Gabriel dejó salir un gruñido mientras ralentizaba el ritmo de su auto y lo orillaba para dejar pasar a la ambulancia. Meneó su cabeza y dio un suspiro. Había estado de mal humor y quejándose de todo y todos desde su pelea con Renato. Trató de golpear a Agustin cuando el hombre le dijo que se aguantara y simplemente se disculpara, esa había sido la gota que rebasó el vaso.
Fue llamado a la oficina del capitán y se le pidió que tomara un par de días libres para que se calmara, lo cual no ayudó en nada para animar su comportamiento. Aunque, por otro lado, la pesca le había relajado y dado tiempo para pensar. Por primera vez en una semana y media, Gabriel no combatió contra sus pensamientos de Renato y en su tranquilo retiro por el río, se masturbó con los recuerdos de ellos juntos. En su bruma post-orgásmica, se dio cuenta lo idiota que había sido con él por siquiera pedirle que mantuvieran su relación en secreto. Habría actuado de la misma forma si alguien le hiciera lo mismo a él.
Así, recogió sus cosas y se dirigió a casa, esperando que Renato estuviera allí en su día libre y de esa forma poder tragarse su orgullo y besarle el trasero. Sonrió ante aquel pensamiento. El trasero del hombre seguro que estaba bueno. Su sonrisa desapareció cuando giró por su calle y vio la ambulancia que voló por su lado estacionada en frente de la casa de Renato. Chirrió hasta detenerse en su entrada, su coche apenas estacionado antes de saltar del interior y correr a través de la calle.
Reconoció a Gastón como el oficial que trabajaba en la escena. Las cejas del hombre se elevaron mientras Gabriel corría hacia él, gritando el nombre de Renato.
Gastón dio un paso al frente.
—Whoa, alto, Detective Gallicchio. No estás en servicio, por lo que no puedes entrar allí.
—Seguro que no puedo. —Gruñó—. ¿Qué le ocurrió a Renato?
—¿Conoces a la víctima?
—V-víctima. —Susurró, su corazón saltándose un latido—. ¡No! —trató de rodear a Gastón, pero el otro hombre se movió con él—. ¿Qué sucedió? —gritó finalmente.
Gastón agitó su cabeza.
—Una pelea de novios que se puso violenta. Herida de bala en el pecho. Los paramédicos están allí preparándolo para llevarlo a St. Mark.
Los ojos de Gabriel se ensancharon y finalmente observó a su alrededor. Vio a Tomas mirándolo desde el asiento trasero de la patrulla de Lance.
Gruñó y se dirigió hacia él, su visión tornándose roja.
—Voy a matarlo. —Rugió.
—Whoa, Detective. Sé que no acabo de escucharte decir eso. —Dijo Gastón suavemente, agarrando su brazo y deteniendo su avance.
—¡Papá!
Girándose hacia el grito, Gabriel liberó su brazo del agarre de Gastón.
—¿Jake? ¿Qué carajo estás haciendo aquí?
Envolvió a su hijo en un apretado abrazo, no muy seguro de qué lo sorprendía más, que su hijo estuviera allí y no en el colegio, o que hubieran lágrimas cayendo por las mejillas del adolescente.
—¡Le dispararon, papá! Dio un paso entre nosotros cuando Tomas trató de dispararme. —Gritó Jake.
Las palabras de Jake devolvieron su mirada hacia Tomas, pero antes que pudiera encontrar la manera de moverse alrededor de Gastón para destrozar al bastardo, los paramédicos sacaron a Renato fuera de la casa. Le dio a su hijo un apretón y la promesa de que regresaría antes de liberarle y caminar hacia la camilla. Sintió que la sangre abandonaba su rostro cuando vio las vendas ensangrentadas cubriendo el hombro izquierdo y la parte superior del pecho de su amante.