Advertencias

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Elizabeth caminaba descalza por una hermosa pradera, había pequeñas hadas bailando sobre las flores, parecían felices con su llegada. Comenzaron a guiarla por un sendero, el sendero más hermoso que ella hubiera visto, estaba fascinada por la belleza del lugar pero al mismo tiempo... sentía que ya había estado aquí.

Mientras avanzaba comenzó a observar una especie de monumento de piedra, tenía la forma de un castillo pero no era más grande que el depósito de escobas de los Weasley; se sentía atraída por ese lugar, era como si la llamará; las hadas se detuvieron, pero ella sentía que debía de avanzar, no había una puerta pero algo dentro de ella le dijo que debía de tocar un símbolo extraño en la pared; en cuando lo toco comenzaron a sonar cerraduras dentro de la edificación y se abrió un hueco, en cuanto dio el primer paso el lugar comenzó a iluminarse, había una estatua en medio del lugar, un hombre extrañamente familiar se imponía en el lugar, había una placa en un lengua extraña y recordó la clases de Estudio de Runas Antiguas "A..r..t..h..u..r... P...e...d...r...a...g...o...n" leyó en silencio, estiró la mano para tocar la estatua, estaba tan cerca.

Elizabeth despertó respirando con dificultad ¿Qué había sido eso? Todavía podía sentir el fresco pasto en sus pies, el olor dulce de las flores, ver la estatua con claridad; era como si ya hubiera estado en aquel lugar y lo hubiera recordado en sueños pero no sabía que querían decir.

En algún lugar de Gran Bretaña

En una de las pequeñas islas británicas que rodeaban Reino Unido, esas islas que nadie se atrevía a visitar, ya fuera por miedo a no volver a salir jamás como por sus historias de muerte, un joven de quince años caminaba entre la maleza; mientras respiraba podía notarse el frío que hacía en el lugar, pues la respiración del chico se notaba entre la oscuridad; caminaba con paso decidido mientras empuñaba la varita con la mano derecha, al momento que llego a lo que parecía un callejón sin salida, con su varita toco una gran muralla de piedra, la cual comenzó a desaparecer para abrir paso a un camino rodeado de fuego; mientras avanzaba, el fuego desaparecía para abrirle el paso, cuando el camino termino, una enorme mansión apareció frente a sus ojos.

-He llegado- La reja de la mansión se abrió al escuchar la profunda voz del chico.

-Bienvenido- La reja había hablado con la voz de una mujer, el chico se limitó a sonreír de lado mientras hacía su capucha hacia atrás; el joven era alto, de facciones toscas, cabello cobrizo oscuro, ojos color miel quemada; comenzó a caminar hasta llegar a la entrada de la mansión, allí se encontraba una chica de apariencia sensible.

-¿Qué haces aquí?- Le reprimió a la pequeña niña.

-No me gusta estar a solas con ella- El chico se limitó a levantar una ceja.

-Es nuestra madre, no te comerá- La chica levanto una ceja como preguntándole a su hermano en silencio "¿De verdad eso crees?" -Vamos- Le dijo fríamente mientras extendía su mano, su pequeña hermana la tomo para entrar a la mansión juntos, la puerta no se escuchaba pues siempre los elfos domésticos la mantenían adecuadamente engrasada, se escuchaba el sonido de sus pasos sobre el piso de mármol, de pronto unas sobras negras se aparecieron frente a los dos, cualquiera se abría asustado pero los chicos parecían verlo como algo normal.

-¿Dónde han estado mis pequeños?- Una mujer de apariencia extremadamente hermosa se apareció entre las sombras.

-Todo está listo para partir- Le anuncio el chico a su madre.

-Que maravilloso- La mujer parecía emocionada -Deben estudiar la situación y ver que personas son aptas de unirse a nuestra causa-

-Lo haremos madre-

-No olviden la profecía, solo así seremos libres, podremos liberarla-

-La profecía dice que el heredero será la persona que menos esperemos, debe de ser totalmente diferente a...-

Los Herederos de MerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora