. Pero por el piano le habían dado una considerable cantidad de dinero y el dinero era lo único en lo que se permitía pensar.

Entonces, ____ notó que Zayn la estaba observando con el ceño fruncido.

-Creía que la música era muy importante para ti. ¿Por qué lo has dejado?

____ no podía contestarle. Se dio media vuelta y, casi a ciegas, comenzó a caminar hacia la zona de los sirvientes de la casa.

Zayn la siguió y, al darle alcance, la agarró de un brazo. Pero ella se zafó. Zayn volvió a atraparla, esta vez tomándole la mano. Entonces, bruscamente y con la frente arrugada, le levantó la mano, se la miró y luego le agarró la otra mano antes de que ella pudiera impedírselo.

Zayn le estaba contemplando las manos mientras ella, desesperadamente, intentaba no sentir el roce de los dedos de él ni la proximidad de su cuerpo.

-¡Tienes las manos completamente arañadas! -exclamó Zayn.

-Es de trabajar en el jardín -respondió ella débilmente.

Volvió a intentar liberar sus manos, pero Zayn no se las soltó.

-Deberías cuidártelas -dijo Zayn en tono más suave-. Siempre has tenido unas manos preciosas. Antes las tenías tan suaves como la seda. Era como tocar terciopelo...

Zayn estaba demasiado cerca. Sus manos eran como dos pájaros prisioneros en las de él, dos pájaros que Zayn acariciaba, hipnotizándolos... El corazón le latía con fuerza y respiraba trabajosamente. No debía estar ahí con él, no podía estar ahí con él. No podía permitirle que le acariciase las manos, no podía permitirse responder a esas caricias. No podía. No debía.

No sabía cómo, pero tenía que zafarse de él, detenerle, detenerse a sí misma.

-Zayn... suéltame -balbuceó ella.

Había sido un ruego, una plegaria.

Algo se movió en los ojos de Zayn. Estaban solos en esa casa, solos en el mundo. Y demasiado, demasiado cerca...

-No puedo -respondió Zayn, clavándole los ojos en los suyos.

Y era la verdad, la terrible verdad. Lentamente, con infinita lentitud, le apretó las manos y tiró de ella hacia sí, acercándola aún más. Y bajó los labios hacia los de ella.

-Eres irresistible -susurró él-. _____...

Había añoranza en la voz de Zayn, una caricia.

El pánico se apoderó de ella... y mucho más. Durante un momento, estuvo a punto de rendirse a esa voz, a esas caricias, a esa boca tan cerca de la suya...

Con un sentido común nacido de la desesperación, se zafó las manos. Y, espantada por lo que había estado a punto de ocurrir, se dio media vuelta y salió corriendo de allí.

Zayn se quedó donde estaba, inmóvil.

«He estado a punto de besarla».

¿Cómo se había permitido eso a sí mismo?

Pero lo sabía. Había querido besarla, sentir esos labios pegados a los suyos...

¡No! ¡No! ¡No podía, no debía! ____ era el pasado; el envenenado y atormentado pasado. No era el presente y no debía serlo. Sin embargo, había estado a punto de besarla. Había estado a punto de estrechar su delgado y ágil cuerpo y besarla...

«Tengo que hacerme inmune a ella. Tengo que verla como a una mujer normal, nada especial. Hermosa, sí, pero nada más que eso».

¿Pero cómo inmunizarse?

Y entonces, de repente, ahí solo en esa casa vacía, se dio cuenta de cómo. Era algo lógico y sencillo. Obvio. ¡Por supuesto! ¡Eso era lo que tenía que hacer! ¡Esa era la forma de salir de aquella situación imposible! Para inmunizarse tenía que someterse al contacto. Así funcionaban las vacunas: uno se exponía a la enfermedad para así inmunizarse a ella.

La tensión comenzó a abandonarle. Sí, eso era lo que debía hacer. Se insensibilizaría tratándola como si no fuera nadie especial, alguien completamente vulgar y corriente.

Durante la cena, por ejemplo.

Sí, eso era lo que iba a hacer, iba a invitarla a cenar esa noche. Unas horas en compañía de ____ en un establecimiento público y se insensibilizaría. Dejaría de verla como un fantasma del pasado para considerarla una compañera de mesa, nada más. Dejaría de obsesionarle.

Con decisión, se miró el reloj. Estaba seguro de que lograría su propósito aquella noche: inmunidad a una mujer a la que jamás, jamás, podía volver a permitirse desear.

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Women Bought {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora