Anne

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El Conde me ha dejado marchar.

Despues de robarme un caballo y causar tanto problemas me ha dejado libre, ha puesto a mi disposición un carruaje para volver al palacio real.

Pese a todo, no me siento feliz.

No creo su historia, nadie podría ser capaz de creer tal disparate, ángeles y demonios en guerras milenarias, de verdad, si antes pensaba que el chico estaba loco, después de escucharlo , lo he confirmado.

En pocos días volveré a ver a mi familia, eso debería causar algo en mi, pero no ha sido así. Se que no debería creerle ni una palabra pero me siento extraña, y no solo físicamente, aún me duele intensamente la espalda pero es algo con lo que puedo lidiar, pero no es solo eso, recuerdo al conde repitiendo una y otra vez que había sido él quien intentó matarme aquellas veces en las que habia visto aquella sombra, era lo unico de todo su relato que tenía sentido, era el, Gaadriel no me había salvado la vida sino quien pretendía matarme. Eso era lo unico que podria llegar a creer, el resto, nada, ni siquiera mis hermanos pequeños que habían sido instruidos en una religión extremadamente nefilim podían tragarse una verdad como aquella.

Las sirvientas están guardando todas mis pertenencias , no está Anne y tampoco la esperaba, ella tambien se habia caido y quiza habia sufrido lesiones peores que las mías, no podía ayudarme ahora.

Entiendo que mis padres no estarán felices con verme llegar, les había costado tanto encontrar un marido noble y cuando lo tuve resultó ser un loco obsesionado religioso. Pero tendrán que aceptarlo, les contare todas las cosas que vivi en este lugar y que realmente prefiero ser soltera para siempre, he incluso un humano no estaría mal, viviría en una casa humilde, quizá en un campo, en una granja, cualquier cosa sería mejor que este lugar.

Incluso si tuviera que vivir en la misma parte, con Dylan y su esposa.

No había pensado mucho en aquello, sólo estaba tan desesperada por irme que no caí en la cuenta que al volver mi relación con Dylan no sería la misma, el estaba comprometido y pronto se casaría con una princesa de verdad. Yo debía soportar eso, sin decirle lo que sentía por él, a nadie, si las personas sabían lo que Dylan y yo sentíamos el uno por el otro el reino entero nos repudiaria, habíamos crecido como hermanos, teníamos padres en común, tener sentimientos mutuos era algo inmoral.

La puerta del cuarto se abre, Chad entra haciendo una pequeña venia. Le dedico una sonrisa amistosa, de todas las personas que he conocido aquí, es el único que alguna vez me agrado.

—Lamento mucho que su estadia aquí no haya sido grata, Princesa —dice el, apenado —por favor, ha de disculparme si no pudimos cubrir todas sus necesidades como debíamos.

Niego con la cabeza.

—No es culpa de vosotros, Chad. Es solo que no me siento cómoda, no es mi lugar, ojala me entienda y no se culpe por mis decisiones, usted ha sido muy amable.

Veo tristeza en sus ojos y me hace sentir culpable, realmente él no tiene nada que ver con todo esto. El anciano asiente pero se que el fondo sigue sintiéndose insuficiente.

—El Conde quiere despedirse, Princesa. La está esperando en el salon.

Espero que sea solo para eso y no otro arranque de locura. Quizá ya se arrepintió y nuevamente pretende dejarme como prisionera.

Asiento y salgo hacia el salon por última vez. Gaadriel está sentado en el borde de la mesa con sus brazos cruzados, apenas me ve se levanta. Aun no logro aceptar que un chico tan apuesto esté tan demente.

—Te doy una última oportunidad, quedate, te protegeré. Afuera no estas segura en ningún sitio, te encontrarán y te mataran.

Sus últimas palabras suenan casi como una súplica.

Princesa sin linajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora