La voz de Gaadriel me tranquiliza, no es la mejor persona de este lugar pero por lo menos no es la sombra, ni tampoco trae un cuchillo.
Me doy la vuelta sin alcanzar a destapar el cuadro mayor, el conde esta más próximo a mi cuerpo de lo que hubiera imaginado. Su mirada gris se cruza con la mía, la luz ilumina su cabello, y hace que su piel tome un color más natural, me doy cuenta que se ha rasurado esa pequeña barbilla, la apariencia de esta mañana lo hace ver más joven y menos perverso que cuando lo vi por primera vez.
Pero sigue siendo intimidante.
Alzo mi barbilla y le sostengo la mirada por bastante tiempo. No quiero que piense que me intimida.
-¿Qué haces aquí?- repite la pregunta que no he contestado.
Esta a una distancia tan estrecha que puedo sentir su aliento fresco en mi nariz.
-Llegue por casualidad- digo, mientras doblo la mirada y hago como si estuviera analizando las pinturas- estaba escribiendo una carta en la biblioteca y encontré este lugar.
Lo veo alzar una ceja. Eso fue estúpido, no debí mencionar que me encontraba escribiendo una carta, ahora lo sabe.
Me lo quedo observando, en su torso no lleva más que una camisa y dos suspensores, es una ropa holgada y hasta puedo distinguir manchas de colores en ella, caigo entonces en la cuenta que se trata de él. Gaadriel ha pintado todo esto.
-Las cartas son llevadas al pueblo y enviadas una vez al mes, me temo que tendrá que esperar un tiempo.
En la ciudad real no era así, cada dos días las cartas podían ser enviadas, aunque supongo que en estos lugares más arrinconados y con menos gente debe ser como él dice.
El chico retrocede un par de pasos hasta una tableta con pintura fresca, saca un pincel y comienza a mezclar colores. Al parecer trata de ignorar que estoy ahí.
Al ver que ha dejado de prestarme mayor atención, me acerco nuevamente al cuadro cubierto para terminar con lo que estaba haciendo antes de que me asustara de aquella manera, alzo nuevamente mi brazo y alcanzo a destapar solo una esquina de aquel, imposible saber de que se trata con solo una esquina.
-¡Deja eso!-la voz dura de Gaadriel hace detenerme enseguida.
El conde se ha acercado nuevamente a mí, parece nervioso, sus facciones no están pacíficamente en su lugar, lo noto apretar su mandíbula y curvar sus cejas, se ha enojado. Rodea mi muñeca para luego tirar bruscamente de mi cuerpo, alejándome de ese cuadro en especial. Abro mis ojos de la impresión y el susto que me ha causado su reacción.
Sus ojos se encienden de algo indescriptible y toda la imagen amigable que creí haber visto en él se esfuma, ahora es incluso peor, me mira como si quisiera estrangularme mientras sigue apretando fuertemente mi muñeca.
Debo juntar fuerzas para soltarme de su agarre y alejarme unos cuantos pasos, pienso en correr pero seria inútil, es una escalera y yo llevo un incomodo vestido y el pantalones, no ganaría.
Lo miro con miedo, él se da cuenta y trata de apaciguar su enojo.
-No deberías estar aquí- dice y no se si se refiere al lugar de los cuadros o al castillo en si- este es un lugar privado, es mi lugar, es de mala educación inmiscuir en cosas ajenas.
Me atraganto con mi propia saliva.
-¿Usted hablándome de educación? -me atrevo a decir- desde que he llegado me ha tratado como cualquier cosa, mando a uno de sus sirvientes a recibirme, me ha dado ordenes y se ha atrevido a tomarme de aquella manera, ¿cómo puede hablar de educación?.
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Princesa sin linaje
FantasyColette fue encontrada cuando era una bebe entre las ramas de un viejo árbol por la mismísima reina de Adelis, desde ese día fue criada como una más de sus hijos, aunque no tuviera sangre de ángel. El mundo entero la conoce como aquella princesa m...