Sam...

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Jimmy manejó durante horas, parando en estaciones de servicio de vez en vez. Estaba agotado, pero solo podía pensar en alejarse de los Winchester lo más posible. Bajaron para comprar algo de comer una vez más.

Jim bostezó y tomó unos emparedados sin fijarse ni de que eran. Eligió un refresco al azar y algunos snacks. Castiel se quedó cerca de la caja, observando a un esponjoso patito llavero girar. El adulto pasó por detrás y metió el patito a la cesta, despeinando el azabache cabello del ángel.

Una pareja entró luego, con un niño de unos cuatro años detrás. Nadie nunca notó el vidrio roto bajo uno de los mostradores, excepto el niño. Castiel lo vio curioso, parado a un lado de James que pagaba las cosas. Cuando el infante se dio la vuelta, su mano tenía sangre e inhalaba aire para soltar el más desgarrador llanto.

Castiel se adelantó, sujetó su mano herida entre las suyas y lo curó.

Y entonces otro recuerdo lo arroyó. Recordaba cabello castaño y un tacto suave. Se sentía la emoción de alguien, otra vez la familiaridad de Dean... y la presencia de alguien amenazante detrás de él. Olía a yerbas quemadas y... demonio...

- Sam... - Pronunció sin pensarlo.

Tomó el vidrio roto para tirarlo en la papelera afuera del local, y se alejó del niño. Jim escuchó el nombre que el ángel recordó, y tuvo que preguntarse cuanto más podría alejarlo de ellos.



De vuelta en el auto, comiendo a un lado de la transitada carretera, Jimmy masajeaba su sien con la mano libre, intentado aplacar el dolor de cabeza que el sueño le causaba. Castiel lo notó. Se quitó el cinturón y acercó su mano derecha a la frente del humano.

Aun no tenía claro como hacia todas estas cosas, pero era algo que simplemente sabía hacer, como andar en bicicleta. Jim cerró los ojos contra el tacto ajeno, con el dolor desapareciendo.

- Puedo ayudar, pero necesitas dormir. – Dijo el ángel. – Estaré atento por si algo pasa.

Jim terminó por ceder, pero dormiría en el asiento delantero apenas reclinado, por si acaso. No quería arriesgarse. El ángel le ayudo a dormir más rápidamente, asegurándose de que descansara.

Con su misión cumplida, Cas se quitó la gabardina y la colocó encima de Jim, probablemente la necesitaría más que él. Hurgó dentro del paquete de frituras, volviendo a sentir esa desabrida sensación. Reclinó también su asiento, por simple comodidad, y se giró hacia el humano.

No tenía idea de quienes eran Sam y Dean, pero su instinto le decía que confiara en Jim por sobre todo. Sentía que lo conocía más que a nadie, aunque apenas recordara su nombre. Alargó su mano hasta la que el humano dejaba tendida, sujetándola.

Algo le decía que habían estado unidos, complementados, compenetrados, y ya no era así. Si solo recordara como volver a juntarse, todo esto sería más fácil...

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