«Capítulo 14»

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Después de un último beso, Jeonghan se enderezó al lado de su novio.

—¿Puedes levantarte?

—Todavía no —Seungcheol se llevó las manos a los ojos y luego dejó caer los brazos, inermes, al suelo—. Necesito un segundo más.

—He intentado no beber demasiada sangre —lo último que deseaba él era tener que ir a pedirle ayuda de nuevo a la señora Ha—. Me diste permiso, ¿Verdad...?

—Sí, no estoy seguro de que estuviera en mis cabales, pero eso es problema mío, no tuyo —la tensión que hasta ese momento había sentido en su interior desapareció por completo y pudo volver a respirar tranquilo. Mientras el mayor pensara de aquella manera, todo iría bien—. ¿Te dijeron tus padres o la señora Ha que lo hicieras?

—¿Morderte?

—Eso ya sé que no. Me refiero a que me hablaras de Septendécim.

—Todo lo contrario. Me pidieron que te mintiera, por eso lo hice —aquello seguía haciéndole sentir avergonzado—. Lo siento, Seungcheol. Pensé que seguirle la corriente a la señora Ha y corroborar la historia que se inventó para rellenar las horas que habías olvidado sería lo mejor para ambos.

—Es raro. Recuerdo que acabas de morderme... pero está como borroso. Como a veces cuando no eres capaz de recordar a la perfección un sueño cinco minutos después de despertarte. Si no hubieras estado aquí conmigo y no me hubieras mantenido despierto, lo más probable es que hubiera vuelto a olvidarlo. Aunque lo lógico sería pensar que ser mordido por un vampiro es una de esas cosas que se te quedan grabadas en la memoria... No sé, porque se salen de lo normal, supongo.

—La amnesia forma parte del mordisco, pero no sé por qué. Tal vez nadie lo sepa. No es que existan demasiadas explicaciones científicas sobre los vampiros precisamente...

El castaño hizo una profunda inspiración y a continuación, poco a poco, se apuntaló sobre los codos hasta conseguir quedarse sentado. Jeonghan lo cogió por el hombro con la mano libre, pero el otro sacudió la cabeza.

—Estoy bien, creo.

—Ahora ya sabes por qué hay veces que cuando nos besábamos tenía que, bueno, tengo que reprimirme...

—Ahora lo entiendo —sonrió como si algo le divirtiera—. En parte es un alivio. Estaba empezando a creer que debía cambiar de enjuague bucal o algo así.

Lo besó en la mejilla.

—Cierto, y no te preocupes. No te he convertido en vampiro.

—Lo sé. Bueno, el corazón todavía me late, así que no soy un vampiro —Seungcheol sacó el pañuelo del bolsillo y se lo llevó al cuello. Mientras se enjugaba la herida, hizo un gesto de dolor—. Todavía no puedo creer que nacieras siendo vampiro. Nunca había oído hablar de algo así.

—¿Cómo ibas a oír hablar de algo así si no sabías que los vampiros existían?

—Tienes razón.

—No volveré a morderte, a no ser que me lo pidas.

—Te creo —el mayor se echó a reír, aunque de una manera extraña, como si le hubiera hecho gracia algo que Jeonghan ignoraba—. Te creo del todo. Incluso ahora.

El pelinegro lo abrazó con fuerza. Significaba mucho que su pareja dijera aquello después de saber que le había mentido por tanto tiempo. En fin, no podía pedir más.

Le hizo un vendaje a Seungcheol con sumo cuidado para que nadie reparara en la herida mientras llevara la camisa del uniforme. Bajaron la escalera y consiguieron librarse del hecho de saltarse el toque de queda. Al despedirse, el castaño lo besó con total naturalidad a la entrada de los dormitorios y se alejó como si esa noche no se hubiera diferenciado en nada de las demás.

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora