Depredador

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Edward P.O.V

Para Edward cullen regresar a clases después de una semana de meditar sobre cómo llevar el olor y las emociones que le producían Isabella Swan era patético. Si así se sentía, que una humana lo lograra sacar de su estabilidad emocional, que le sacara aquella bestia que era. También el hecho que era abrumador por lo bien vigilado que sus hermanos lo tenían en este momento.

Agradecía el apoyo, pero a cada momento que le estén preguntando si estaba bien, era molesto. Inició las clases y procuró no hacerse notar por los demás alumnos, pero en Forks era imposible. Escuchó en las mentes de los demás que Lowood la chica que falta mucho a clases, regresó. Aquella chica le agradaba porque siempre tenía la mente ocupada recitando partes de un libro que estuviera leyendo. Las veces que la veía de lejos su mente siempre estaba en un libro.

En la cafetería se rió al saber que la chica nueva estaba pendiente de él. Cuando la campana sonó, fue a su clase de biología. Y una sorpresa se llevó al encontrarse con una mujer sentada en su lugar.

Su compañera verdadera "fantasma" de mesa había regresado. Era sorprendente verla, la había visto de refilón estos años y sólo este año habían compartido clases en dos materias, bueno ni habían compartido clases, ya que siempre había circunstancias. Las clases que tenían juntos eran biología y español. Pero casualmente nunca se habían reunido en el mismo salón, las veces que ella iba, ellos faltaban por la luz o porque esos días se iban de caza. O tenían que salir inmediatamente antes que Jasper cometiera una masacre cada vez que no podría aguantar la sed. Ahora ella estaba sentada en su lugar.

Caminó unos pasos hacia donde estaba su mesa, la chica estaba leyendo Jane Eyre, una novela romántica del año 1847. Esto era lo que le gustaba de este humano y era una cualidad que ella tenía, las pocas veces que la veía siempre tenía en la mano una novela romántica. Al parecer esta era su quinta vez que leía este libro. Al dar otro paso inhaló más aire y fue un terrible error. Esta chica olía igual que Bella, pero mucho más profundo, más concentrado. Era una fragancia que no se desvanecía al instante en el aire. Ahora entendía las veces que se tenía que ir porque casualmente alguien venia impregnado de este olor suave en su ropa. La culpable era Lowood.

Edward comparó el olor de las dos chicas, el de Lowood era como la de un depredador. Bella era un venado o más bien una presa y Lowood era un depredador. Tenía ganas de darse la vuelta y salir del lugar.

Ahora entendía por qué los encuentros no se daban y agradecía por ello. Vio como algunos de sus compañeros lo estaban observando, y decidió seguir su camino. Otra humana no lo detendría ni lo sacaría de su zona de confort.

Tuvo que contenerse para no saltar en la yugular de su compañera que tenía cubierto por un suéter de cuello de tortuga, trató de tranquilizar a esa bestia que rugía en ser liberada. La odiaba. La estaba empezando a odiarla sin necesidad de conocerla. Pero antes tenía que saber controlarse y ser el caballero que sus padres criaron.

—Hola —saludó—. Mi nombre es Edward Cullen —se presentó de una forma amable muy común en los humanos. Tenía que desviar ese odio puro que estaba sintiendo hacia ella. Vio como la chica dejó de leer en su mente para alzar la vista y verlo.

"inhumano". Fue el pensamiento de la chica. Edward se estremeció al escuchar aquel pensamiento. ¿Qué lo había delatado? ¿Por qué la chica no pensaba otra cosa, como su belleza abrumadora o se ponía nerviosa ante su presencia? no. la chica lo veía indiferente, con una mirada vacía en esos ojos color plata. Vio en el reflejo de la ventana de que tenía los ojos completamente negros y se veía amenazante.

—Estás sentada en mi lugar —aclaró ya que la chica lo seguía observando detenidamente. Ella solo asintió y señaló el lugar de Isabella. Bella.

—no sabía que la banca tenia dueño. No vi tu nombre escrito las veces que me he sentado aquí. Siéntate en este lugar vacío, porque de aquí no me voy mover tan solo para complacerte.

Fue la explicación tan simple que le dio. Edward estaba sorprendido por la audacia de la chica, y con reticencia se sentó en el lugar de Bella. Observó como la chica siguió con su lectura imaginándose el jardín del señor Rochester. El apretó las manos conteniéndose en no lastimarla y quedarse al descubierto. La miraba con cierto odio. Maldita peste igual que Isabella Swan. 

Shirley (Edward Cullen x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora