Celos.

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Por suerte, Amelia se ofreció a conducir, ya que Jim no podía quitarle los ojos de encima al nuevo chico, observándole muy poco discreto por el retrovisor. No entendía que le sucedía a su esposo, y el porqué de llamar al chico como ese ángel del que tanto hablaba.

Comprendía que Castiel se hubiese convertido en la más grande demostración de que su fe servía de algo para Jimmy, pero esto escalaba a la locura. Jim no hablaba de Castiel como algo divino, lejano y perfectamente inalcanzable, como lo haría de Dios. Él hablaba del ángel como si se tratara de un sujeto cualquiera con quien se cruzó, que era perfecto a sus ojos y que le había prometido su vida entera, como... enamorado.

Amelia se golpeó mentalmente al pensar en algo tan estúpido. Supuso que era quien exageraba, y su marido solo quería a Castiel como una fan a su cantante favorito. Eso sería normal, ¿No?

Desde el día en que conoció a su esposo, siempre fue un devoto absoluto, lo cual ella admiraba. Pero el Jimmy que veía ahora, llamando a un chico por el nombre de un ángel que se había alejado hace tiempo... ese no era su esposo.

- ¿Jim?

El susodicho se giró rápidamente, como sacado de golpe de un trance.

- ¿Deberíamos pasar a hacer algunas compras? – Sugirió.

- Claro, por supuesto. – Respondió rápidamente.

Amelia sentía que cualquier cosa que preguntara, seria respondido con esas mismas palabras. Jim no prestaba atención a nada de lo que dijese desde que llegó; incluso mirándole a los ojos, sabía que no la estaba mirando realmente.

Pararon en el primer supermercado a la vista, el cual estaba lleno de gente. Jimmy miró atrás, como pensándoselo mejor. No podía bajar con Castiel allí, donde estaba repleto de gente. Era un ángel aún y probablemente, los otros sujetos estarían buscándolo.

- Baja tú con Claire, nosotros nos quedamos. – Dijo seguro, intentando descifrar entre las personas a su alrededor algo raro.

- Jimmy, no puedes...

- Amelia. – Silencio. – Por favor.

Ese tono prepotente y autoritario, ese no era el Jimmy que ella recordaba. Claire no dijo nada y bajo, siguiendo a su madre hacia el lugar.

- Ella parecía enfadada. – Comentó Damien después de mucho sin hablar.

- Probablemente lo este, Cas. – Admitió, pero sinceramente no le importaba. - ¿Cómo te siente?

- Extraño.

Jim sonrió, girando de costado en su asiento para poder verle. Ojos inexpresivos mirándole.

- ¿A qué te refieres? – Indagó.

- Siento... - Damien miró su mano, intentando explicar un sentimiento que no podía sentir claro. –...que no me pertenece este cuerpo. ¿Eso es malo?

- No, para nada. – Sonrió.

- Bien. –

El hombre le miraba con admiración, pero solo le hacía sentir cálido, como si no existiera de que temer con él cerca.

- No entiendo muchas cosas, y quiero saber. – Comunicó confiado sus preocupaciones. - ¿Por qué no me dicen?

- Es un proceso lento recordar, Cas. – Habló con tranquilidad contagiosa. – No sé lo que te haya pasado, pero te ayudare a regresar.

La promesa reconfortó al joven.



Cuando Amelia volvió, Jimmy y Damien se estaban mirando fijamente, como en un juego de quien parpadea primero. Pero no estaba jugando en lo más mínimo. Estaban conectados, y cuando logró sacarlos de esa conexión, se dio cuenta de que su esposo continuaba mirando atrás de vez en vez. Durante todo el camino, Jim continuaba llamándolo "Cas", aunque ese no era su nombre, y a Damien no le disgustaba.

Esa, esa fue la primera vez que Amelia sintió celos. 

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