«Capítulo 13»

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—Y... ¿A dónde vamos? —preguntó Seungcheol mientras seguía al menor hacia lo alto de la escalera trasera.

—A la torre norte. La que queda detrás y por encima de los dormitorios de las chicas. Solo la utilizan para guardar cosas. Allí no nos molestará nadie.

—¿Y no podríamos ir a otro sitio?

A Jeonghan se le cayó el alma a los pies. Tal vez no confiaba lo suficiente como para atreverse a quedarse a solas con él.

—Creo que es el único lugar donde podríamos tener privacidad. Si prefieres... No sé, si quieres esperar a que salga el sol o algo así.

—No, no pasa nada.

El mayor parecía receloso, como si sí pasara algo, pero continuó siguiéndolo. El pelinegro se dijo que no podía pedir más.

Los alumnos no solían prodigarse por la escalera trasera, sobre todo porque estaba cerca de los alojamientos del profesorado. Por descontado, los profesores también eran vampiros, en su mayoría vampiros muy poderosos. Puede que los alumnos como Seokmin, Mingyu, Seungkwan, Soonyoung y Chan no conocieran la existencia de esa diferencia entre los otros alumnos y los profesores, pero sí la sentían.

En su antiguo Instituto, la gente se burlaba de los maestros a todas horas, pero todo el mundo en Septendécim, desde humanos a vampiros, se dirigían a ellos con respeto. Algunos vivían en la otra torre, pero la mayoría se alojaba allí. Jeonghan supuso que el mayor y él serían los primeros que pasaban junto a los aposentos del profesorado en todo el año.

El eco de las pisadas rebotaba contra las paredes de piedra, pero nadie pareció oírlos. Al menos, eso esperaban ellos. Aquella conversación sería lo último que querrían que alguien escuchara.

—¿Cómo conoces este sitio? ¿Subes aquí de vez en cuando?

Seungcheol seguía intranquilo.

—¿Recuerdas que te dije que había hecho un poco de exploración antes de que empezara el curso? Este es uno de los sitios que encontré. No volví desde entonces, pero estoy seguro de que nadie más sabe de su existencia.

Jeonghan abrió la puerta con sumo cuidado al llegar a lo alto de la escalera. Una lluvia de telarañas y polvo le habían dado la bienvenida el pasado otoño. Las arañas debían de haberse mudado, porque nada les impidió el paso. La estancia se dividía en habitaciones que se distribuían como en el apartamento de la familia Yoon, pero en vez de estar amuebladas de manera acogedora, estaban repletas de cajas y más cajas apiladas, de las que asomaban las esquinas amarillentas de los papeles que contenían. Eran los archivos de Septendécim, los historiales de todos los alumnos que habían pasado por la escuela desde su fundación, a finales del siglo XVII.

—Aquí arriba hace frío —el castaño estiró las mangas del jersey para cubrirse las manos—. ¿Seguro de que no hay otro sitio?

—Seungcheol, nosotros tenemos que hablar y debemos estar a solas.

—El cenador...

—Está cubierto de hielo, don Friolero. Además, nos podrían ver fuera y nos harían volver a entrar y... Y no podríamos acabar de hablar —el menor se volvió hacia la ventana para poder ver las estrellas, capaces de reconfortarlo incluso en esos momentos—. Se nos da muy bien evitar el tema.

—Sí, tienes razón —Seungcheol claudicó y se sentó con pesadez en un arcón que tenía cerca—. ¿Por dónde empezamos?

—No lo sé... —Jeonghan se abrazó para entrar en calor y vio abajo la gárgola del antepecho, la gemela de la que se veía por la ventana de la que era su antigua habitación—. ¿Sigues teniéndome miedo?

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora