𝘚𝘰𝘴𝘱𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴𝘰 #9 - 𝘎𝘳𝘪𝘵𝘵𝘦𝘳

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Me troné los dedos y me arreglé el cabello, pues no tenía nada mejor que hacer además de estar pensando todo el rato en quién demonios me podría haber matado.

—¿Cuántos faltan?— pregunté, sin esperar una respuesta.

—Solo un par más— respondió Remiel —pero puedo dejarlo aquí si me regalas un anillo de oro blanco con diamantes rosas.

—Oh por favor, supéralo— intenté sonar molesto, pero se me escapó una risita.

Remiel rió y puso su mano frente a mi, moviendo sus dedos, como si le fuese a poner aquel anillo, a lo que ligeramente lo empujé para que dejara de hacerlo.

—Dios ¿por qué me has mandado este arcángel? ¿Por qué?— reclamé al aire a modo de broma.

—¿Dios? ¿en serio la gente sigue creyendo en esa mentira?— inquirió Remiel, dejándome confundido.

—Uh... si, tú lo conoces ¿no?.

—No, Dios no existe, son puras patrañas, solamente existimos los Angeles, arcángeles y otros seres de luz— me explicó y ahora estaba realmente sorprendido.

—¡¿Qué?!— dije exaltado —digo, nunca creí en él, pero en cuanto te vi a ti pensé que si sería real.

—Para nada, solo es un invento de los humanos, por alguna razón siempre necesitan creer en algo más grande y poderoso que ellos... ¿nunca te has preguntado por qué Dios no tiene una imagen? Simple, por que no existe, ¿quienes son los que siempre salimos en pinturas y esculturas? Los ángeles y arcángeles, así es esto.

—Oh, ¿entonces ustedes serían lo más cercano a un Dios?— pregunté, demasiado intrigado y con muchas más preguntas en mi mente.

—Se podría decir que si, aunque no tal cuál como los humanos creen que un Dios puede hacer, no cumplimos milagros ni nada de eso, solo intentamos ayudar y guiar a la humanidad, ese es nuestro trabajo.

—Pues no lo hacen muy bien que digamos— bromeé para molestarlo.

—Si, lamentablemente no podemos evitar que alguien gaste increíbles sumas de dinero en anillos y hoteles de lujo para sus amantes— agregó, mirándome burlón.

—Pero la pasé muy bien— respondí.

—Uy si, tan bien que terminaste asesinado— dijo mientras reía.

intenté permanecer serio, pero sus respuestas me hacían reír, debía admitir que comenzaba a agradarme la idea de convivir con él. Nuestras bromas aligeraban la pesadez de mi asunto y me distraía por unos minutos.

—¿Por qué mejor no dejas de hacerme burla y me muestras el siguiente? ya no quiero seguir escuchando tus malos chistes— le dije mientras volteaba hacia el frente y trataba de ignorarlo.

—¿Entonces no me darás un anillo?— preguntó Remiel desanimado.

—¡Supéralo!— le exigí otra vez, cubriendo mi boca para que no pudiera ver que ocultaba mi risa.

—Está bien— respondió, fingiendo estar aún más desanimado.

Finalmente, Remiel comenzó a mostrarme al siguiente, y me vi, estábamos en la casa de Amir, donde a veces solíamos juntarnos para ensayar o intentar hacer nuevas canciones.

11th Dimension (Julian Casablancas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora