«Capítulo 4»

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Llegó a su cuarto justo a tiempo de meterse bajo las sábanas, antes de que entraran Junhui y Minghao acompañados de la señora Ha. La figura de la directora se recortó contra la débil luz del pasillo, por lo que Jeonghan solo pudo distinguir su silueta.

—Ya conocen las normas, chicos —dijo ella en voz baja, aunque indudablemente seria. Decir que intimidaba quedaba corto—. Nuestras normas están para ser obedecidas. No pueden andar corriendo por el campo en plena noche. ¿Qué diría la gente? Además, podría ocurrir una tragedia.

Ambos chinos asintieron y la puerta se cerró de golpe. El pelinegro oculto entre sus sábanas se enderezó, quedando sentado.

—¿Fue muy malo? —preguntó en un susurro.

—No —gruñó Junhui mientras empezaba a desnudarse. Llevaban una semana cambiándose en la misma habitación, pero le seguía dando vergüenza. A ellos no. De hecho, ni siquiera dejaron de mirarlo mientras se quitaban las prendas precipitadamente— ¡Pero si todavía vas vestido!

—Ah, sí.

—Creía que te habías ido de la fiesta —habló Minghao esta vez.

—Lo hice, pero no pude entrar porque estaban de patrulla. Luego se dieron cuenta de dónde estaban y salieron rápido. En realidad, llegué tres minutos antes que ustedes.

Junhui se encogió de hombros y Minghao le alcanzó el pijama asintiendo. La conversación se había terminado y Jeonghan les había mentido con éxito a sus compañeros de cuarto por primera vez, pero tal vez debió haberles explicado por qué se había retrasado. La mayoría de amigos se contaban cuando acababan de ligar con alguien, pero el pelinegro quería que siguiera siendo un secreto, así le gustaba. El hecho de que fuera el único en saberlo lo hacía más especial.

«Yo le gusto a él y él me gusta a mí»

Mientras se volvía a meter bajo las sábanas, recapacitó y decidió que quizá estaba echando las campanas al vuelo. Los pensamientos se atropellaban en su cabeza y le impedían dormir, pero le sonrió a la almohada.

—He oído que anoche hubo una fiesta —dijo el señor Yoon, dejando delante de su hijo una pechuga de pollo y patatas fritas; estaban sentados a la mesa de su familia.

—Uhm... —hizo un gesto con la mano indicando al mayor que lo espere para responder— Sí, eso me han dicho.

La pareja intercambió una mirada y Jeonghan tuvo la impresión de que incluso les hacía gracia. Qué alivio. Sería la primera de las muchas cenas semanales de los Domingos. Todo el tiempo que pudiera pasar con su familia era un tiempo bien invertido. Aunque intentaban actuar lo más informal posible, era fácil adivinar que sus padres lo habían echado de menos tanto como él a ellos.

—No tomaron mucho, ¿O si? —Por lo visto, su madre había decidido pasar por alto el hecho de que Jeonghan hubiera negado su asistencia a dicha fiesta—. Solo hubo soju y música, por lo que me han dicho.

—No sé nada del asunto —contestó, sin negarlo— A decir verdad, yo solo estuve unos quince minutos en la fiesta.

—Aunque solo se tratara de unas cuantas botellas de soju, las normas están para cumplirlas. Una cosa es el terreno del Internado, pero ¿Y si la semana que viene les da por ir a la ciudad? Jeonghan no me preocupa, pero los otros...

—No estoy en contra de las normas, pero es normal que los alumnos se rebelen contra ellas de vez en cuando. Es mejor tener algún que otro desliz sin importancia de vez en cuando que incidentes más graves —su esposa se volvió hacia su hijo—. ¿Cuál es tu asignatura preferida hasta ahora?

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora