Los sueños

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No se como seguir.

Ahora mismo me arrepiento de haber luchado con ese chico. Debí dejar que me matara, eso es lo que merezco.

Gaadriel me tiene tomada de la cintura por si mi pies me traicionan y termine cayendo sobre la tierra, estoy aferrada a su brazo izquierdo, apretandolo y mojando la tela de su abrigo con mis lágrimas.

Estoy mirando el cuerpo de Anne, su piel se ha tornado tan pálida de un momento a otro, es ella pero verla así parece otra persona, alguien que no conozco pero que  perfectamente se  quien es.

Había muerto sin siquiera saber la razón, se había ido temiendo, sintiendo terror de mi, ella había visto como aquella noche había explotado y casi había matado a ese hombre e incluso así, sabiendo que yo era algo que temía, impidió que me bajase del carruaje. Aun así me estaba protegiendo.

Solo tenía un par de años más que yo. Aun recuerdo el primer dia que la vi, estábamos en el salon, yo solo tenía diez años, el guardia real entró al salón acompañado de dos muchachos, le rogó a mi madre que los aceptara, eran apenas unos niños que habían quedado huérfanos,no tenian cómo sobrevivir, mi madre asignó al muchacho a la guardia real y a Anne como mi doncella.

Pero era mucho más que eso. Ella era mi amiga.

—Ya debemos irnos—Dice Gaadriel, con una voz muy suave.

Niego con la cabeza, no puedo dejar su cuerpo en medio del camino, ¿cómo le voy a decir a su hermano que Anne murió por mi culpa y que ni siquiera me digne a llevar su cuerpo?

—No puedo dejarla aquí.

—Ya no tenemos tiempo, nos están pisando los talones, debemos irnos —el chico hace que lo mire a los ojos— ahora.

—No me iré sin ella.

Trato de escapar de su agarre para acercarme a ella, pero en vez de dejarme ir el Conde hace todo lo contrario, sus brazos son impenetrables. Me arrastra a la puerta del carruaje y termina alzando mi cuerpo para sentarme sobre este.

—¿Qué estás haciendo?, Gaadriel bájame, no dejaré a Anne aquí.

Trato de empujar su cuerpo para que se haga aun lado, pero él ni se mueve.

—Ya basta, nos vamos, hablo enserio.

—No lo entiendes, merece al menos que enterramos su cuerpo. ¡Déjame salir!

Sus manos aprisionan mi rostro, sus ojos se entierran en los mios, deberían ser verdes pero ahora están rojos de tanto llorar. El chico acaricia por un momento mi mejilla con su pulgar.

—Ella hubiera querido que vivieras —dice al fin— no hagas que su muerte sea en vano.

Se que tiene razón, pero mi corazón no lo entiende. Estoy sesgada por mi dolor que ha minimizado por completo mi instinto de supervivencia.

Insisto en bajar por Anne pero he hartado a Gaadriel, el chico cierra la puerta del carruaje y se asegura de cerrar por fuera.

—Lo siento—dice el chico tras el vidrio.

Lo maldigo y le digo muchos improperios, lo estoy odiando por hacerme esto, pero más me odio a mi.

No puedo sacarme de la cabeza que Anne ha muerto por mi culpa. Tan solo debí creerle a Gaadriel, sino hubiera sido una idiota y me hubiera quedado con el, la chica no estaria muerta.

El carruaje comienza a moverse, no tengo idea a dónde nos dirigimos y no se si ahora me importa, eso es lo de menos.

Era un ángel.

Princesa sin linajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora