Capítulo III

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—¿Neta? ¿Me lo juras?

—¡Sí! Improvisaron una obra musical, ¿Puedes creerlo? —Las yemas de sus dedos jugaban con su frente, seguido bajó a sus cienes, descubriendo los mechones que cubrían su rostro. Se encontraba más frustrado que antes y la risa escandalosa de la pelirroja no ayudaba en mucho, más bien, no ayudaba en absolutamente nada.

—Me volvería loca si mi hermano hubiera hecho algo así —Decidió hablar, ya que había controlado las ganas de explotar de risa. A veces se volvía incómodo hablar de su hermano después del accidente, pero de algún modo ella siempre lo tenía en mente, claro estaba, lo quería muchísimo aunque no se dieron el tiempo para demostrárselo y ya era demasiado tarde— ¿Y les contaste sobre Mike?

—¿Qué? No —Soltó al instante, sintiendo como se ahogaba en sus palabras. Si hubiese tenido agua en la boca, seguro habría terminado por escupirla toda al escuchar aquella pregunta tan tonta—. Yo no quiero que ellos piensen que yo... Que soy- que- bueno, tú sabes, que estoy–

—Que estás enfermo —Completó la frase, al ver que él no podía hacerlo. Ambos quedaron en silencio por un buen rato, jugando con sus manos esperando una distracción, antes de volverse más incómodo—. Pero yo no creo que lo estés, quiero decir, eres bajito, pareces un zombie desde que un monstruo se metió a tu cuerpo y quizás eres muy raro, pero al final eres un niño normal.

—Sí, eso... —Admitió con tristeza, sobando su nuca con vergüenza también— Sólo me gusta mi mejor amigo, no es para tanto, ¿cierto?

—Ah, también tienes malos gustos, pero lo de niño normal no se te quita.

—¡Hey!

Un golpe espantó a todos en el aula de clases —menos a Max, claro—, avisando que la maestra ya estaba lista para dar la clase, así que estaba prohibido hablar si querían evitarse problemas, de hecho era la clase en la que era mejor ni siquiera ver a tus compañeros, o la maestra sacaría la conclusión de que estaban tramando al psíquicamente para atacarla de algún modo. Sí, era muy quisquillosa con sus clases.

La pelirroja no podría seguir escribiendo si sentía que su mirada le atravesaba hasta el alma. Sabía que Once no tenía la capacidad de ser discreta, pero en ocasiones resultaba ser tan escalofriante, cómo si se tratase de cualquier otra persona, más en especial algún psicópata o acosador que va tras ella. Finalmente Max le regresó esa mirada, cansada, encogiéndose de hombros, con el ceño fruncido y sus labios formando un "¿Qué?"

Will —Susurró la castaña.

"¿Qué?"

"Y Mike."

"¿Qué?"

—Las señoritas de atrás —Llamó su atención con un aplauso, ahí supieron que estaban acabadas, por una pequeña tontería que ni siquiera habían logrado comprender—: pueden seguir su juego de gestos afuera, ahora.

No era sorpresa ver a Max afuera, era casi una costumbre, por la fama de chica rebelde que había decidido crearse para parecer más genial en la escuela, lo cual realmente funcionaba. Aunque Will sabía perfectamente que detrás de esa fachada había en realidad una niña dulce y asustada del mundo, por eso era así. Por lo general la sacaban con Mike o Lucas, pero esta vez era Once quién la acompañaba a su "castigo". Will tomó su mano en cuanto pasó a su lado, negando con su cabeza como si estuviera asustado, recibiendo una sonrisa despreocupada.

Creía que su secreto sería revelado finalmente y, por si fuera poco, a la peor persona que podría contárselo. Así que ya estaba planeando las cosas para su funeral, incluso arrancó una hoja de su libreta y pensó escribir una carta a su madre en la que le explicaba que tuvo que dejar el pueblo por una amenaza, así que tenía que combatir al mal desde afuera. Sí, así de tonto.

—Formen sus binas, llevarán una tarea para el fin de semana.

—Mike, ya que somos hombres solteros por esta clase, deberíamos juntarnos nosotros —Propuso Lucas, que giró para ver a su compañero de atrás.

—Ah, sí, es sólo que ya había hecho equipo con Will.

—Pero nos acaban de decir que-

—Pueden juntarse si quieren, está bien —Estaba desperdiciando una oportunidad de estar con Mike, lo sabía, pero si las cosas con Max y Once sucedían cómo él esperaba, probablemente su mejor amigo le odiaría después, así que no tenía caso juntarse en primer lugar.

—Will, creí que quedaríamos para jugar mañana.

—Podemos suspenderlo, no soy realmente bueno en ciencias, no ayudaría mucho en el trabajo.

—Tienes el mejor promedio de la clase en ciencias —Para su mala suerte, Dustin se había metido a la conversación, inoportuno como de costumbre, pero no mentía en nada, lo cual era incluso peor.

—No es cierto.

—Sí, podemos revisar las listas si quieren.

«Estoy acabado».

—Vamos, Mike, ¿por qué no quieres juntarte conmigo? —El de tez oscura golpeó su hombro— El mago te ha rechazado, acéptalo.

—No, no es eso —Se apresuró nervioso el de corte más largo, quien tampoco quería que creyeran que se estaba comportando cómo un mamón—. Sólo no quiero estropear su proyecto.

—Está bien, Will, no importa la nota, sólo quería pasar tiempo con mi mejor am-

—Chicos, chicos, ¿por qué discutimos esto? Igual todos quedaremos el fin de semana para jugar, será como hacer la tarea en grupo, demonios, ustedes son tan complicados.

Los otros tres guardaron silencio, parecía una solución simple que los había dejado atontados. Todo iba bien para Dustin, que pasaría tiempo con sus tres amigos, y para Will, que pasaría tiempo con Mike, o eso parecía.

—¿Puedo llevar a Ce?

La sonrisa de Will pareció extinguirse en ese instante, cómo el meteorito que le arruinó la vida a los dinosaurios, esa era Once en su vida, sólo que no lo había matado... aún. Al menos no literalmente, pero sabía que, metafóricamente, moría cada vez que le veía junto a Mike, feliz cómo si fuera el mayor de los trofeos.

—Entonces llevaré a Maxine.

Y era lo único bueno que pudo haber escuchado, aunque supo ocultar su disgusto, a diferencia de su otro amigo, quien se quejó en cuanto pudo.

—Ustedes son lo peor y sus relaciones me dan asco —Dijo Dustin con un semblante serio y a su vez divertido, quizás sólo jugaba, o quizás quería suavizar el golpe, cualquiera de las dos funcionó.

𝐘𝐎𝐔 ↬𝐁𝐲𝐥𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora