«Capítulo 18»

264 50 16
                                    


Chan no pudo evitar soltar una risita, y a este le siguió una carcajada de Soonyoung.

—Mira, entiendo que estemos en el siglo XXI, pero contaba con que seas más prudente —la madre del humano se apoyó contra el marco de la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho—. Para serte sincera, Seungcheol, tu sabías que yo venía para acá. ¿De verdad tenías que restregármelo por la cara?

—No es lo que parece —se defendió. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? En vez de deshacerse en disculpas y explicaciones medio tartamudeando como hubiera hecho cualquiera, Seungcheol se limitó a poner una mano en el hombro de su novio y sonrió dulcemente—. Jeonghan y yo compartimos la habitación porque estábamos sin dinero. Incluso tuvimos que empeñar algo para que nos dieran este cuarto. Además, nadie te obligó a forzar la cerradura.

—Bueno, ya pasaste de los veinte años, tú sabrás lo que haces —la mujer miró a los dos chicos que tenía detrás—. Chicos, ustedes vayan adelantándose, Jihoon los está esperando abajo para llevarlos.

Mientras Soonyoung y Chan asentían y se dirigían al primer piso para irse, Seungcheol se levantó con toda naturalidad, y qué suerte la del pelinegro, porque era la primera vez que lo veía en bóxers y ni siquiera podía relajarse para disfrutar del espectáculo.

—Jeonghan, te presento a mi madre. Mamá, este es el chico del que te he hablado tantas veces, Yoon Jeonghan.

La madre del chico saludó al pelinegro con un gesto de cabeza.

—Gusto en conocerte.

Ahora que el casi vampiro por fin estaba lo bastante despierto para centrarse, se fijó en lo mucho que se parecía a Seungcheol. Era hermosa, llevaba una media melena de un tono oscuro y tenía los mismos ojos. También compartía con su hijo los rasgos angulosos: Mandíbula cuadrada y barbilla fina. Llevaba unos téjanos azules desteñidos y una blusa granate tan ceñida que se le marcaban los músculos de los brazos. Nunca había conocido a nadie con menos pinta de madre que la progenitora de Seungcheol. ¿Qué clase de madre encontraba a su hijo en la cama con un chico y se limitaba a sonreír? Claro que eso les ahorró una escena.

—Hola, encantado —la saludó Jeonghan, levantando cordialmente una mano.

—Lo mismo digo. Chicos, deben de haber pasado una noche de perros. Vamos por un café y veamos cómo podemos ayudar a Jeonghan.

La señora Choi señaló la calle con un gesto de cabeza. Seungcheol ya se estaba peinando con los dedos y enfundándose en sus téjanos, muy poco cohibido delante de su madre, mientras que el pelinegro solo quería envolverse con la colcha o algo por el estilo, aunque eso hubiera sido incluso más humillante. Por fin se decidió, saltó de la cama y se plantó en el baño en un par de saltos. Una vez dentro, consiguió recuperar algo de dignidad mientras se vestía. Tenía la ropa seca, aunque arrugada.

—Vamos —dijo al salir.

Seungcheol miró a su novio intencionadamente cuando salían por la puerta tal vez tratando de dilucidar qué tal lo llevaba. Puede que la falsa determinación de Jeonghan convenciera a la señora Choi, pero el mayor lo conocía bastante mejor. El pelinegro levantó la barbilla con orgullo para que supiera que estaba decidido a hacer todo lo que estuviera en sus manos para salvar una situación que se complicaba cada vez más.

La mujer mayor los acompañó hasta una camioneta de los años cincuenta bastante desvencijada de un color turquesa desvaído. No dejó de vigilar a su alrededor hasta que llegaron junto al vehículo, examinando a todos los viandantes.

—¿Creen que los siguieron? A los profesores no suelen caerles demasiado bien los alumnos que se dan a la fuga.

—Llegaron hasta la plaza, pero nosotros ya nos habíamos ido —se apresuró a contestar el menor mientras se acomodaba en el centro y su pareja se sentaba a su lado—. El agua en movimiento los retuvo.

New Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora