Capítulo 30

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Chaeyoung.

La habitación era silenciosa, Jihyo llevaba algunos minutos allí, pero no había mencionado alguna palabra y yo mucho menos, me encontraba muy avergonzada por todo lo que había pasado. Durante la mañana las imágenes que llegaron a mi cabeza lograron atormentarme por completo, había tratado de recordar con claridad el momento exacto en que todo empezó, pero me fue imposible hacerlo, ¿Qué había hecho?

— Rose se ha ido, pero no sabemos a dónde y no creo que sea sencillo encontrarla. —comentó repentinamente en voz baja, pude notar la decepción y el enojo en su voz— ni siquiera Yeri lo sabe.

— ¿Y qué si la encuentran? —pregunté al mirar un punto muerto en el suelo y apreté mis puños con fuerza— ya no tiene sentido...

— Pero...

— Jihyo, aunque la encuentren... El daño ya está hecho. —esta vez la miré— mi memoria está borrosa, pero aunque ella haya empezado tal cosa, yo fui quién terminó todo...

— No fue tu culpa, la droga actuó por ti, tenías una gran cantidad en tu organismo. —dijo y escuché un suspiro lleno de frustración— pero... Por Dios, Chaeyoung... ¿Como es que no pudiste mantener distancia con ella? —apretó su mandíbula.

— Jihyo...

— ¡Sabias perfectamente lo que sentía por ti! Y Mina... ¡Te entrego su confianza y tu solo volviste a caer en los juegos de Rose! —su enojo era entendible, Jihyo confío en que yo seria quien alejara el dolor de aquella persona que también había tratado de cuidar, pero acabe decepcionándola— no pensé que fueses tan ingenua.

— Lo siento... —logre decir antes de cubrir mi rostro con ambas manos, no quería llorar, pero mi llanto no iba a poder ser retenido por mucho tiempo— lo siento mucho...

— No debes disculparte conmigo. —intento no sonar tan dura esta vez— en un momento... Ya podrás irte.

— ¿D-Donde esta Mina? —baje saliva lentamente al tragar mis lagrimas.

— Sobre eso...

— ¿Qué ocurre? —pregunté cuando intente levantarme, pero mi cuerpo se sintió pesado y volví a recostarme.

— Tu madre se está encargando de eso.

— ¿Que? ¿Mi madre está aquí? —mi voz sonó algo temerosa, no quería que mi madre se enterara de todo aquel lío— ¿Tú la llamaste? —me sostuve con la poca fuerza que tenía del borde de la camilla mientras me levantaba.

— Lo hizo Mina, llego hace poco. —suspiró con algo de fuerza— Chae, realmente hice mucho para que no te despidieran, pero no pude salvarte de la suspensión durante un mes.

— Hiciste lo que pudiste y es algo que de verdad agradezco, Jihyo... —logré decir en un susurro. No supe cómo manejar mi remolino de emociones.

— Eres buena en ello. —dijo al tomar una carpeta sobre la mesa— pero ahora, solo debes descansar bien.

No volví a mencionar otra palabra, Jihyo salió en ese entonces y comencé a quitarme aquella bata para así colocarme la ropa que se encontraba en la cama, pero mi cuerpo se sintió ligeramente pesado y mi cabeza aún daba ligeras vueltas.

— Maldición... —musité al colocar ambas manos en mi cabeza.

El ruido de la puerta abrirse me hizo volver, mi madre entró en ese momento y me dio una rápida mirada. Se quedó allí de pie y detuve rápidamente mis movimientos. Noté la preocupación en sus ojos, lo hice incluso a través de aquellos redondos anteojos.

— ¿Te he dado permiso para decir esas palabras? —preguntó con la voz ronca, pero no tardó en acercarse y envolverme en sus brazos. No pude descifrar la tranquilidad que sentí cuando su calidez me envolvió y sin poder evitarlo dejé que mis lágrimas corrieran— me preocupé tanto.

Umbrella 2; MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora