«Capítulo 17»

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Habiendo llegado al autobús, el pelinegro se derrumbó en el primer asiento libre que encontró, tan cansado que hasta las piernas le temblaban.

—Lo hemos conseguido —dijo, pero su pareja negó con la cabeza.

—Todavía no.

El autobús se puso en marcha con una sacudida y enfiló la carretera lentamente. Soonyoung y Chan observaban a la pareja con sorpresa, como queriendo preguntarle a Seungcheol en qué rayos estaba pensando, pero cuando este les hizo una señal, ambos sonrieron y volvieron sus miradas hacia el suelo. Habían sido los últimos pasajeros en subir. Tres minutos más y habrían perdido la oportunidad de escapar.

—Mis padres son rápidos, pero no podrían atrapar un autobús en la autopista.

Una mujer mayor, sentada unas cuantas filas por delante de los chicos, se volvió para mirarlos con evidente curiosidad por saber de qué narices estaban hablando. Seungcheol le dedicó a la mujer la más encantadora de sus sonrisas, a la que ella respondió con otra, flanqueada por unos hoyuelos, antes de volver a concentrarse en su novela. A continuación, el mayor tomó de la mano a Jeonghan y lo condujo hacia la parte de atrás del vehículo, casi vacío, donde pudieran hablar con total libertad sin peligro de que algún pasajero los oyera charlar sobre vampiros.

Seungcheol ocupó el asiento de la ventanilla y el otro creía que lo iban a estrechar en brazos, pero el humano permaneció tenso, mirando fijamente el cristal enturbiado por el agua.

—No lo habremos conseguido hasta que crucemos el paso elevado, el que está a casi cinco kilómetros de la plaza.

Jeonghan no sabía de qué estaba hablando su novio. Estaba claro que Seungcheol había hecho un reconocimiento táctico de la zona mucho más profundo que el suyo.

—¿Qué crees que harían? ¿Plantarse en medio de la carretera para parar el autobús?

—La señora Ha no es tonta —contestó el mayor, sin apartar la vista de la ventanilla. Las luces de la carretera que iban pasando proyectaban sobre él una suave luz azulada, que se desvanecía al dejarlas atrás y volvían a recluirlos entre las sombras—. Sí, puede que nos hayan seguido hasta el pueblo, pero también puede que hayan adivinado que íbamos a tomar un bus y, si es así, su expedición de caza estará esperándonos a mí y a mi equipo en ese paso a nivel. Irrumpirán en el autobús, nos sacarán a la fuerza y que la policía se las apañe luego para explicar lo sucedido a los pasajeros.

—¿Como van a hacer una cosa así?

—¿Para detener a unos cazadores de Adamās? Ya puedes apostarte lo que quieras.

—Si están con Adamās, ¿Por qué demonios vinieron a Septendécim?

—Nos enviaron para que nos infiltráramos en la Universidad. Era nuestra misión y las misiones de Adamās no se rechazan. O la cumples o mueres en el intento.

La desanimada convicción con que Seungcheol lo dijo preocupó tanto al menor como todo lo que había oído sobre los vampiros.

—¿Acaban de descubrir el Internado?

—Adamās conoce la existencia de Septendécim casi desde que se fundó. Los lugares a los que acuden los vampiros...

—Perdona, acudimos.

—Da igual. Suelen ser los lugares donde los vampiros apenas atacan. Nadie quiere montar escenas o que la gente de los alrededores sospeche, por eso los vampiros siempre se controlan en esas zonas. No cazan y no causan problemas. Si se comportaran así siempre, Adamās no tendría razón de ser.

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora