CAPÍTULO 11

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Diego A. W. Alcántara

-. Pensé que no vendrías - comenta al verme entrar - se que hoy es un día importante para ti y lo menos que deseas es ver al asesino de tu madre - me tenso y trato como puedo controlar el impulso de querer partir su rostro

-. ¿Qué demonios quieres? - le pregunto -

-. Se que perdí el derecho de aconsejar a mis hijos hace mucho...

-. ¿Para eso me has hecho venir? - cuestionó y niego - Tengo cosas más importantes que hacer hoy que hablar con un miserable como tú - digo dando vuelta para marcharme, sabía que venir era un error y más hoy que es el día en que me casare con Amanda

-. Miserable o no sigo siendo tu padre - habla haciendo que me detenga, su tono de voz es más duro

-. Mi padre murió el mismo día que mato a golpes a mi madre - respondo lleno de ira

-. Se que me odian, yo mismo me aborrezco por lo que hice, por eso resisto cada una de las torturas que tú hermano paga para que me hagan - me giro y de doy una sonrisa

-. Y es nada en comparación a lo que merece una basura como tú - asiente y aprovecho para sacar todo el odio que llevo guardando en mi interior durante todos estos años - Espero sientas el mismo dolor que le causabas con cada golpe a mi madre - me acerco más a él y escucho como los guardias se acercan tras de mí, me inclino lo suficiente para que solo el pueda oírme - Quizás debería permitir que mi hermano acabe con tu maldita vida, pero eso sería acabar con el infierno que vives en estas cuatro paredes y tú aún no terminas de pagar el sufrimiento que le causaste a mi madre, a mi hermano, a mi y a esa inocente niña que así como nosotros comparte la maldición de llevar tu asquerosa sangre - me separo de él y puedo sentir un poco de alegría al ver como le han afectado cada una de mis palabras - y si crees que he venido hasta aquí solo para escuchar la mierda que deseas decir, te equivocas, he venido a comprobar con mis propios ojos como te hundes en la miseria

-. Se que merezco esto y más - reconoce - soy yo quien debería de estar muerto y no ella, se que ustedes jamás me van a perdonar y no pido que lo hagan porque yo mismo no puedo hacerlo - se remueve en la silla - si te he pedido que vengas después de tantos años es porque supe que te casarias y necesito pedirte que pase lo que pase, digan lo que digan, la prensa o quien sea, jamás hijo jamás cometas los errores que yo...

-. A pero que hipocresía la tuya - le corto - no se como o quien mierdas te ha dicho que me casare, pero tú eres el menos indicado para darme un consejo - va a decir algo pero me adelantó - ahora si tanto te preocupa, pues te digo que por suerte ni mi hermano ni yo somos como tú, ver el estado en que dejaste a mi madre nos enseñó y nos marco para toda la vida así que ahorrarte tus consejos de padre abnegado porque no los necesitamos - Claudio y sin agregar o esperar más salgo de la sala de visitas.

Justamente hoy que se supone es un día importante, te tenido que ver a ese miserable, sabía que podía negarme a verlo pero algo en mi me decía que fuera y ahora se que era el deseo de ver que efectivamente está viviendo un infierno. Mi hermano tenía mucho que ver en ello, desde el día en que el padre de Amanda le dictó sentencia, se dedicó a buscar a las personas indicadas que le hicieran sentir en carne propia todos y cada uno de los golpes que mi madre recibido de su parte, pero sin llegar a matarle y no porque no nos faltará el deseo sino porque todos sabrían que el autor intelectual sería él.

Mi hermana se vería nuevamente en el foco de la prensa, ella es muy pequeña aún y eso nos ha dado el beneficio de mantenerla alejada de nuestro pasado pero se que tarde o temprano terminará preguntando. 

Atrapada en tú RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora