Apreder

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Mary estaba recostada en su cama mirando el techo, tendría que estar practicando para sus clases de verano, pero por órdenes de la sanadora se había mantenido pasiva por tres días. Se estaba volviendo loca.

¿Qué pasaba si la sanadora le decía que no podía tomar el curso? O peor ¿Qué pasaba si le decía que no podía bailar más?

Eso sería una tragedia.

Una parte de ella le decía que era una egoísta, estaba viva, debía de estar agradecida por ello, pero ¿No podía tenerlo todo? No solo sobrevivir, sino ser feliz y vivir.

Ella lo quería todo.

Después estaba el asunto de James, se había portado como un completo caballero, pero después estaba el asunto de lo que habían pasado y su padre.

Elizabeth había confiado en ella, le había explicado lo que había pasado tanto con la señora Weasley como con el señor Potter. Podía notar la furia de su hermana brotar por los ojos, pero se lo había dicho de la manera más tranquila posible para no alterarla; ella había intentado imitarla, pero estaba intranquila.

Por un lado se sentía aliviada, esa gente enmascarada no había ido por ellos, eso le daba algo de tranquilidad a su vida, pero no podía evitar pensar que Rose, James, Roxanne y todos sus conocidos estaban en peligro por ser hijos de sus padres ¿Qué pasaba si intentaban llevárselos?

Iba a enloquecer.

En ese momento una melodía se filtro por debajo de su puerta, el sonido del violín era como el llamado de una sirena, su mente se puso en blanco y cerró los ojos para escuchar las notas.

Chopin Nocturne.

La música era hermosa, su hermana tenía un gran talento con el violín. Su hermana había aprendido a tocar el violín unos meses después de ser adoptadas, sus padres las habían llevado a caminar al centro de Londres y un hombre tocaba su violín, su hermana se había quedado observándolo, era como si hubiera sentido sus sentimientos a través de la música. Justamente el hombre tocaba esa misma canción que ella tocaba en ese momentos. Días después había preguntado si ella podría llegar a aprender a tocar el violín, su padre había llegado esa misma tarde con un violín para Elizabeth e informado que la había inscrito a un curso por las tardes. Beth había llorado de felicidad.

Su hermana amaba a aprender cosas nuevas, si algo llamaba su atención absorbía la información como agua a esponja, era como hubiese nacido con un cerebro extra.

Se levantó de la cama, se puso sus zapatos y camino fuera de su habitación, se encaminó al final del pasillo, su hermana tenía la puerta de su habitación abierta, se encontraba tocando en el balcón de su habitación, tenía los ojos cerrados y el cabello suelto, parecía una musa.

Se sentó en la cama de su hermana y la observó, estaba absorta en su interpretación, su rostro se veía completamente contrariado, como no si estuviera escapando de sus problemas. Cuando terminó de tocar, suspiró con pesadez para después respirar profundamente. Abrió los ojos y la vio en la cama, frunció el ceño y ella aplaudió.

-Bravo- Su hermana soltó una risa y movió la cabeza negativamente.

-¿Qué haces aquí? ¿Ya es hora de irnos?- Elizabeth guardó el violín en su estuche.

-Te escuché desde mi habitación, quería escucharte mejor- Elizabeth se dirigió a su ropero y busco la ropa que iba a usar para salir -Faltan unos minutos para que lleguen Roxanne y Victoire-

-Angelique tuvo un lindo detalle en cambiar la fecha de su inauguración para hoy- Elizabeth saco se su ropero un traje de rayas de tonalidades verdes y azules así como una blusa de seda color blanca. Mary noto que ya se había peinado y maquillado un poco, realmente Elizabeth solo pintaba sus ojos y labios.

Los Herederos de MerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora