El compromiso

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Después de aquello, solo he podido quedarme petrificada en un rincón del salón, veo a mi alrededor como la gente vitorea y celebra el nuevo compromiso real. Miro a Dylan, el chico me busca entre la multitud y cuando me encuentra dice algo entre los labios que no logro descifrar. La gente comienza a hacer fila para felicitarlo y darle la bendición a aquella pareja, Myrella esta tomada de su brazo y sonríe mientras deja que su mano sea besada por los cientos de asistentes. Odio que sea tan hermosa, odio que ella si pueda tenerlo y no yo.

Me ahoga el ambiente, no puedo estar aquí, no puedo acercarme a mi familia y felicitar a mi hermano por su compromiso porque la verdad no tengo nada que celebrar. La odio a ella y también odio la ambición de mi padre por querer tener ambos reinos.

La tensión me consume. Necesito salir de aquí o explotare a en llanto.

Me arremango el vestido que traigo puesto y me apresuro a salir de ese lugar, los guardias están casi todos preocupados de cubrir la zona de invitados y acomodar los carruajes, así que se me hace fácil salir sin que nadie se de cuenta. Llego a los pasillos que dan a las cocina y me escabullo por una de las puertas que dan al jardín, y despues es solo correr, mis pies dan una marcha rápida, el pecho me aprieta , me cuesta respirar y quiero gritar pero tambien quiero estar lo bastante lejos para que nadie me escuche.

Hasta que caigo.

Mis pies se enredan con las telas de mi vestido y caigo justo en medio de un charco de agua y barro, mi vestido rojo terciopelo esta destrozado y es en ese momento es cuando estallo en llanto.

Estoy ahí, sin marido, con mi vestido sucio y con mi amado hermano comprometido.

Mis lagrimas se esparcen por el charco de agua, la piel se me pone de gallina cuando la baja temperatura comienza a hacer efecto en mi.

Duele demasiado.

Desde niña siempre quise ser una reina , como mi madre, ser respetada y hermosa y estar siempre al lado de Dylan y haciendo que nuestro reino fuese el mejor de todos.

Pero no iba a ser así. La reina seria otra, una extranjera, una verdadera noble.

Una simple humana jamas iba a ser considerada parte de la realeza, ahí era solo aceptada por cortesía pero la verdad es que ni siquiera los humanos me aceptaban como su princesa. Jamás lo harían.

Después de varios minutos en el agua me decido a pararme, la brisa esta cayendo fuerte sobre el jardín, un estornudo lo confirma.

No quiero volver a la fiesta, no para celebrar algo que aborrezco. Lo mejor es que Anne me prepare un baño caliente y luego me acueste a dormir, ya no me importa si encuentro o no marido, solo quiero dormir y dejar de pensar.

Me entrecruzo los brazos para aguantar el frío, camino con la mirada gacha y trato de no pensar en Dylan.

Pero entonces me detengo, el ruido de unas botas impactan en el suelo me detienen, alzo la mirada y veo a mi hermano acercarse rápidamente.

— Lette — me observa antes de seguir— ¿Que te ha pasado?

Me limpio rapidamente las lagrimas para que no se de cuenta de que he estado llorando.

— Me he tropezado.

— Tu vestido...

— Le diré a Anne que lo arregle, no es nada.

Miro su rostro, sus cejas se inclinan, no parece feliz.

— Felicidades— le digo con amargura— por tu compromiso.

El nota mi sarcasmo y evita mirarme.

— Queria decirtelo pero no me disteis oportunidad.

Se acerca dos pasos pero yo por inercia me alejo tres, en estos precisos momentos no lo quiero cerca.

Princesa sin linajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora