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Gerard salió de la casa con la mente en blanco, se sentía cansado y agitado, obviamente sabía las razones. No tenía alguna excusa para justificar sus acciones, había tenido sexo con un menor de edad. Se le habían salido de control las cosas.

Pero al contrario de lo que tenía pensado, no fue extraño, debía decir que se había sentido diferente. El cuerpo pequeño y suave de Frank le resultó perfecto, sentía enojo con él mismo por pensar así. Era como si llevara cargando en uno de sus hombros un diablito que recordara constantemente lo genial y satisfactorio de estar con Frank, pero en su hombro contrario un ángel le recriminaba sus actos indecentes.

Encendió el motor del auto y se alejó de la casa, quedarse estacionado allí por más tiempo sería anormal. Mientras conducía, sus pensamientos eran los que realmente viajaban, pasando entre los recuerdos de su hermano mencionando a Frank con emoción.

Era un pésimo hermano, aunque tenía claro que eso no podía volver a suceder. Miró su reflejo en el espejo retrovisor, todavía podía ver destellos del delicado rostro del castaño. Dispersó los pensamientos estúpidos, para dar paso a rememorar la verdadera razón por la que había entrado a esa casa. No pudo hablar con Linda, y después de lo ocurrido sería más difícil hacerlo, tampoco tuvo una mejor impresión sobre la personalidad de Frank.

El menor le transmitía fragilidad, aunque intentara demostrar todo lo contrario. Y había podido entender un poco de su realidad, era un adolescente necesitado de un poco de cariño; cariño que se negaba a recibir o aceptar. La felicidad y tranquilidad que obtenía através de alguna anfetamina parecía serle suficiente, pero en el suspiro de alma que escapaban por sus ojos podía verse otra cosa.

Estaba seguro de que Mikey nunca iba a entender eso, y sólo vería por encima del asunto, no tenía suficiente interés y energía para luchar con algo tan fuerte. Probablemente su enamoramiento no involucraba algo profundo, al igual que los encuentros de Frank. Aunque eso no significaba que los sentimientos de su hermano no fueran válidos, y esa parte era la que lo hacía sentir mal. Había distanciado totalmente la idea de Michael junto a Frank.

Deteniendose un momento ante un semáforo en rojo, su conciencia arrolló las pocas justificaciones que habían para sus actos y lo atacaron terribles ganas de llorar, una sensación similar a la que se tiene cuando en una conversación intentas no hablar para no llorar, pero en ese momento el único que podía hablarle era él mismo. Y lo único que repetía era lo miserable que debería sentirse por haber traicionado sus propias palabras.

***

—¿Jam?.

—¿Qué pasa?—Respondió la mujer de forma desinteresada mientras arqueaba sus pestañas. Llevaba un disfraz bastante ajustado de Wonder Woman.—Esta cosa no me cubre nada—Dijo observando su trasero en el espejo.

—¿Por qué querrías que te cubra?—Jamia lo miró y le dió la razón, luego guardó silencio para escuchar lo que tenía para decirle.—El otro día estuve con alguien.

—¿Dallon?—Frank negó, aunque también había estado con él.—¿Entonces?.

El castaño levantó la capa de su disfraz para ver el resultado final, había tenido que cortar un pedazo de tela porque era demasiado larga.

—¿Alguna vez te gustó una persona?—Jamia se giró inmediatamente, manchándose el tabique de su nariz con el aplicador de rimel.

Ay no, no me digas que ya te enamoraste.

—¡No estoy enamorado!.

—¡Eso es lo que diría un enamorado!—Frank se cruzó de brazos, haciendo notar su enojo, su vestimenta de vampiro se le veía tierna en esa posición.—Está bien...no estas enamorado, ¿te gusta alguien?.

—No diría que me gusta—Volvió a atarse la capa al cuello, después tomó asiento en la cama para continuar a hablando.—Solamente tengo ganas de volver a estar con él.

Oh, ¿y por qué no lo haces?.

—Solamente fue algo de una vez, además es imposible—Frank se mordió el labio inferior, Jamia finalizó su maquillaje, arreglando el desastre que hizo en su nariz y se sentó junto a su amigo para prestarle mayor atención.

La castaña pensó un poco sobre la situación, no era fácil imaginarse alguna persona que hiciera comportar a Frank de esa manera. Lo notaba pensativo, con una actitud apagada, cuando debería ser al revés, porque solo faltaba una hora para que comenzara su fiesta de cumpleaños.

El día treinta y uno de octubre se la pasó recibiendo felicitaciones por su cumpleaños, y aunque hubiera deseado estar un poco más feliz, no pudo. Todo el día se mantuvo esperando que Gerard le enviara su mensaje de felicitaciones, pero cuando al fin llegó, era de noche y ni siquiera sobrepasaba las diez palabras.

Y ese mismo día, sábado, tampoco parecía muy animado

—¿No vas a decirme de quién se trata?.

—Me acosté con Gerard—Dijo al fin, y Jamia puso la mayor expresión de sorpresa, riendo y haciendole preguntas subidas de tono.—Pero no es lo que esperaba.

—¿Qué quiere decir eso?.

—Yo esperaba que sea más...—Frank intentaba encontrar la palabra correcta.

—¿Grande?.

—¡No!, no me refiero a eso, solo pensé que sería más lindo.

—¿"lindo"?—Repitió la contraria con gracia, pensando que lo decía en broma.

—Si, después de...—Movió las manos para evitar decir que fue luego de que tuvieron sexo.—Solamente se levantó y se fue, encima me remarcó que no va a volver a pasar.

—¿No es bueno que lo tome así?, vos siempre haces lo mismo.

—Sentí como si me estuviera prostituyendo—Jamia rió por eso, en algún momento habia hasta pensado que en realidad eso era lo que hacía, porque tenía encuentros con muchos chicos.—¿Qué hago?.

—¿Decírselo?, aunque no creo que vayas a hacerlo, si queres salir con él deberías tratarlo con...—Ambos fingieron un escalofrío con la última palabra que mencionó la castaña.—Cariño.

—No quiero que salgamos, simplemente me hace sentir emocionado...—Frank dejó la frase en el aire y Jamia lo incitó a continuar.—Que esté cerca de mí.

Jamia gritó un "aw" para molestarlo y terminaron en una pequeña lucha para que Frank admitiera que le gustaba.

Little. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora