12. Ángel

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Aprecio el modo en que me miras, no puedo mentir
Lo tiro, lo levanto y vuelvo al inicio
Caí del cielo ahora vivo en el infierno
No puedes sacarme de tu mente...
Aprecio el modo en que me quieres, no puedo mentir
Sé que quieres creer que eres mío
Bebé, lo entiendo, no puedes saberlo
Y no puedes sacarme de tu mente
Estamos en esto juntos
Pero no me llames ángel.

Don't call me angel by Ariana Grande, Miley Cyrus and Lana del Rey.






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Ausente otra vez.

Después de ese regalo, de ese remolino que dejó en mi interior, no volví a cruzarlo en persona durante un par de meses; ni a la salida de mi casa, ni en el boulevard rumbo a la escuela, ni en los recreos cuando lo buscaba a través de la reja. Él se había molestado porque yo mantenía la distancia, pero él tampoco hacía nada para acercarse amistosamente a mi; excepto sus apariciones fantasmales... Y sus espectáculos sensuales en la ventana, esos que seguían incluso, durante la llegada del verano.

El calor y el color, volvían otra vez a nuestras vidas, y con ello también, las ansiadas vacaciones.

No sé porqué me hacía tanta ansia, es como si estuviese esperando por que algo excitante pasase. El calor que traía distracciones como la alberca, las salidas hasta más tarde con algunos compañeros, beber cerveza -aunque no me gustase- y a escondidas de nuestros padres, eran pequeñeces que se sentían increíbles a los catorce. Incluso fantasear con el primer amor, que parecía muy lejano de llegar a mi vida, lo sentía tan cercano y maravilloso, cuando me encontraba con los ojos de KyungSoo.

Otro día más, él me observaba.
Desde su ventana me cautivaba,
y yo lo dejaba.
Algunos días simplemente,
las ganas de sentirme deseado,
me ganaban.
Entonces mis ventanas,
de par en par,
abiertas quedaban.

El deseo ardiente de sentir algo más emocionante crecía. Crecía cuando su mano se deslizaba por su vientre y acababa más abajo, en su entrepierna; donde yo no alcanzaba a ver, y donde él subía y bajaba; donde gracias a sus expresiones sabía que estaba disfrutándolo...

Y me hacía anhelarlo también.

Ese fue el motivo por el que comencé a imitarlo, luchando contra mi cabeza diciéndome que era un sucio, que eso era algo prohibido. Sufriendo entre si estaba bien o mal hacerlo, lo copié. En silencio, bajo mis sábanas por las noches y cuando todo el mundo dormía, llevaba mi mano también a mi miembro para calmar la fiebre que me corroía, la que me hacía despertar cada mañana con una erección que debía bajar con una ducha fría, antes de ir a desayunar. Ese verano el deseo sexual florecía con más fuerza, y quemaba como el sol, queriendo dejar marcas, o mejor dicho, blancas manchas en mi abdomen.

Blanco como el torso de KyungSoo, puro como la inocencia que ninguno ya tenía. Y rojo como sus labios, como la lujuria que en silencio, me consumía. Rojo como el desliz de su boca cerca de la mía, cuando una mañana en la que salí a despejar mi cabeza tras despertar sofocado por el calor en mi habitación, lo encontré a mi lado.

Me había quedado sentado un par de minutos en el césped contra el muro de nuestra despensa. A las siete de la mañana el clima ya era bastante cálido pero no tanto como dentro de casa, donde aún se conservaba el calor de todo el día anterior en las paredes y techos. Mi habitación y la de GaIn solían ser un horno en cada verano ya que eran las únicas en el piso superior, muchas veces salíamos a refrescarnos en el pasto hasta que a eso de las diez, el sol comenzaba a quemar y volvíamos a entrar para desayunar.

Debí haberme dormido profundamente un par de minutos a la sombra y en tierra firme, los suficientes para sentirme en el cielo cuando sentí a alguien recostarse cerca. Pensé que era un sueño hasta que el roce por mis mejillas fue tan reiterado, que me estremecí y abrí los ojos, encontrándome con el soplido de los labios fruncidos de KyungSoo sobre mi. Tan tentadores que lo último que pensé fue en porqué estaba él allí, haciéndome eso.

Memorias de una Orquídea 🌺 (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora