25. Jardín de Orquídeas

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¿Podemos ser honestos?
Estos son los requerimientos
Si crees que puedes ser mi único y verdadero amor.
Debes prometer amarme
Y mierda, que si me jodes
Voy a despedazar tu maldita cara.
Pretendientes de la secundaria, hagan fila
Me hacen perder el tiempo
Pretendientes de la secundaria, cállense si no son mi tipo.

¿Podrás abrazarme toda la noche?
Pon tus labios sobre los míos
Una cara amarga cuando empiece a llorar.
¿Podrías ser mi primera vez?
Cómeme como un pastel
Haz que no me quiera morir
Ámame rudo y déjame volar
Levántame y drógame
Átame y no te vayas de mi lado
No seas una pérdida de tiempo...

High School Sweethearts by Melanie Martinez.




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Monotonía, silencio total. En nada había cambiado mi pueblo natal. Regresé, y no para ver a exclusivamente a mis padres, quienes tuvieron al igual que yo, sentimientos encontrados al volver a vernos. Después de todo, aún si ellos no eran mi prioridad, en el fondo de mi corazón, necesitaba tener un último contacto. No importaba si era desprecio, necesitaba saber que al menos, ellos también seguían sintiendo algo. Que eran conscientes de mi existencia y no me habían olvidado.

Mi madre, ante mi sorpresa, me abrazó diciéndome lo mucho que me había extrañado; ambos rompimos en lágrimas que tardaron en secarse, ella se notaba bastante envejecida, y su duro semblante del pasado, ahora estaba caído por el peso de unos trágicos años en los que al parecer, intentó dirigir su energía hacia su nieta y concentrarse en la felicidad que no había compartido con sus hijos. Por otra parte, mi padre no me había dirigido la palabra. Él, quien siempre había parecido más comprensivo, era el único que no me había recibido. Se notaba su rostro brillante, como si hubiese rejuvenecido, probablemente su jubilación hacía años del hospital, lo traía más relajado; sin embargo al verme, se reflejó en él, el mismo rencor que el de los padres de JunMyeon.

Los cambios eran evidentes en el físico, pero más difícil era notarlos en la mente; no obstante, todo relucía rápidamente, porque claro que esos años habían dejado marcas, heridas, y cicatrices en todos. Que mi mamá me abrazase intentando de que no huyese una vez más de su vida, fue prueba suficiente para saber que no podía quedarme con ellos. Su reacción, me partió el corazón en tantos pedazos que, contando las partes en que KyungSoo ya lo había roto; yo ya tenía polvo del desierto, en lugar de un músculo latiendo. Nada podía recomponerlo cuando mis objetivos, por primera vez en mi vida, estaban tan claros; no había regresado a mi pueblo a reencontrarme con mis padres, sino a despedirme de ellos, para siempre.

Mi destino desde mi salida, había sido buscar a la señora Do. Quería preguntarle sobre KyungSoo, y aunque me hubiese mentido los primeros diez minutos tras tocar su puerta, sin abrirme, diciendo que no sabía dónde estaba él; yo sabía que mentía.

—Por favor, ábrame —supliqué—. Sólo vine por usted...

Después de unos segundos, la puerta se abrió lentamente. El rostro de la señora Do me contemplaba compasivo, las lágrimas caían sin siquiera haberme dicho nada, entonces extendió una mano hacia mi hombro y con una sonrisa apenada, murmuró un: «Estás aquí». Me dejó pasar y nos sentamos en la cocina, yo aguardé con una falsa calma, estaba ansioso, pero cuanto más esperaba, más me relajaba. Porque por primera vez, conocía la casa de KyungSoo. Era amplia, tenía muebles notoriamente lujosos, y una cocina con artefactos muy modernos. Tenía tantas comodidades él en su vida, y se había largado por un poco de mierda. Tenía una madre trabajadora, amable y protectora, y él siempre la había visto como un recurso.

Memorias de una Orquídea 🌺 (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora