El cuerpo de Gaadriel está pegado a mi espalda, estoy totalmente acorralada y sin fuerzas para moverme, no hay escape, es tan corto el espacio que hay entre nosotros que ni siquiera puedo mover mis manos para buscar las tijeras y dañarlo en alguna parte.
—No me hagas daño — le susurro—por favor.
No sé que mas decirle, tengo miedo y por instinto le he soltado aquellas palabras. Mi cuerpo ha comenzado a tiritar y si alguna vez quise no mostrarme débil frente a él, en este mismo momento estoy haciendo todo lo contrario. Su aliento estalla en mi cuello, frio como su personalidad.
El chico lleva una de sus manos hacia un mechón que se ha soltado de mi peinado para ponerlo tras de mi oreja, el tacto de sus manos con mi cuello hace que se me erice la piel.
Sus acciones son demasiado impredecibles para poder adivinarlas, en un momento puede pedirme perdón y al otro poner todo el peso de su cuerpo contra el mío.
—¿Crees que sería capaz de hacerte daño? —su tono de voz esta vez es diferente, su pregunta ha sonado demasiado seria, hasta puedo notar algo de pesar en el.
Trago un tanto de saliva acumulada.
Si, sería capaz, viendo como actúa y su impulsividad seria claramente capaz pero no lo digo o lo provocare nuevamente.
—No —miento— pero ahora me gustaría que me dejara salir o realmente comenzare a creerlo.
Pasan solo unos segundos hasta que el conde hace menos estrecho el espacio entre nosotros, trato de respirar normal después de aquella situación pero me cuesta, me quedo mirando la madera de la puerta mientras recupero la cordura hasta que finalmente me doy la media vuelta para mirarlo.
Estando imponente al frente de mi parece incluso más alto de lo que lo había visto. Sus ojos de gato me penetran con fuerza.
—No tengo padres —le digo— todos lo saben. Me abandonaron , me dejaron tirada en un viejo árbol, tuve demasiada suerte para que la reina me encontrara y me criara como una de sus hijos. Esa es la verdad.
—¿Eso te dijo la reina? —dice mientras sonríe nuevamente.
—¿Qué puede saber usted de mi vida? —le pregunto— Nada, lo hace porque me odia, porque en el fondo me desprecia por ser humana, me lo ha hecho saber en la mañana, pero la verdad es que no puedo creerle nada, soy más lista de lo que parezco.
Gaadriel da un largo suspiro, se da media vuelta y vuelve a caminar hacia la mesa para tomar su copa de vino, da pequeños circulitos jugando con el liquido mientras se queda mirando el fuego.
—Tiene razón, princesa—da un pequeño sorbo—no sé nada.
Siento un haz de luz atacar mis ojos, me irritan de una forma que me obligan a abrirlos, corriendo las cortinas de mi habitación esta Anne, veo que ha dejado sobre la mesa una bandeja con el desayuno.
—Ha salido el sol —dice mi sirvienta casi saltando.
Veo tras la ventana, tiene razón. Extrañaba el sol, hacían días que no lo veía. Es un día con nubes pero se despeja cada cierto rato, me levanto y abro la ventanilla para poder tomar aire fresco, hace frio pero no es impedimento. Desde que llegue a este lugar no he podido salir y ver los alrededores y creo que es un día ideal para hacerlo. De todas maneras si mis padres no vienen por mí, necesitare encontrar un lugar por donde escapar.
—¿Cómo estuvo la cena ayer con el conde?
Cierro mis ojos y aprieto mis puños. No sé como describir nuestro encuentro, sentí que iba a morir y luego sin más me dejo ir. Ahora entiendo el porqué nadie quiere casarse con él, esta medio loco.
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Princesa sin linaje
FantasyColette fue encontrada cuando era una bebe entre las ramas de un viejo árbol por la mismísima reina de Adelis, desde ese día fue criada como una más de sus hijos, aunque no tuviera sangre de ángel. El mundo entero la conoce como aquella princesa m...