Renato se esforzaba por respirar mientras alcanzaba y tomaba dos cervezas más. Abrió la tapa de una y se bebió la mitad de su contenido. ¡Gabriel va a causar mi muerte! Fausto le había dicho que encontró al detective mirándolo la mayor parte de la tarde, pero seguramente aquello no significaba lo que Renato quería que significara. Y seguramente, había imaginado el bulto en los jeans del otro hombre. Logrando que su pulso estuviera algo bajo control, se dirigió al living.
Lástima que no pudo lograr controlar su erección también. Gabriel tenía el control remoto en una mano y cuando caminó hacia él, apretó el botón de play apuntando al blueray.
—Gracias. —Dijo, tendiéndole la botella.
—Claro. Sin embargo, en lugar de tomar la botella, Gabriel agarró la muñeca de Renato y tiró de él.
Chocando contra el borde del sofá, Renato perdió el equilibrio y comenzó a caer hacia el otro hombre. La mano libre de Gabriel sostuvo su cadera y le guió a que aterrizara en su regazo. Renato le miró sorprendido mientras se sentaba a horcajadas en los muslos de Gabriel. El calor emanó de sus mejillas cuando se dio cuenta que no habría forma en que su amigo se perdiera su erección ahora.
—¿Qué...?
—No necesitamos estos todavía, creo. —Dijo Gabriel suavemente. El agarre en su muñeca se liberó y Gabriel tomó ambas cervezas en una mano hasta ponerlas sobre la mesilla.
Cuando Renato se movió para levantarse, la mano en su cadera se apretó, calmándolo
—Quédate. —Ordenó Gabriel. Sin comprender, Renato se congeló mientras Gabriel deslizaba su mano ahuecándole el trasero. Un ligero apretón le hizo dejar escapar un jadeo de sorpresa.
—Sip, tan bien como pensaba. —Murmuró Gabriel, más para él que para Renato. La mano que se movió a tomar la nuca de su cuello estaba fría por culpa de las botellas de cerveza, enviándole un escalofrío a través del cuerpo. Gabriel le jaló más cerca, sus ojos verdes buscando su rostro—. ¿Estás bien? —murmuró.
—¿Qué estás haciendo? —susurró Renato.
No podía entender el hecho de que realmente eso estaba pasando. ¡Y todo iniciado por Gabriel!
—Necesito saber. —Replicó el otro hombre, suavemente, acercándolo todavía más.
—¿Saber qué? —Renato no se pudo resistir—. En serio debería resistir —pero en su lugar levantó sus manos y las puso sobre los hombros de Gabriel.
—Si es tan bueno como lo he venido recordando cada noche.
Antes que pudiera responder a aquella declaración, los labios de Gabriel se cerraron sobre los de Renato, tomando lenta y suavemente el control, instando a su boca a que se abriera, pidiéndole acceso para empujar su lengua en lo profundo. Renato no pudo detener su gemido cuando acarició tentativamente la lengua de Gabriel con la suya. El hombre le pellizcó y chupó, mordisqueó y lamió, explorando su boca y sus labios. Gabriel gruñó.
—Oh, dios. Estaba equivocado. —Antes que Renato pudiera retirarse sorprendido, pensando que Gabriel no había disfrutado el beso casi tanto como pensó, Gabriel continuó: —Esto es mucho mejor.
La mano apretando el trasero de Renato, le atrajo firmemente contra el cuerpo de Gabriel.
Un eje igualmente duro se frotó contra el suyo, enviando deliciosas ondas a través de sus bolas y presión en sus muslos.
—¡Estás duro! —Jadeó sorprendido Renato, mientras la mano de Gabriel le alentaba a mecerse contra él de nuevo.
—Eres tan malditamente sexy. —Susurró Gabriel—. Tus duros músculos ondeándose mientras jugabas basquetbol, burlándose de mí con el sudor resbaladizo en tu piel cuando te quitaste la camisa. Tomó todo de mí no ir y lamerte. — Su frase acabó con un gruñón gemido que capturó los labios de Renato nuevamente, esta vez en un dominante reclamo de su boca.
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