CAPITULO 4

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Amanda Contreras

Un mes había pasado desde aquella incomoda cena, un mes desde que estuve con Diego y desde que desapareció de mi vida, era como si yo no existiera, sabía que no debía sentirme en absoluto molesta ya que fui yo quien le pidió que no me buscara más, pero aún así tenía una sensación de abandono que no hacía más que irritarme.

Mi padre me había dejado aún más confundida, no había hecho ningún otro intento para unirnos a Marcos y a mi, además de que tampoco hacia ningún tipo de preguntas sobre Diego y nuestra supuesta relación y ya que el no lo había mencionado yo tampoco, temía que si le decía que todo había terminado el volviera a lo mismo con Marcos.

Este último había decidido irse una temporada a Madrid, junto a su nueva novia y lo agradecía enormemente ya que de esa forma mi padre se mantendría al margen. Pero antes de marcharse me aseguro nuevamente que si lo necesitaba o si quería que alguien le rompiera la cara a Diego por gilipollas entonces que no dudará en llamarle, me pidió encarecidamente que no me confiara de él y pensará muy bien las cosas. En parte me sentía culpable de que se marchara de la isla y de haberlo lastimado, pero cuando conocí a su novia una semana después de aquella cena supe que podría superarlo y que no tardaría en enamorarse de ella.

Ahora se preguntarán ¿Qué habré hecho durante todo este mes para olvidarme de toda esta mala novela? Pues en primer lugar enfocarme 100% en mi trabajo como diseñadora de interiores junto a mi amiga y socia Victoria Altamiran, teníamos algunos proyectos en los que trabajar y eso me sirvió de distracción, segundo la compañía de Victoria y de mi otra amiga Alice Mayer ya hija mayor de uno del dueño de la mayor cadena de hoteles de la isla, desde muy chicas las tres éramos inceparables y nos conocíamos también que no tardaron en notar que algo me pasaba pero sabían que cuando decidía no decir algo no había forma alguna de que lograrán sacarme una sola palabra, por lo que no tardaron en decirme que contaba con su apoyo y que estarían esperando a que yo decidiera contarles, pero yo moría de vergüenza, además de que no deseaba decir que había sido un juguete más de la larga lista de Diego Alcántara. Por tercero y último pero no menos importante, me había ocupado de dar pequeñas donaciones a una casa hogar, mis dos amigas también habían apoyado mi causa y habíamos logrado que muchos niños, sintieran el amor que sus padres les habían negado.

-. Tierra llamando Amanda - dice Victoria reclamando mi atención y al mirarla niega - no se que traes en la mente estos días niña pero estás en otro lugar y ¿Me gustaría saber exactamente donde?

-. Lo siento estaba pensando en la casa hogar, tengo algunas ideas para mejorar sus instalaciones, pero necesitamos a un arquitecto - respondo y me mira intrigada un momento pero luego sonríe

-. Bueno tengo uno en mente, que podría servirte a ti para eso que deseas hacer y a mi para algo que yo deseo hacer - dice con una sonrisa pícara en el rostro

-. ¿Quien es? ¿Y que se supone es eso que deseas hacer? - pregunto recogiendo un par de carpetas que se me cayeron al piso

-. Diego Alcántara - al escuchar ese nombre las carpetas se me vuelven a caer y un escalofrío recorre toda mi piel, trato de parecer tranquila al levantarme y mirarla

-. Victoria sabes lo que opino de ese hombre y no creo que a Rafael le haga mucha gracia

-. Si, estoy consciente de que no es de tu agrado pero no puedes negar que es un gran arquitecto - dice y aunque me gustaría negar la verdad ella tiene razón Diego es uno de los mejores arquitectos de la isla pero me niego a que sea precisamente el, conociendo su ego si lo busco no dejará de insistir en que solo es para tener una excusa de acercarme a él - y en cuanto a Rafael, ya conoces los términos de nuestra relación, lo amo pero si él puede tener a otras yo también puedo estar con otros y ¿Quién mejor que Dieguito-bombon-Alcantara? Ese hombre desprende un aire de sensualidad que vuelve loca a cualquiera - murmura pero al ver la forma en que la miro suspira - bueno, no a cualquiera sino a las que sabemos apreciar un...

Atrapada en tú RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora