Sonrisa

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Shirley se encontraba sentada esperando a que el profesor llegara. Escuchó como una silla se deslizaba estruendosamente, alzó la mirada y se topó con Edward Cullen observándola de una manera vacilante.

—si sigues observándome así pensaré que te gusto. ¿Te gusto?

Edward tuvo la decencia de fingir timidez aunque para Shirley fue falso.

Inhumano.

—No hemos hablado... desde —Edward dudó en terminar la frase— ¿Cómo estás? —preguntó repentinamente.

Shirley se sintió fuera de sí misma, nadie la había preguntado sobre su salud desde que llegó a Forks, bueno solo alguien pero solo hacia su trabajo.

Le dio una sonrisa sincera.

—bien, estoy absolutamente bien.

Era cierto, el demonio no se encontraba y no sentía tanta responsabilidad por cuidar a su familia y ni que se diga del temor que vive a diario en la presencia del demonio.

Shirley observó cómo Edward la estudiaba y analizaba su cara, era como si la estuviera leyendo. Vio como el chico instantáneamente volteó a ver hacia otro lado.

Inhumano.

Shirley también volteó a ver hacia atrás y se topó con la mirada de Isabella.

—Isabella ha estado preguntando mucho por ti... Dice que no te recuerda caminar hacia nosotros cuando pasó el accidente.

—Sí, lo he escuchado —dijo un poco acido, pareciera que odiaba haber cometido tal acción.

— ¿quieres compartir? —preguntó ella interesada en saber cómo obtuvo aquella información.

El chico sonrió y volteó a verla.

—ella me preguntó los días que no viniste. ¿Por qué no habías venido a la escuela? —preguntó el capciosamente.

Shirley le dio una sonrisa cómica al recordar que hizo esos días.

—Me enferme... —musitó mientras decía la mentira más obvia—. ¿Por qué? ¿Me extrañaste? —preguntó sardónicamente.

—Claro —respondió Edward.

Shirley sintió la sinceridad de sus palabras, sintió como su corazón empezaba a palpitar desenfrenadamente al ver la mirada penetrante que le estaba dando Edward.

— ¿t-te gusto? —preguntó tartamudeando y sintió como su cara empezaba sonrojarse.

—sí. Pero no deberíamos ser amigos —dijo con reticencia.

Shirley iba a contestarle cuando entra el maestro. Y toda la hora Edward la ignoró. Shirley se preguntó si esto era lo que se llamaba estirar y jalar. Había leído que era muy común cuando empezabas a cortejar a la persona que te gustaba.

¿Eso tenía que hacer con Charlie? Se preguntó cómo haría eso, ya que Charlie se dedicaba estar en la comisaria. Volteó a ver a Isabella y tuvo una gran idea. Pero antes de hacer sus planes escuchó como un leve gruñido venia de su compañero. Ella lo vio y se dio cuenta que la estaba observando con los ojos color negros. Su mirada era la misma que le daba cuando ella lo veía de lejos. Y lo más raro... Edward la veía así cuando ella pensaba en Charlie.

Celos.

Edward estaba celoso. ¡Oh por dios!

¡Edward estaba enamorado de Charlie Swan!

Ella lo volteó a ver con cierto odio. Vio como Edward estaba estupefacto y la observara como si tuviera un cuerno en la frente.

Pero para Shirley sentía la sangre calentarse, todo coincidía. El día del accidente, no la salvo por buena gente. El salvo a Isabella para que Charlie no sufriera, y cuando salvó a Isabella la empujó fuerte para desquitarse un poco la molestia que sentía al saber que el jefe Swan pasaba más tiempo con su hija.

Todo encajaba. La mirada que Edward le daba a Isabella cuando la veía en los pasillos, por qué evitaba a Isabella. ¡Diablos!

Tenía una fuerte competencia. Él era un inhumano y Charlie se deslumbraría al verlo sonreír. Charlie solo era un cordero inocente que había robado el corazón de un león y de una oveja negra. El león era Edward ya que tenía la melena como la de un león; despeinado.

Y Charlie la consideraba la oveja negra de su familia. Si, definitivamente tenía que acercarse a Isabella para ganar terreno.

Escuchó sonar el timbre, Shirley no perdió tiempo y fue hacia Isabella dejando a Edward conmocionado o en letargo no sabía cómo definir la cara de estupefacción que tenía Edward. Maldito Cullen por tener la delantera con sus súper poderes y su atractivo visual.

Un digno rival de amor.

—Isabella...

—Bella ¿podemos hablar? —dijo Edward detrás de ella. Isabella asintió mientras se iba toda aturdida embalsamada con el rostro de Edward.

Shirley sintió su sangre hervir. Necesitaba respirar y buscar un lugar donde planear su estrategia. Su rival ya sabía de sus planes.

:::

Llevaba en la cajuela a un campista que encontró a medio camino. El muy idiota pidió información para ir Goat Rocks, mientras escondía un arma en su guantera.

Shirley decidió que esta vez no iba dejar el cuerpo en el lago, tantos cuerpos levantarían sospecha. Así que vio la desviación hacia la Push. Un cuerpo en el mar no estaba mal. Maniobro para entrar lejos de los acantilados más vistosos.

Por el rabillo vio a un lobo demasiado grande. Ella si mal no recuerda que esta área protegen a los lobos. Una lástima, seria entretenido ver como el lobo destroza al humano que estaba cargado para tirarlo al mar.

Después de jadear estrepitosamente... habló para decir las últimas palabras.

—no sé dónde queda Goat Rocks, pero la Push es bonito para que te quedes por la eternidad en este paisaje. Lástima que no pudiste tocarme, a lo mejor hace semanas lo hubieras hecho y yo no hubiera dicho nada, pero; ya he roto con las cadenas. Yo también quiero vivir a mi manera. Que descanses en paz.

Y lo empujó hacia el mar. Ella observó como el hombre se quebraba la nuca al caer en las zonas rocosas. Se dio la vuelta y se encontró con un hombre corpulento que temblaba.

Ella le dio una sonrisa. 


Shirley (Edward Cullen x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora