Acostumbrado a ti.

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Tomaban algo de aire y estiraban las piernas a la orilla de una desconocida carretera. Jim no sabía dónde estaban y a estas alturas poco importaba, pero sabía que el dinero no era eterno y no podrían vivir de esta manera para siempre.

Cas estaba un poco más allá del auto, observando a las mariposas volar por el verde bosque. Su cabello apenas se movía con la brisa suave, y el azul celeste en sus ojos resaltaba con el soleado día.

De repente, se volteó, había notado la mirada de Jimmy sobre él. Caminó hacia el humano, sorteando la yerba. Castiel abrazó al cuerpo de Jim como si pudiese perderlo. Se acostumbró pronto a la sensación que él otro le causaba, esa necesidad de ser solo uno.

Jim le correspondió, cerrando sus ojos al gesto. Sus preocupaciones se esfumaban y solo eran ellos dos de nuevo. Se quedaron así un rato, disfrutando de la vista y su cercanía.

De nuevo en marcha, Cas leía un libro viejo en la parte de atrás. Haciendo preguntas de lo que no comprendía a Jim y contándole sobre lo que consideraba interesante. Todo eso hacía más llevadero el viaje.

Pararon a almorzar en un pequeño restaurante familiar. Cas seguía hablando sobre el libro y Jim escuchaba atentó cada palabra que salía de su boca. Sin embargo, no era estúpido para no notar al sujeto a una mesa de la suya, observándolo como si se conocieran. Parecía uno de los Winchester con su camisa a cuadros, y cuando tomó su teléfono y volvió a posar su mirada en ellos, supo que era un cazador.

El sujeto fingió ir a fumar un cigarrillo a la parte de atrás del restaurante, pero buscaba un contacto en su celular. Jimmy sabía que llamaría a Dean y Sam.

Tomó a Cas de la mano, apresurándolo. Dejó el dinero en la mesa y salieron de allí rápidamente.

- ¿Qué pasa? – Interrogó el ángel, preocupado por la actitud del otro.

- Cazadores, cariño. Camina rápido.

Abrió la puerta del acompañante para que Cas subiera, y entonces alguien lo sujeto del cuello, estampando su frente en el capo. Jim estuvo confundido un segundo, hasta que el mundo retomo la nitidez de siempre. Sentía la sangre deslizarse por su frente y manchar su rostro entero, pero no podía levantarse de esa posición.

- ¡Jim!

Castiel le llamó, pero alguien intentaba tranquilizarlo, diciendo que estaría a salvo y lo llevarían a casa. No podía verle y eso lo desesperaba. Se sacudió en su agarre, hasta que este desapareció repentinamente.

Castiel había golpeado al sujeto, enviándolo varios metros atrás, y su compañero estaba en el suelo también.

- Sube al auto, Cas. – Apresuró Jim, viendo carmesí de un lado.

El chico obedeció y aceleraron lo más posible, tomando caminos extraños y deambulando sin muchos sentido. No imaginaron que los Winchester habían hablado a su gente, podían estar en cualquier parte y no podrían confiar en nadie.

Castiel podía ver el nerviosismo del otro en los dedos que tamborileaban discordemente sobre el volante, y en su mirada asustada que parecía ver atrás cada dos segundos.

Sugirió seguir con la lectura, pero Jim le dijo que con sujetar su mano sería suficiente para tranquilizarse. Eso también calmaba al ángel. 

Parte de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora