«Capítulo 10»

376 52 7
                                    


Las laderas tenían un aspecto moteado y triste y los montes, amarillentos y parduzcos, estaban salpicados de montoncitos de nieve medio derretida. Al otro lado de la ventana del dormitorio de la torre, perlas de agua helada rociaban las alas de las gárgolas, pero no había suficiente nieve aún porque aún se podía admirar el posado sol.

—Pues a mí me parece perfecto —dijo Junhui, poniéndose una bufanda de color verde alrededor del cuello con destreza—. Me gusta que haga un poco de sol.

—Ahora que ya puedes volver a salir a tomarlo, te refieres —sermoneó Minghao.

La obsesión de Junhui y todos los demás de hacer «dieta» antes del Baile de fin de Año había sido muy frustrante. Como todos los vampiros que se negaban a beber sangre, estaban cada vez más esqueléticos... y más vampíricos. Lian Fei y su corte de admiradores se habían mantenido alejados del sol, algo de lo que no ha de preocuparse un vampiro bien alimentado, pero que resulta muy doloroso para uno famélico. Jeonghan y Minghao habían tenido que tragarse horas enteras viendo cómo Junhui se paseaba delante del espejo intentando verse mientras su reflejo, rayando en la invisibilidad, se desvanecía con el paso del tiempo.

—Estoy bien desde el día del baile. Valió la pena pasar unas semanas apretándose el cinturón y manteniéndose a la sombra. Tarde o temprano también descubrirán el valor del sacrificio. Aunque va a ser difícil mientras Seungcheol esté por aquí rondando.

Los tres chicos estuvieron riendo un buen rato de uno de los pocos temas que compartían y sobre los que bromeaban. Al pelinegro le alegraba que se llevaran tan bien en general porque, entre el problema de Seungkwan y que se acercaban los exámenes, necesitaba el mínimo estrés posible en su vida.

Los finales fueron increíbles como se esperaba; sin embargo, no por eso los exámenes de la señora Ha se hicieron solos ni el de trigonometría resultó más fácil. La señora Yoon demostró una veta sádica hasta el momento al guardar celosamente cualquier cosa que hubiera mencionado en clase, aunque al menos un pequeño balanceo sobre los talones había revelado con antelación el ejercicio que más puntuaba, el trabajo sobre el Compromiso de Missouri. Jeonghan esperaba que eso signifique que a Jisoo le estuviera yendo bien y que a él le fuera al menos la mitad de bien que al castaño.

El pelinegro se volcó por completo en el estudio durante las semanas finales, y no solo por la dureza de los exámenes, sino también porque el trabajo le servía de distracción. Hacer que Seungkwan, Soonyoung, Chan y Seungcheol repasaran junto a Jeonghan ayudó al primero a dejar de pensar en lo que había sucedido en el bosque, aunque también contribuyó que la señora Ha amonestara a Wan Yu, lo que se traducía en que él se pasaba prácticamente todo el tiempo libre que tenía fregando pasillos y mirándolos con odio cuando se le presentaba la ocasión.

—No me fío de ese imbécil —dijo Seungcheol al pasar por el lado del chino.

—Son incompatibles.

Y Jeonghan no mentía, aunque conocía razones mucho mejores para no confiar en Wan Yu. A pesar de sus esfuerzos por tener a Seungkwan entretenido, la angustia no lo abandonaba. El acoso de aquel vampiro había multiplicado los miedos que él hubiera albergado desde siempre en su interior. Las ojeras de sus ojos revelaban que no era capaz de conciliar el sueño y un día apareció en la Biblioteca con el pelo recién cortado... a tajos. Era obvio que se lo había hecho él mismo y no con demasiada maña.

—¿Sabes? En mi pueblo solía cortarle el pelo a mis amigos... —dijo Jeonghan, tratando de ser diplomático y apartando los libros a un lado para que pudieran sentarse a gusto.

—Ya sé que llevo un peinado horrible —el menor ni siquiera lo miró al dejar la bolsa en el suelo con un golpe sordo—. Y no, no quiero que nadie intente arreglarlo. Espero que parezca mal, igual así dejará de mirarme.

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora