2. Parásito

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Quítate de mi presencia
Que me estás martirizando
Ya a la memoria me trae
Cosas que estaba olvidando
Ponme la mano aquí Catalina
Ponme la mano aquí que la tienes fría
Mira que me voy a morir...

Catalina by Rosalía.




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La belleza de las flores siempre fue de gran atractivo para mi, mamá tenía una pequeña florería en el centro del pueblo donde todo el mundo nos conocía. Yo solía atender seguido después de la escuela y le ayudaba con el mantenimiento, mientras que GaIn se empecinaba -según mamá-, en ser la vergüenza de la familia; sin embargo papá y mamá sólo ignoraban los rumores maliciosos y reían con falsedad a cambio, porque bien sabían que allí todos tenían siempre un trapito sucio, y por igual, una oveja negra en la familia.

Pero en el fondo sé que GaIn no era la oveja negra, sino yo por las cosas que acontecieron mucho más tarde y que hice a consciencia. Para mi GaIn era una loba y todos temían de lo que realmente pudiese hacer, era sencillamente rebelde y salvaje, pero eso no la hacía malvada; siempre la quise mucho, aunque tuviese sus locuras mentales y no fuese capaz de diferenciar la realidad de la fantasía, aunque intentase huir de nosotros.

Ella siempre tenía palabras de aliento, me persuadía a que hiciese lo que más me gustaba, y eso era bailar. Pero claro que viviendo donde vivíamos, la posibilidad se veía muy lejana y nuestros padres no apoyaban ese tipo de sueños artísticos, por eso GaIn siempre andaba yendo y viniendo; sus pinturas nunca eran bien recibidas en ninguna galería y el poco dinero que tenía, lo gastaba viajando de ciudad en ciudad probando suerte y comprando más materiales que eran costeados cada seis meses con algún nuevo novio que le facilitaba hospedaje.

Aún recuerdo cuando la primera vez que se iba de casa vino corriendo a mi habitación a contármelo: «¡El profesor Hong dijo que me llevará con él a la ciudad! ¡Nos iremos juntos y así no tendrá problemas con la escuela!».

Mi sorpresa había sido quizá mayor que la de mis padres quienes simplemente ya no esperaban nada de ella, pero por algún motivo, yo confiaba en que se iría para estudiar, para hacer algo más de su vida fuera de este monótono pueblo; no obstante esos no parecían ser sus planes. El profesor Hong de artes parecía interesado sólo en pintarla desnuda, y así fue, luego de dos años ella ya se había cansado de aquello.

Yo con trece años, de a momentos envidiaba su huida de casa con quien amaba, envidiaba su desapego a la familia, su convicción de ir por lo que deseaba aún si era poco factible que viviese únicamente de pinturas. Deseaba ser un poco más como ella, más desatado, atrevido y simpático.

Más confiado de mi mismo.

Y es que entablar una relación mínimamente amistosa con Do KyungSoo, parecía seguir siendo un sueño imposible, incluso en la adolescencia, cuando mis intenciones y deseos se transformaron en una fantasía que quería vivir pero a la cual no me atrevía por miedo.

Por esos miedos tontos pero racionales que me decían que él era malo más allá de sólo los rumores. Que no era factible tampoco tener nunca nada honesto a su lado, porque como las orquídeas que tanto amo, éstas cual parásito, necesitan crecer sobre una base firme, a costas de otro ser vivo, de otra planta.

Y Do KyungSoo junto con sus intenciones, siempre estaba a costas de mi, intentando penetrar en mi corazón con motivos pocos sanos. Tarde pero seguro me di cuenta que él era mi orquídea favorita, un parásito alimentándose a través de los años de nada más y nada menos, que de mi propia cordura.

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Memorias de una Orquídea 🌺 (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora