El libro

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-Estas loco.

La tela que cubría parte de mi cuerpo esta ardiendo en el fuego. Mi vestido ha sido transformado a la fuerza en un escotado y deshilachado traje.

Su pulgar está sobre mi clavícula, su mano está fría y eso provoca cientos de escalofríos recorrerme por completo. Sus ojos de gato me observan insistentemente, como esperando algo de mí, algo que realmente no se que es. Su rostro es incluso extraño, es diferente, hay algo en el que a pesar de estar con su cuerpo imponente sobre mi, da menos miedo que antes, parece más vulnerable y eso me agrada.

-No tienes idea quien eres -me dice, casi como un susurro- no sabes de donde vienes, no conoces nada, crees que porque un hombre es rey tiene el control del mundo, eres muy ignorante, Colette.

-Supongo que tu crees saberlo todo -le digo, sosteniendo su mirada.

-Al menos se quien soy-hace una pausa- pero tu, tu crees saberlo, la huerfanita que fue encontrada en un árbol porque sus verdaderos padres no tenían cómo alimentarte, así que te dejaron ahí, a morir y por mucha suerte la reina te encontró. Eso no es saber quien eres, eso es creer lo que te han dicho.

Aprieto mis puños clavando las uñas en las palmas de las manos, el corazón me oprime el pecho, dejándome casi sin aire.

No puedo pasar más tiempo aquí, incluso vivir en una casa humilde mundana sería mejor que pasar el resto de mis días en este lugar, con Gaadriel. No lo soportaría, no me acostumbraria nunca a su forma de ser y sus ásperas palabras.

Respiro profundamente preparada para lo que voy a decir, porque después ya no habra vuelta atras.

-No quiero ser tu esposa -le escupo- no me quiero casar contigo.

Es todo, se lo he dicho y no me arrepiento, quiero salir de aquí y quiero un carruaje para que me lleve a mi casa.

Sin embargo, no recibo lo que espero. Gaadriel tarda un poco en procesar lo que le he dicho y luego simplemente se ríe.

-Me temo que ya no tienes opción.

Sus palabras me encarcelan. Es casi oficial que soy prisionera en este lugar, que no me dará ni un caballo y no permitirá que salga de aquí hasta que me case y mi padre le otorgue su asquerosa recompensa

-No puedes mantenerme aquí a la fuerza, soy la princesa y te ordeno que me des un carruaje y comida y dejes que me vaya.

El chico toma un mechón de mi cabello para dejarlo detrás de mi oreja y ladea un tanto la cabeza.

-Yo soy el dueño de este lugar y aquí te vas a quedar hasta que yo lo diga.

Podría golpearlo, podría incluso cortarle la lengua para que deje de hablar todo ese tipo de estupideces, me siento aterrada porque lo ha asumido, soy su prisionera en este lugar y no tengo forma de salir de aquí. Incluso aunque mi propia vida corra peligro,

El conde se echa unos cuantos pasos atrás sin dejar de mirarme, hasta que llega a la puerta y sale por ella, dejando su plato incluso más lleno que el mio.

Debo irme de aquí, debo salir lo antes posible de este lugar, ya sea caminando o como de polizonte en un barco, o me robare un caballo, no lo se, pero de alguna forma volveré a mi hogar y me llevare a Anne conmigo

No soportare estar aquí mucho tiempo, tarde o temprano terminaré volviendome loca en este lugar y no estoy dispuesta a ello, mi instinto de supervivencia me dice a gritos que este lugar es peligroso, que Gaadriel es peligroso y que todos son extraños.

Me quito el vestido que ha sido recientemente rajado, mientras lo hago recuerdo la brusquedad de su actuar, como se acerco y luego simplemente tiró de mí como si fuera mi propietario y pudiera hacer conmigo e incluso con mi ropa lo que quisiera.

Princesa sin linajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora