Capítulo XIII

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—Qué extraño.

—¿Qué?

—Que hayas querido que Max se fuera.

El de cabello rizado agachó su cabeza un poco, para evitar ver sus ojos, pues estaba siendo invadido por los nervios, como si de un virus se tratara. Mike era un idiota, eso no se podía dudar. A pesar de ser un idiota, era como si, en el fondo, los sentimientos de su amigo fueran muy claros, hasta para él. El problema era aceptarlo. No quería pensar que podía terminar en el psiquiatra o asistiendo a misa todos los días, esperando que el padre encontrara su salvación. ¿Por qué sería así? Las personas en el pueblo decían que era una enfermedad, pero Will parecía muy sano, pequeño y frágil, pero sano.

—Quería hablar contigo, es algo "privado" —Hizo comillas con sus dedos—. No quiero que ella... Tú entiendes.

—¿Por qué llorabas?

Aquella pregunta le hizo sentir avergonzado, llevándolo a tallar sus ojos con intención de dejarlos secos, pero le pareció casi imposible. Seguro su rostro también estaba pintado de rojo, pues ya podía asimilar el calor en sus mejillas.

—Once.

—¿Te hizo algo? Creí que iba a disculparse, ¿La perdonaste? No lo hizo con mala intención, ellos la obligaron a hacerlo y estaba preocupada por ti.

—Ella cree que van a casarse.

—¿Qué si es así?

Fue como si el tiempo se hubiera detenido, dejándolo solo, flotando en el espacio, con el oxígeno escapándose de su cuerpo, sus párpados cayendo y su corazón latiendo cada vez más lento. Sintió que se desconectaba y, al volver, fue como un electroshock, sus impulsos no fueron repasados en su cabeza, simplemente se había reiniciado en un nuevo sistema.

—No pueden. No seas ridículo. Ni siquiera son mayores.

—¿Con quién más lo haría?

—No sé... Pero no vas a casarte con ella.

—Tengo la impresión de que estás celoso.

—¿Celoso? Sólo te digo que no tiene sentido decir que te casarás con alguien que conociste hace un par de años.

—Ese no es tu problema, te molesta que sea ella.

—No, no es-

—No entiendo el porqué, de todos nosotros, tú eres el único que no puede ver que es una chica divertida, leal, linda y-

—¡No quiero que salgas con ninguna chica!

Aquel grito dejó al rizado pasmado, retrocediendo sólo un poco. Era raro verlo así de molesto, Will solía ser muy maduro, al menos eso trataba, antes de desaparecer un buen tiempo. Desde que volvió se podía notar un pequeño comportamiento infantil. Pese a eso, nunca fue un chico histérico, era difícil sacarlo de sus cabales e, incluso cuando se molestaba, prefería llorar antes que desquitarse con alguien.

—No me importa si quieres casarte con la reina Isabel, además, Eleven es la niña más fastidiosa, boba y- y-

Comenzó a caminar de izquierda a derecha, sólo un par de pasos por extremo, mientras sus palmas chocaban, como si una madre regañara a sus hijos. Si alguien lo viera, sin escuchar, diría que estaban hablando de algo muy serio, cómo en una reunión de mafiosos.

—No. Para, ahora. Es la única vez que te lo voy a decir.

—Y tú ni siquiera la quieres, sólo no quieres conocer a nadie más, sólo eres muy ciego para no ver lo que-

—¿Lo que qué, Will? —Sujetó sus hombros con fuerza, en un intento de detener su ataque, pero eso sólo pareció empeorarlo— No voy a ver nada más que no sea a Eleven, ella es mi novia.

El menor tomó las dos manos que estaban sobre sus hombros, y le empujó con toda la fuerza que podía tener en aquel momento, dejando que su cuerpo cayera en el sofá, provocando que Mike se llevara un pequeño golpe en la cabeza, al que atendió el mismo con su diestra, entrecerrando los ojos. No le había dolido en realidad, sólo estaba desconcertado, en su vida había tenido que lidiar con un Will realmente molesto.

—¿Por qué? No entiendo, ella es- es- es bonita, pero... —Se sentó en el sofá, dejando su cuerpo relajarse, soltando un suspiro con frustración, mientras más lágrimas se escapaban de sus ojos, pronto los jadeos por parte de ambos aparecieron— ¿Por qué?

—No lo sé, supongo que no decides quién te gusta, Will, pero algún día va a gustarte alguien, quizás a ninguno de nosotros le agradará, pero te respetaremos, por eso quiero que respetes mi relación.

Pasó su brazo por los hombros del pequeño, acercándolo hacia él y depositando un pequeño beso en su frente. Lo mantuvo cerca de él hasta que sintiera que fuera el momento perfecto para soltarlo sin dejar daño alguno. Y es que sentía que toda acción de su parte podía lastimarlo sin querer hacerlo, por eso mismo quería distanciarse.

—Te quiero.

—Yo también.

—Pero no del mismo modo, ¿Cierto?

—¿De qué hablas?

Su corazón se aceleró por completo. Estaba a punto de soltar la confesión de su vida, que bien podía dejarlo varado en la nada, pero su pecho exigía gritarlo. Ya no importaba la respuesta, porque tenía más que claro que Mike nunca sería suyo. Seguramente tendría que crecer y ver cómo se casa con una chica, bueno, con esa chica. No tenía la más mínima oportunidad de ganarle. Su cabello era bonito, su rostro y cuerpo también. Era tan perfecta. Y él era un idiota con mirada triste, la cual sólo se iluminaba cuando el chico al que amaba se acercaba a él y le demostraba que le importaba. Cuando eran únicamente ellos dos, sin ninguna chica interrumpiéndolos. En esa posición podía sentir los latidos, tan pacíficos que parecía que dormía, incluso si hace un rato estuvo agitado, era cómo si en contacto mutuo todo fuera calma. Por eso mismo las palabras querían salir disparadas, porque no podía contenerlas más en su pecho. Sujetó sus manos con fuerza, temblando de la emoción, casi deseando estar solo para poder gritar. Dio un suspiro largo, liberando toda la tensión sobre sus hombros, y fue separando sus labios poco a poco, hasta formar:

—Creo que... Me gustas.

𝐘𝐎𝐔 ↬𝐁𝐲𝐥𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora