CAPITULO 5

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Amanda Contreras

Al salir de la consulta me planteo la idea de llamar a Diego y pedirle que vaya a mi piso y así poder decirle, pero creo que lo mejor sería un lugar neutral donde no corra yo el riesgo de caer en su juego y que el no monte una escena, no estoy en condiciones de discutir. Lo llamo y cito en un discreto restaurante que queda fuera del centro de la ciudad y aunque se ofrece a venir a busacarme insisto en que lo mejor es vernos allí así no habrán habladurías si nos ven llegar juntos. Llegó antes que él y pido una mesa lo más discreta y alejada de todos que se pueda, si Diego reacciona de mala manera no quiero miradas inquisitivas sobre nosotros. 

Mientras espero mi mente no para de maquinar mil cosas, no puedo creer que esté pasando por esto, me aterra pensar cual será la reacción de Diego. Solo estuvimos dos veces y ¿Cómo se supone que le diré que estoy embarazada? ¿A él? A él que es uno de los hombres más calavera que pueda existir en la isla. ¿Cómo le explicaré esto a mi padre? Se que ya no soy una niña y que desde hace un par de años me he independizado, tengo mi propio negocio, pero aún así mi padre siempre ha soñado con verme a mí su única hija casada como se debe y con un buen hombre, no digo que Diego no lo sea pero vamos a ningún padre le haría gracia saber que primero su hija ha salido embarazada antes de casarse y menos de un mujeriego de primera como Diego Alcántara.

Conociendo a mi padre lo obligará a responder, el ser Juez hace que cualquier persona le tema y yo no deseo ni quiero un matrimonio con un hombre que no me ame y este a mi lado por miedo a mi padre o por cumplir una responsabilidad.

Miro la fotografía impresa de la ecografía y mi corazón se encoje, otra mujer en mi situación optaría por abortar pero al ver lo diminuto e indefenso que es este bebé no podría cometer tal locura jamás me lo perdonaria. Levanto mi mirada y veo entrar a Diego al restaurant, el anfitrión lo recibe pero al verme asiente señalando en mi dirección, rápidamente oculto la ecografía en mi bolso. Llega a mi lugar y me da una gran sonrisa de esas con las que seguro conquista a cualquier mujer que desee.

-. Qué gusto verte de nuevo Amanda - dice en un tono sugerente y mi mente me traiciona al recordar lo que pasó aquella mañana en la habitación del hotel - te ves encantadora cuando tu piel se torna de ese color

-. No estoy para tus jueguitos seductores Alcántara - respondo cortante - si te hice venir es porque necesitamos hablar de lo que sucedió aquella noche

-. ¿Lo has recordado? - inquiere con una sonrisa pícara - cariño si lo que deseas es revivir aquella noche debiste citarme en un lugar menos concurrido

-. Creo que tienes razón - murmuró y me da una sonrisa triunfal, busco en mi bolso el informe médico con la ecografía y se lo entrego - pero quizás no para las mismas razones que tú esperas - Claudio sería y al leer y ver la imagen de mi ultrasonido, su rostro pasa de ser afable a la total incredulidad, mira la imagen y luego el informe médico. Dura más tiempo callado de lo que esperaba y dejó de mirarle, los nervios y la ansiedad me están matando, tomo la copa de agua y doy un pequeño trago pero no aún así consigo calmarme

-. ¿Me has traído aquí para que no haga ninguna escena? - pregunta y me niego a responder - si esa es la razón pudimos estar mejor en tu piso - su tono de voz es duro

-. Yo...

-. Supongo que tendré que reprimir mi deseo de besarte y gritar de alegría - murmura y levanto mi rostro para mirarlo sorprendida - ¿Qué?

-. ¿No estás molesto? ¿No tienes dudas? - pregunto en voz baja y sonríe de medio lado

-. ¿Por qué estaría molesto? Y en cuanto a tener dudas pues, tú misma dijiste que no eras juguete de nadie y sé bien que es así Amanda ¿Y tú? ¿Cómo te sientes con esto? ¿Cuando te enteraste? - lo miro consternada

Atrapada en tú RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora