Capítulo VIII

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Sus ojos se abrieron, estaba en su habitación, sin saber cómo había llegado ahí, vio a su alrededor y estaba... Solo. Era una gran sorpresa, siendo que muy rara vez su casa se sentía así de pacífica, en especial después de lo acontecido con él. Aunque en realidad no importaba cuántas personas entraran a su casa, así fueran unas cien, él se sentía extrañamente solo.

Sintió frío en su pecho, no quería dejar su cama, pero terminaría muriendo por la temperatura si seguía con su cuerpo expuesto así, o de vergüenza, lo primero que le matara al descubrir que estaba en ropa interior... Su rostro se pintó de rosa al notar ese gran detalle, alguien tuvo que haberlo desvestido y, aunque lo negaba, deseaba que esa persona hubiera sido Mike. Por otro lado, se sentía sucio por pensar en ello, aunque no era más que la idea de que lo desvistió, ni siquiera cabía pensamiento más «impuro» en su mente.

Tomó una cobija, usándola para cubrirse del pecho hacia abajo, sujetándola entre sus axilas, haciéndolo parecer una novia en su boda debido al largo de la manta que arrastraba. Así continuó para buscar a alguien cerca, pero parecía que no había nadie más ahí, como lo había presentido desde su cama. Aún así, no quería darse tanta confianza, pues un monstruo o algún asesino podían estarlo esperando detrás de cualquier puerta y ahí sería su final.

"La casa está incluso más sola que yo."

Acompañó su pensamiento con una pequeña risa nerviosa, mientras seguía avanzando por el lugar, jamás le habían dejado solo desde el upside down, al menos no por más de una hora, mucho menos si se encontraba inconsciente, lo cual era aún más raro. Acababa de despertar después de desmayarse y no tenía a su madre y su hermano encima de él cómo moscas.

Llegó a la sala, con la certeza de que estaba completamente libre de cualquier ser humano en la tierra, así que comenzó a retirar la cobija, aventándole a un lado, listo para dar un concierto a los muebles de la casa, hasta que...

—Estoy aquí —Escuchó la voz de Mike proveniente del sofá, esta con un aire de burla.

Soltó un grito agudo y se tiró hasta el pedazo de tela que había caído a dos metros de distancia, intentando cubrirse lo más que podía mientras se levantaba, aunque no era como si no le hubieran visto en ropa interior antes, estaba deseando no haber salido de su cama hasta que su madre estuviera ahí para avisarle que tenía visitas. Por otro lado, pudo confirmar que había sido Mike quien le había desvestido, y eso sólo empeoró sus nervios.

—¿Dónde están Dustin y Lucas? —Su voz, al igual que sus piernas, tembló.

—Me pidieron que me disculpara de su parte, pero no podían venir.

—¿Y Maxine?

—Le dije que viniera, pero mencionó algo de hacer cosas de chicas con Once, por cierto, ella despertó hace unas horas, ya está mejor, seguro viene en un rato, no iban a tardar mucho en ha-

—Creo que desperté muy preguntón... —Rara vez Will se atrevía a ser grosero, pero cuando lo era, siempre procuraba disculparse lo más pronto posible— ¡Perdón!

Pero el otro sólo había reaccionado con una risa, mientras rascaba su nuca con incomodidad, no podía entender qué era lo que tanto le molestaba de su novia. Pero, ¿Quién podía culpar a Will? El pobre casi moría por culpa de la chica en cuestión y lo primero que hacía era mencionarla.

Se levantó del sofá, caminando hacia él, haciendo que su pecho diera un vuelco, Will estaba congelado, sujetando la cobija mientras le veía acercarse, con la esperanza de recibir un abrazo antes que cualquier regaño, cualquier gesto tierno que le diera alas.

Acunó su mentón entre sus manos, acariciando sus mejillas con su pulgares, muy delicadamente . No podía reaccionar a eso sin temblar, así que decidió cerrar sus ojos para pensar en otra cosa que no fuera el tacto de su amigo sobre su rostro. Era imposible. Sólo podía imaginar sus manos en su espalda, uniendo sus labios con los suyos hasta quedarse sin aire, sin necesitar explicar a nadie aquel sentimiento de calma que le brindaban aquellas acciones.

—¿Por qué?

—¿Qué cosa? —Preguntó confundido.

—Siempre tienes que mencionarla cuando estamos solos.

—No lo sé, sólo lo hago...

Pero sabía la respuesta, sabía que el único modo de evitar pensar en la confusión que su amigo creaba en él, era pensando en la chica a la que pertenecía. Claro que nunca admitiría algo así, era demasiado cruel para Once y para el otro chico, el saber que trataba de ignorar un sentimiento que jamás se iría lo estaba matando por dentro, pero todo era para proteger a las dos personas que más amaba, ¿No era así? Entonces, ¿Por qué se sentía tan culpable? Era el problema con su condición, que no tenía respuestas para nada en absoluto.

—¿Puedo intentar algo? Pero promete no mencionar esto después.

No hubo respuesta de su parte, sintió su sangre helarse con notar que Will se acercaba lentamente hacia su rostro. Estaba temblando, cómo si se acercara a la muerte un paso por cada cinco segundos, sabiendo en qué terminaría eso y, tal cómo se planteó la metáfora, sabía que no sería nada bueno. Sus ojos se cerraron, ya estando unos cuantos centímetros de sus labios, acción de Mike imitó, dejándose llevar por la adrenalina del momento.

3 segundos.

5 segundos.

9 segundos.

Sus labios nunca se unieron, ni siquiera a un roce.

Mike abrió los ojos, demasiado confundido, para sorprenderse con la ausencia del menor, vio a sus costados, no estaba ahí. Entonces giró, encontrándolo parado con una sonrisa triunfante, pero a la vez apagada, frente a la puerta, que ya se encontraba abierta, listo para darle la despedida. Sintió un pequeño ardor en el pecho, ¿Había logrado desilusionarlo? ¿Cómo? Su corazón latía con fuerza y quería desaparecer de la faz de la tierra.

—Buenas noches, Mike, descansa.

𝐘𝐎𝐔 ↬𝐁𝐲𝐥𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora