Apretando los labios, Zayn miró a su alrededor. ¡Ni rastro del maldito arquitecto! Se miró el reloj. Era justo la hora a la que habían quedado. Él nunca llegaba tarde a una cita. ¡Pero, al parecer, no le ocurría lo mismo al prestigioso arquitecto! Bien, le daría cinco minutos y luego llamaría a su secretaria para que averiguase qué demonios pasaba. Entretanto, echaría un vistazo a la casa.
Había adquirido la propiedad a primeros de año y la había visitado una vez, en febrero. Entonces, le había dado la impresión de estar casi en ruinas, pero ahora...
Mientras echaba un vistazo, la expresión de su rostro mostró aprobación. Sí, había sido una buena adquisición. La propiedad necesitaba una enorme reforma; pero una vez acabada, su valor añadido, tanto económicamente como a nivel de prestigio, sería indiscutible.
Al empezar a pasearse por la fachada principal de la casa, se dio cuenta de que estaba distraído, y su distracción no tenía nada que ver con el retraso del arquitecto, sino con la vivienda temporal de la invitada que ocupaba la antigua casa del ama de llaves.
Su expresión sufrió una metamorfosis. Ya no mostraba aprobación, se había vuelto dura, cínica.
¿Cómo estaría la niña mimada? Debía estar subiéndose por las paredes, muerta de aburrimiento, asqueada del lugar en el que se veía obligada a pasar dos semanas. Ella, acostumbrada a la vida fácil, protegida por la riqueza y devoción de su padre, sin tenerse que esforzar por nada...
Un recuerdo le acosó: la imagen de _____, tan hermosa, con expresión tan tierna, el rubio cabello cayéndole en cascada por la espalda.
Apartó esa imagen de su mente y la sustituyó por la de ____ en el bar del hotel unos días atrás. ____, con un vestido diseñado para atraer a los hombres de la forma más baja posible. Sí, ésa era la ____ que debía recordar.
Inquieto, dio la vuelta a la esquina de la casa y cruzó una terraza cubierta de matojos y malas hierbas bajo un sol que realzaba las grietas de las baldosas y los líquenes de la balaustrada.
Había una larga pared de piedra de dos metros de alto al final de la terraza, ocultando la parte posterior de la casa que, en su día, debía haber albergado a la docena de empleados que habían debido necesitarse para mantener la propiedad en buenas condiciones.
En el muro de piedra había una verja y hacia allí se dirigió, curioso de ver lo que había detrás al tiempo que se miraba el reloj y se preguntaba si debería llamar ya a su secretaria.
La verja era pesada, chirrió y no se abrió fácilmente, pero cedió cuando él la empujó con un golpe de hombro.
A su vista apareció lo que, en su tiempo, debía haber sido un pequeño huerto para surtir de frutas, verduras y hortalizas a los habitantes de la casa, y que ahora estaba invadido por las malas hierbas. Al fondo había otro muro y se dirigió hacia él. En este muro había otra verja y dio otro empujón con el hombro para abrirla. La cruzó...
Y se quedó inmóvil.
Ahí estaba ____. La vio inmediatamente. ____ arrodillada, de espaldas a él.
Ella volvió entonces la cabeza y, durante unos segundos, ninguno de los dos se movió ni habló. Entonces, bruscamente, _____ se puso en pie. Una intensa emoción le invadió. Se sintió confuso.
____. ____, absoluta, totalmente y completamente distinta a como la había visto la última vez. ____, infinitamente lejos de la barata vampiresa de ojos muy maquillados y labios de color escarlata. Esa ____ no podía ser más diferente. Llevaba unos pantalones de algodón usados y una camiseta igualmente gastada, tenía el cabello recogido en una cola de caballo, y en su rostro no se veía rastro de maquillaje, sólo una mancha de barro en la mejilla. También tenía manchas de barro seco en la pernera del pantalón y unas briznas de hierba en un hombro. Y sujetaba una pala con la mano derecha como si su vida dependiera de ella.
Zayn dio un paso hacia delante y frunció el ceño al verla dar un paso atrás automáticamente. El gesto le irritó, le disgustó. Le hizo hablar con más dureza de la que quería.
-¿Qué demonios estás haciendo?
____ parpadeó, pero alzó la barbilla. Sus mejillas enrojecieron.
-Se llama jardinería -respondió ella-. Si no me está permitido, lo siento...
Zayn arrugó la frente, pero no por el tono de voz empleado por ella.
-¿Por qué lo estás haciendo? -eso distaba mucho de lo que había imaginado que estaría haciendo.
-Me mantiene ocupada -respondió ____ con voz brusca mientras trataba de recuperar el control sobre sí misma. La presencia de Zayn la trastornaba-. Además, es evidente que se trata de un trabajo necesario. Este sitio está a punto de venirse abajo.
Las palabras de _____ le recordaron que estaba esperando a que el maldito arquitecto apareciese. Impacientemente, agarró el móvil y llamó a su secretaria.
Aprovechando que Zayn estaba ocupado, _____, con las mejillas encendidas y el corazón latiéndole con fuerza, entró en la casa. ¡Cielos! ¿Por qué había ido Zayn allí? ¿Cómo iba a soportarlo? Se dirigió a la cocina y se lavó las manos con vigor. El corazón seguía latiéndole con fuerza y el pánico empezaba a apoderarse de ella. Respiró profundamente para recuperar la compostura.
Fuera, Zayn, a pesar de estar llamando por teléfono, se había dado cuenta de que ____ se había marchado a toda prisa. Se sintió aún más irritado cuando su secretaria le dijo que el arquitecto había sufrido un percance y que quería cambiar la cita para el día siguiente. Tras acceder a regañadientes, cortó la comunicación y se guardó el teléfono en el bolsillo de la chaqueta. De repente, el gesto le hizo darse cuenta del calor que hacía.
Entró en la antigua casa del ama de llaves y se encontró en un diminuto cuarto de estar detrás del cual había una diminuta cocina; en la cocina, un grifo estaba abierto. Bajó la cabeza para cruzar la puerta. Delante del fregadero, ____ se estaba lavando las manos.
-¿Esa agua es potable? -preguntó él con voz brusca, nacida de su enfado con el arquitecto y por volver a ver a ____.
____ volvió la cabeza, su expresión parecía indicar que no había esperado verle allí dentro.
-Sí -respondió ella.
____ no quería que Zayn se le acercara, por lo que agarró un vaso, lo llenó de agua del grifo y lo dejó encima de la mesa de la cocina, evitando mirarle.
Tras darle las gracias, Zayn se bebió el agua de un trago, estaba fría y sabía bien. Se sintió revitalizado. Miró a su alrededor mientras _____ seguía frotándose las uñas con un cepillo.
Por fin, ____ cerró el grifo, agarró un trapo de cocina y se secó las manos con el mismo vigor con el que se las había lavado. Después, se volvió para mirarle, no podía continuar con los ojos fijos en la pared.
Zayn. Zayn a un par de metros de ella. Zayn sumamente elegante con ese traje hecho a mano, perfecto, igual que el cuerpo oculto por el traje. Igual que su rostro. Sí, perfecto.
Al contrario que ella.
Se sintió cruelmente humillada, consciente de su aspecto: sucia y sudorosa. Pero... ¿por qué preocuparse por lo que Zayn pudiera pensar de ella?
Sin embargo, había algo que debía decirle. Lo sabía. No quería hacerlo, pero sabía que tenía que hacerlo.
-Gracias por prestarme el dinero. Te lo devolveré tan pronto como me sea posible, pero me temo que tardaré algún tiempo. Lo siento.
¿Vio sorpresa reflejada en esos ojos negros como la noche? No lo sabía. No quería mirar. No importaba, como no importaba la reacción que Zayn pudiera tener.
Zayn se encogió de hombros.
-No tiene importancia. Lo importante era que salieras de Londres, sacarte del arroyo.
____ apretó la mandíbula.
-Te devolveré el dinero -insistió ella.
No sabía cómo ni cuándo, pero se lo devolvería aunque le llevara años. ¡No quería estar en deuda con Zayn Malik!
Zayn volvió a encogerse de hombros y ella se enfadó. ¡Zayn no podía haber dejado más claro que no le importaba en absoluto perder cinco mil libras! Para él no era nada, para ella era la salvación.
-Si quisieras hacerme un favor, podrías prepararme algo de comer -le dijo él-. No he almorzado.
_____ se puso tensa. No quería que Zayn se quedara allí, quería que se marchara. Le daba igual el motivo que le había hecho ir hasta allí, lo quería lejos.
-No creo que tenga la clase de comida a la que estás acostumbrado -le espetó ella.
Una oscura ceja se alzó.
-Ni a la que tú estás acostumbrada, ¿verdad, ____? Estás acostumbrada a algo más lujoso que esto.
Notó sarcasmo en su voz y se tragó una contestación. ¿De qué serviría? Pero su silencio parecía haberle irritado, lo vio en el brillo de sus ojos.
-No era esto lo que esperabas, ¿verdad? -insistió él-. ¿Creías que te iba a rodear de lujo durante dos semanas?
-Lo que creía carece de importancia, ¿no? -respondió ella en tono neutral, no estaba dispuesta a prestarse a ese juego-. Además, este lugar es muy tranquilo.________________