【ʟɪʙʀᴏ ɪ: ꜱᴀᴋᴜʀᴀ-ʜɪᴍᴇ ꜱᴀɢᴀ】
【ᴄʀᴏꜱꜱᴏᴠᴇʀ ɴᴀʀᴜᴛᴏ x ʙʟᴇᴀᴄʜ】
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Los susurros de su nombre, las historias de quién fue... Todo parece estar tan fresco en la memoria de la Sociedad de las Almas...
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Autora POV
Los pasos de la pelirrosa eran lentos y pesados, reflejando su humor mientras avanzaba a través de las calles del seiretei. Estaba siendo acompañada por cinco shinigamis pertenecientes a la primera división, los cuales Yamamoto había elegido para escoltarla luego de aceptar su solicitud de dejarla ver a Aizen por última vez.
— Hemos llegado, hime-sama. —anunció uno de sus escoltas, Sasakibe Choujiro, teniente de la primera división.
Sakura levantó la mirada observando cómo los cuarteles de la cuarta división se alzaban frente a ellos.
— Gracias... —murmuró lentamente la pelirrosa, ofreciéndole una débil sonrisa al hombre de mayor edad. — No tardaré mucho, lo prometo.
El contrario se apresuró a negar con la cabeza en respuesta a sus palabras.
— Comprendo la delicadeza de la situación, hime-sama. Tómese el tiempo que necesite para despedirse de Aizen-taichou. —habló con calma el teniente. — La estaremos esperando aquí para escoltarla de regreso a la mansión Kuchiki cuando esté lista.
Un suspiro escapó de los labios de la ojijade, seguido de un leve asentimiento.
Sasakibe se hizo a un lado para permitirle el paso a la princesa. De forma dubitativa, Sakura avanzó para adentrarse al gran edificio en cuyo interior parecía reinar el caos. Varios heridos ocupaban las camillas del área médica, mientras que los miembros de la cuarta división se movilizaban tan rápido como les era posible intentando brindar la mejor atención.
La pelirrosa escaneó la habitación con la mirada buscando la figura de Unohana. No pasaron muchos segundos antes de que pudiese identificar el haori de la pelinegra. Rápidamente se acercó a ella, colocando una de sus manos sobre su hombro para llamar su atención.
La capitana de la cuarta división se volteó con una expresión de sorpresa, no parecía haber esperado ver a la pelirrosa en aquel lugar.
— ¿Sakura-hime...? ¿Qué la trae por aquí? —preguntó con calma la mujer adulta.
