【ʟɪʙʀᴏ ɪ: ꜱᴀᴋᴜʀᴀ-ʜɪᴍᴇ ꜱᴀɢᴀ】
【ᴄʀᴏꜱꜱᴏᴠᴇʀ ɴᴀʀᴜᴛᴏ x ʙʟᴇᴀᴄʜ】
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Los susurros de su nombre, las historias de quién fue... Todo parece estar tan fresco en la memoria de la Sociedad de las Almas...
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Autora POV
— Finalmente ha llegado el día... ¿Eh? —murmuró la joven de cabellos rosados.
Tessai, Jinta y Ururu se encontraban de pie junto a ella, todos esperando a que Urahara hiciera acto de presencia junto a los demás que se encontrarían participando de aquella travesía a la sociedad de las almas.
— Por favor, tenga cuidado cuando esté allí, Sakura-hime... —habló Tessai, de la misma forma que un familiar cercano le diría a una joven adolescente que estaba a punto de emprender un importante viaje.
— No tienes de qué preocuparte, Tessai-san... Después de todo, soy la gran y hermosa "Sakura-hime", no creo que me hagan daño. —bromeó ligeramente la ojijade. Aún era extraño para ella escuchar aquel título, por lo que estaba tratando de acostumbrarse a la idea.
— ¿Realmente crees que te reconocerán allí? —preguntó Jinta cruzando sus brazos por detrás de su cabeza. — Incluso si aún cuentan historias sobre ti, podrían pensar que eres una impostora o algo por el estilo —alegó. Ururu asintió varias veces estando de acuerdo con el pelirrojo.
— Uhm... No estoy realmente segura, pero espero que si... —contestó de forma honesta la joven de cabellos rosados. — Al ir allí, no solo espero poder ser de ayuda para rescatar a Rukia-san, sino que también tengo la esperanza de recuperar mi memoria, y las personas que se encuentran allí podrían ser una clave importante para lograr mi objetivo... —confesó.
Sakura realmente quería saber lo que había sucedido con ella. Durante los días transcurridos mientras Ichigo entrenaba para recuperar sus poderes de shinigami, la pelirrosa había logrado recordar algunos detalles realmente vagos, algunos nombres y rostros que surgían en su mente ocasionalmente. Era realmente extraño el pensar que, antes de llegar a los Haruno, había sido una persona completamente distinta.
Una de sus manos se dirigió a su cuello, rozando con delicadeza la fina cadena de plata que lo rodeaba.
