1. Intuición

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Cuando era joven, me enamoré
Solíamos tomarnos de las manos, eso era suficiente
Luego crecimos y empezamos a tocarnos
A besarnos bajo la luz en el fondo del bus
Oh, no, a tu padre yo no le agradaba
Y no me creyó cuando dije que eras el indicado
Oh, cada noche encontraste una forma de escabullirte por tu ventana y venir hacia mi
Solíamos encontrarnos en el lado este
En la ciudad donde el sol nunca se va.

Eastside by Benny Blanco, Halsey y Khalid.




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El primer día que llegó la familia Do a la casa de al lado, mis padres estaban muy entusiasmados. Yo tenía apenas cinco años, y para ellos unos vecinos que no fuesen ancianos como los que habían en los alrededores, era todo un alivio. Era la oportunidad de hacer amigos y en el futuro, compartir cenas, meriendas y tardes de verano cargadas en pláticas banales. Obviamente y en consecuencia, también era propicio para mí, ya que tendría un amigo más cercano. En el jardín de infantes, me costaba bastante relacionarme con mis compañeros debido a mi timidez, y para mi mala suerte, tampoco vivían niños en los alrededores como para explotar mejor mis escasas habilidades sociales.

Hasta ese día.

Ese día recuerdo amenamente que estaba mi abuela de visita en casa, solía quedarse por lo general una semana en verano, era tediosa, pero como yo aún era niño y ella me consentía bastante, no podía verla así; sin embargo, a mi hermana mayor GaIn le tocaba todo el trato serio y autoritario. La abuela siempre tenía un comentario de cómo debería sentarse en el sillón, de cuánta comida era suficiente para cuidar su peso y demás cosas que hacían que GaIn a sus escasos diez años, ya se sintiese completamente angustiada cada vez que ella venía.

No por nada fue la única que no lloró en su funeral. Cuando mi abuela falleció yo tenía trece años recién cumplidos y GaIn ya tenía sus dieciocho, pero lo único que me había dicho mi hermana con cierto rencor y culpa, era el gran alivio que sentía. La abuela la había criticado hasta su último respiro por no decidir estudiar una carrera universitaria y juntarse tan tempranamente con su novio en la ciudad. GaIn siempre había sido bastante rebelde y aunque su mudanza sólo le duró dos años, a los veinte estaba de vuelta en casa, buscando trabajo desesperadamente hasta poder volver a irse.

La abuela había sido bastante dura con ella, y GaIn también lo era con nuestros propios padres; pero qué más podría decirle, si nuestros padres sólo oían la voz de la abuela como si fuese la palabra de Dios y renegaban de mi hermana en lugar de defenderla y ayudarla a mejorar. Yo hacía lo que podía, pero tampoco quería tener a todo el mundo en mi contra. GaIn sabía tomar provecho de las situaciones y si notaba que yo no estaba de su lado, me mandaría al frente con mis asuntos, cuando en realidad ella también tenía grandes problemas; así que salir en su defensa durante la adolescencia, resultó más conveniente para mi propia libertad.

Tal vez parecía otro niñito de mamá, o mejor dicho de su abuela, pero es que ella siempre supo que algo en GaIn no iba bien cuando inició la secundaria y comenzó con problemas de conducta que nunca habían sido tan graves en la primaria. Más tarde en la preparatoria y gracias a que la derivaron al consejero escolar, supimos que tenía un desequilibrio mental llamado bipolaridad, pero que nuestros padres se negaron a aceptar. La abuela decía de un modo absurdo, que ya se la había cargado el Diablo y sólo fingía hacerse la loca para evadir sus responsabilidades.

Nuestros padres simplemente hicieron caso omiso a la recomendación de la escuela por tratar su trastorno, aludían que ella sola se había hecho todo ese mal. Así que GaIn iba y venía, y yo no sabía ni siquiera cómo ayudarle, porque para empezar no sabía ni cómo ayudarme a mi mismo. En mi cabeza todo lo que había era la voz de la abuela diciéndole a mamá en el pasado y al conocerlos, que el hijo de los Do tenía algo malo; por ende, no era buena idea que nuestras familias se relacionasen.

Ahora, con ya treinta años, puedo dar fe de que la abuela aunque era una vieja odiosa, tenía razón de un modo que incluso hoy, me genera terror. Parecía mentira que su sexto sentido fuese tan fuerte, su intuición tan certera, y sus razonamientos tan pobres. Supongo que no se podía tener un perfecto balance de ambas.

En mi caso, las emociones siempre me ganaban.

¿Qué más iba a hacer al respecto con sólo cinco años? Si en cada día que pasaba, durante los años que observé a Do KyungSoo en silencio, desde la ventana de mi habitación y a través de los arbustos, más me llamaba la atención. La curiosidad se acrecentaba en mi interior, veloz e intensa, por un niño con el que no podía tratar.

Quizá era por ese mismo miedo irracional e infundado por mi familia, que no me atreví a hablarle durante tanto tiempo. Apenas habíamos intercambiado unas pocas palabras en distintas ocasiones, y cada vez que lo hacía, no volvía a saber de él por una larga temporada. Quizá era porque estaba tan acostumbrado a las porquerías cotidianas de mi vida, que nunca fui capaz de ver que Do KyungSoo era el causante también de una de ellas.

De los sentimientos oscuros y poderosos que se fueron formando en mi interior durante todos esos años.

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Memorias de una Orquídea 🌺 (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora