Dos sillas vacías y un batido

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ETHAN

- ¿Te molesto?- dijo Ethan a la chica pelirroja que acababa de salir del bar con cierta incomodidad.

- No, no, que va- respondió nerviosa pero con una sonrisa sincera en la cara- simplemente me he acordado en que tu también estabas dentro, con nosotros.

- Si, lo estaba, parece ser la única que te has dado cuenta.

La chica pelirroja se sonrojó.

- ¿Me puede deleitar con su nombre madame?- Ethan intentaba volver a ver la sonrisa sincera en el rostro de la chica, lo consiguió.

- Maia ¿Y usted monsieur?- Maia había decidido seguirle el juego, ese chico tenía algo que le gustaba, probablemente se lo pasaría mejor fuera con él en cinco minutos que dentro en un año.

- Ethan- por primera vez Ethan se apartó de la pared y se dirigió a Maia, la que parecía sonrojarse cada vez más a medida que Ethan se acercaba a ella, cuando sólo los separaban algunos cencimetros Ethan cogió la mano de Maia  y se la llevó a a sus labios. Tras darle un beso y dirigirle a ella una mirada intensa la dejó colgando de nuevo del hombro de Maia.

- Es usted todo un caballero Ethan -Maia estaba tan roja que se podía confundir con un tomate- me acompaña- Maia había puesto uno de sus brazos en una especie de jarra y se lo tendía a Ethan con la esperanza de que este se enganchara a ella.

- No, va a ser usted quien me acompañe a mi- Ethan imitó el gesto de Maia.

-¿Vamos a dar una vuelta?

-He venido sólo un momento para tomar el aire - Maia salió del juego, la idea de estar a solas con alguien a quien conocía de hace menos de un minuto la aterraba- Estaba pensando más bien en volver al bar.

- ¿Con esos a los que sólo se importan ellos mismos? Dime ¿Se han fijado tan siquiera en que te has ido?

Maia retrocedió un par de pasos para asomarse por las puertas de cristal.
La chica que se retocaba en el móvil ahora lucía victoriosa en su silla y el chico con el que discutía estaba agachado en su asiento por el resto cada uno seguía a lo suyo.

-No, pero...

- Pero nada- la interrumpió Ethan- si nosotros nos vamos ni siquiera lo notarán, seguirán a lo suyo, ni siquiera les ha extrañado el hecho de que seamos 10 pero sólo hayáis pedido 8 batidos porque ni Dafne ni yo estábamos.

- Así que se llama Dafne- pensó Maia.

- Asi que si nos vamos pasaremos un buen rato y para ellos seremos sólo dos sillas vacías y un batido, dime ¿Quieres disfrutar las pocas horas que nos quedan en esta ciudad antes de que nos montemos en el bus?

Maia volvió a sonreír.

Algún día te girarás y no estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora