Shirley (Edward Cullen x oc)

Resplandeciente

Eran las vacaciones y Shirley se encontraba caminando por el bosque. Hoy Edward la invitó a dar un paseo por el verdoso bosque, Shirley pensó que Edward era un poco raro. ¿Quién invita a una cita en medio del bosque? ¿Acaso iban a cazar animales? ¿O recolectar bellotas?

Solo Edward sabía en que estaba pensando. Escuchó un crujido de una rama ella volteó a ver hacia el origen del ruido y se topó con los ojos ocres de Edward.

—tonto me asustaste... pensé que eras el lobo. —dijo irritada mientras trataba de calmar su acelerado corazón.

— ¿el lobo? ¿Es una metáfora?

—no. Hace un tiempo vi algo raro por la Push... ¿Por qué?

— ¿la Push?

—si el pueblos que está a media hora de Forks... ya sabes tiene una playa y una isla.

Edward se rió de su sarcasmo. Shirley no podía negar que por tiempos se deslumbraba por la sonrisa de Edward, un mes y medio ya había pasado y por tiempos Edward la cautivaba con sus acciones y comentarios fuera de lugar.

—nunca he ido a la Push...

— ¿nunca?

—no.

— ¿Por qué?

—por algo que se hizo hace muchos años...

—es algo así como racismo... ya sabes ahí solo viven con leyendas tribales... y son nativos americanos.

— ¿eso que tiene que ver?

—creo que no les caigo bien... el padre Jacob siempre que va a la casa me mira con cierta profundidad... es como si me quisiera decir algo con sus ojos. Lástima que no haya aprendido a leer los ojos o pueda leer la mente como usted comprenderá.

— ¿usted?

—sí, ya sabes soy menor que tu... Esme me dijo que en junio son tus cumpleaños. ¿Qué se siente ser un adulto?

—agotador... —suspiró como si estuviera cansado de la vida.

—por la cara que pusiste te daré el mérito... ¿Por qué me llevas a un bosque?

—quiero enseñarte algo...

—eso sonó extraño. Muchos hombres dicen la misma cita y van a un hotel. ¿Por qué tú en un bosque?

Edward soltó unas carcajadas y le tomó la mano para darle una suave caricia.

—me fascinas... y me encanta que vuelvas a ser tú.

Shirley fue como si una bandeja de agua fría le fuera arrojada, sintió como su piel donde estaba la marca haya revivido porque esa parte empezó a sentir el dolor de tener la placa caliente.

Se apartó abruptamente de Edward.

—no hagas eso... haces que mi subconsciente recuerde. Y además haces que haga todo lo contrario. —Shirley se dio cuenta como Edward sintió su rechazo y trató de ocultarlo pero falló miserablemente—. Ya sabes... eso siempre ha sido así. Desde que era chiquita siempre que alguien me decía lo que tenía que hacer le llevaba la contraria.

—creo que presencie eso en carne propia. —Respondió Edward con una sonrisa en la cara—. El día que te pedí mi asiento.

—realmente no era tu asiento. Las veces que yo iba a la escuela usted no estaba...

— ¿usted? ¿Por qué?

—ya te dije eres mayor que yo.

—solo dime Edward, solo Edward.