Algún día te girarás y no estaré

El pasillo

MARTIN

Un largo pasillo se extendía a los pies de Martin, era de noche y no se alcanzaba a ver mucho. El parpadeo de las lámparas de los pasillos dejaba entrever de vez en cuando alguna parte de la pared.

Martin avanzaba a pequeños pasos por él, que, además de acumular suciedad a sus lados, lo cual indicaba el gran trabajo que hacían las señoras de la limpieza, era muy antiguo y debajo de la moqueta había tablas de madera, las cuales llevarían allí más o menos desde que se descubrió América, lo sorprendente era que aquel hotel de carretera siguiera en pie.

- Me recuerda muchísimo al que estuve con... ¡Mierda! no le he mandado ningún mensaje ni he dado ninguna señal de vida desde el jueves.

Ella era muy importante para Martin, se conocían desde hace pequeños pero tan solo hace unos años que Martin se lanzó a preguntarla que si quería que fuesen algo más, desde entonces, aunque su relación haya tenido sus altibajos Martin no cambiaría nada de lo ocurrido, solo lleva seis días sin ella y la echa en falta como si se hubiera ido al extranjero cuatro años.

- Y ahora ella tiene que estar preocupada, pensando en mí, imaginándose que me ha pasado algo, con todo lo que hace ella por mí...

Martin de vez en cuando se sentía como si no mereciese estar con ella, era leal, atrevida, graciosa quizá podríamos decir que hasta un poco ingenua. Martín era todo lo contrario a ella, era impaciente, con los pies en la tierra, preocupado y aunque a veces pudiera parecer que no tiene dos dedos de frente era bastante inteligente, quizá por eso le eligieron a él para representar a su instituto en los concursos.

- Necesito mandarla un mensaje ya.

Martin sacó el móvil de su bolsillo y lo encendió, entró en el chat que tenia con ella y la escribió.

Mientras Martin estaba absorto en sus pensamientos en ella, tratando de no hacer ruido, se descuidó de lo más importante: mirar detrás de él.

Pero ya era demasiado tarde.

Ya había alguien más allí.