X: Odio los viernes.

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Último día de la semana: viernes.

Todo el mundo ama los viernes, todo el mundo quiere que lleguen los viernes, a todo el mundo le gustan los viernes; a mi, no.

Antes me encantaban; pero desde que mi madre se casó con Thomas, los viernes solo significaban una cosa: tendría que aguantar al estúpido de Matt tres días seguidos, gracias a que mi querida amiga Emiy se iba todos los fines de semana al pueblo de su madre, ya que allí estaba toda su familia.

Así que lo único que me quedaba por hacer era estar todo el día metida en mi cuarto con el seguro echado para que nadie pueda entrar en él.

Hoy hacía justo una semana que mi madre y Thomas se habían ido de viaje, todavía quedaban siete semanas para que volvieran; una mierda todo.

El despertador sonó a su hora indicada, las siete y media, me levanté, me duché, me vestí y bajé a desayunar.

Gracias a dios, el estúpido no estaba allí y pude desayunar tranqula.

La verdad, no sé dónde se abría metido -tampoco es que me importe- pero no estaba por ningun lado.

Terminé de desayunar e hice lo de todas las mañanas: subir a lavarme los dientes, coger mi mochila, mi móvil y mis llaves, e irme dirección: la escuela.

Esa cárcel que desde hacía una semana para acá se había combertido en mi salvación.

Mi salvación para liberarme de Matt durante seis horas y media y toda la tarde con la excusa de los deberes y el estudio.

Desgraciadamente al llegar allí lo ví apoyado sobre el capó de su coche fumandose un cigarrillo.

Decidí pasar de él y no preguntarle donde se había metido esta mañana.

Mientras iba andando hacia la puerta principal alguien se me arrojó encima y empezó a darme besos por toda la cara.

Y así era mi mejor amiga, espontánea y tonta, pero la quería como a ninguna.

- Emily, me agobias.- le dije.

- Ups, perdon.- dijo quitandose de encima mío y riendose.- ¿Qué tal amiga?

Dijo enlazando su brazo con el mio empezando a caminar -de nuevo- hacia la puerta de entrada.

- Pues bien, ¿y tú?- le dije sonriente.

- Hoy estoy realente feliz.- me dijo.

- ¿Por qué?- cuestioné.

- ¿Te acuerdas del chico del que te hablé del pueblo de mi abuela?- asentí con la cabeza.- Pues esta mañana me ha mandado un mensaje diciendome que tenía muchas ganas de verme y que estaba deseando que llegara mañana.- respondió pegando pequeños saltitos en su lugar, ya que habíamos llegado a los casilleros.

- Pues que bien, me alegro mucho por ti.- dije dándole un abrazo.

- Ally, me estas ahogando.- dijo entrecortada.

- Para que veas como jode, amiga.- me reí.

En eso sonó la campana que indicaba el comienzo de la jornada escolar, por delante nos quedaban seis horas de extremado aburrimiento.

Mientras iba caminando hacia mi clase -que no era junto a Emily- alguien me agarró del brazo y me hizo entrar en el cuartito donde el conserje guardaba los utensilios de limpieza.

- ¿Pero qué carajos haces?- le pregunté.

- Solo quería hablar contigo.- sonrió.

- ¿Y no puede ser esta tarde en casa?- pregunté realmente molesta.

El playboy es mi hermanastro. {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora