Mina.
De camino al hospital Chaeyoung como los días anteriores no paró de hablar sobre aquella niña llamada Nako, al parecer la pequeña había logrado cautivar por completo su corazón, cada palabra, cada recuerdo siempre iba acompañado de una hermosa sonrisa.
Ya había pasado una semana y ella siempre me contaba con entusiasmo cualquier cosa que compartían juntas, cada día fue a verla para cerciorarse de que estuviese bien, de que no se saltara ninguna comida y sobre todo, de que no se sintiera sola. Me encantaba que fuese tan buena, tan atenta con ella, pero también temía ante el hecho de que pronto tendrían que separarse y no tenía ni la menor idea de que pasaría después de eso.
— ¿Hablaste con Jihyo? —pregunté con cautela y su sonrisa comenzó a borrarse.
— La dejarán en un centro de adopción. —volví a verla durante unos segundos gracias a su tono decaído y tomé su mano, dándole un ligero apretón antes de volver a tomar el volante.
— Estará bien. —traté de animarla con una sonrisa— ya ha mejorado bastante, ¿No? —ella solo asintió sin mirarme— Chaeyoung, cariño...
— No quiero dejarla sola, Mina, sé que no está en mis manos, pero...
— Amor, tranquila. —detuve el auto en el estacionamiento del hospital, pero ella salió de inmediato sin escucharme, así que la seguí y me interpuse en su camino— mírame.
— Solo tiene ocho años... —susurró al mirarme.
Noté la forma en que apretó sus manos, así que tomé sus hombros y la acerqué en un fuerte abrazo. Su cuerpo se relajó y escuché un suspiro de su parte antes de que rodeara mi cintura.
— Estará bien. —besé su mejilla.
— Lo sé, cariño. —movió un poco su cabeza y tras darme una rápida mirada, capturó mis labios en un suave y corto beso.
Entendía perfectamente esa sensación de impotencia, aquel sentimiento era completamente devastador.
Tomé su mano cuando nos apartamos y decidí acompañarla durante unos minutos más en el hospital. Llegar tarde a mi trabajo fue lo de menos, luego podría recuperar el tiempo perdido sin problemas.
Reconocí a unas pocas personas en los pasillos, las había visto mucho antes, pero nunca me interesó conocerlas por lo cual solo les sonreí a aquellas que notaron mi presencia.
Aún seguía sintiéndome atrapada, tal vez jamás podría sentirme del todo cómoda dentro de un hospital, era completamente frío y silencioso.
— Mina. —escuché mi nombre y al voltear, me encontré con Jihyo, ella nos mostró una encantadora sonrisa al acercarse.
— Jihyo, ¿Qué tal? —me rodeó con sus brazos, pero yo solo correspondí con mi brazo desocupado, no quería soltar la mano de Chaeyoung.
— No puedo quejarme, ¿Y tú? ¿Cómo están tus padres? —preguntó muy alegre.
— Disculpen, debo irme. —dijo Chaeyoung un poco apenada.
Ella de un momento a otro soltó mi mano, la miré sin entender muy bien y luego de dejar un pequeño y corto beso sobre mis labios, se retiró un poco apresurada junto a una rubia y a una castaña que la esperaban a unos metros de nosotras. Traté de restarle importancia cuando la chica más alta de las tres la abrazó después de darle un gran beso en la mejilla y mediante risas desaparecieron al cruzar el pasillo.
Miré a Jihyo cuando aclaró su garganta y sonreí a modo de disculpa. Respondí a sus preguntas, fuimos a la cafetería del hospital y nos quedamos conversando un poco más, incluso bromeó de que ahora vistiera mucho más elegante cuando antes solo llevaba puesta ropa deportiva. Pero luego de muchas sonrisas y bromas, su semblante fue tornándose mucho más serio y sin duda entendí por qué.
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Umbrella 2; MICHAENG
Fanfiction"Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes". - Khalil Gibran.